domingo, agosto 31, 2008

Salud. He vuelto.



Hola amigos, vecinos, paisanas, familiares queridos que ya a estas alturas, y no con menos sorpresa, conocéis mi verdadero rostro.
Salud camaradas, compañeros de tertulia, parroquianos de tasca y mostrador. Salud a todos aquellos que esperaban de mí algunas notas más en esta melodía inacabada que a veces desafina. Digo inacabada pues reconozco que no sé escribir, sólo lo intento, y de veras no es falsa modestia. Sé que nunca estará terminada pues me queda siempre algo por corregir y mucho por leer, si la vida me respeta. Os aseguro que cuando vuelvo a entradas que escribí mucho antes, en este blog, me siento algo triste y desesperanzado, pues creo que nunca más volverá ese fogonazo de inspiración, esa lucidez que haga, mágicamente, salir de mis dedos los sentimientos, la inventiva, algo que merezca la pena leer, que valga la pena mi tiempo y el vuestro. Esto me recuerda a Francisco Umbral en “ Mortal y Rosa” que dice: “La sangre del escritor es tiempo”.



Intentaré no aburrir y quizás con vuestra ayuda, sabiendo día tras días que estáis ahí, alejéis de mi la pereza y pueda, con mis errores, mis faltas de ortografía y mis pajaritos en la cabeza, volver a revivir en alguien y en mí, esos sentimientos que todos necesitamos para respirar la vida.

Hoy es sólo mi presentación, dije que quizás volvería en septiembre y aquí estoy unas horas antes de lo anunciado.

Las vacaciones fueron muy buenas, me han perecido suficientes y para nada cortas. Dediqué todo el tiempo que pude a mi familia, ellos son los que me dan motivos para existir y el tiempo que pude compartir con mi mujer y mis dos diablillos ha sido un lujo. Las fotografías, las cervezas, las puestas de sol, el pescado a la brasa, las tortillas de camarones, el choco frito y las sardinas. A ellos también les debo el buen descanso.

Además de todo esto estuve buscando el Dei Gloría, un pecio hundido hace dos siglos y medio frente a las costas de Cartagena con el tesoro de los Jesuitas. Tuve que luchar contra un matón argentino de nombre Kiscoros y lo pasé putas una noche en que un carguero abordó al Carpanta y me lanzó a las olas oscuras del Mediterráneo donde casi muero de frío. Anoche terminé de leer “La Carta Esférica” de Arturo Pérez Reverte, un individuo de lo más interesante al que, si no tenéis el gusto, animo os acerquéis. Por ahora sólo he leído dos de sus obras, “La Piel del Tambor” y ésta que anoche terminé, con sus 600 páginas de aventuras, pasiones y traiciones.

Dice este sujeto, compartiendo mi persona con él cada palabra y cada coma; “Compadezco a los hombres cómodos, resignados y razonables que nunca leyeron libros que estremecieran su corazón. Compadezco a quienes nunca se dejaron seducir y arrastrar por una moneda de oro, una mujer hermosa, un amigo fiel, una aventura descubierta en un libro. Compadezco a los que nunca dormirán la paz eterna con todos los piratas, junto a la tumba donde se pudran ellos y sus sueños.” (http://www.capitanalatriste.com/escritor.html?s=cementerio/ce_doblon_ahab)

Ya estoy por aquí y, mientras dure la aventura, salud a los que quieren seguir echando un ratito con Aureliano. Espero tener cosas interesantes que contar. Y en voz bajita, dejad que os ofrezca un consejo. Para poder vivir intensamente, para poder vivir más vidas, para poder dormir la paz eterna con otros seres y otros sueños, solo hay una opción; La televisión a la mierda. Encendedla casi nunca. Y tomad alguno de esos libros que os esperan en lo alto de la balda de aquella repisa. Y metéos en la piel de ese personaje, para vivir más, para ser seres intensos, para poder vivir muchas vidas en una sola. Para ser felices.

Salud. He vuelto.

A. Buendía.

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