Reflexiones
He tardado demasiado tiempo (cuarenta y un años), en darme cuenta que sois siempre vosotras las que nos elegís a nosotros. Alguien tan enamoradizo como yo hubiera escrito menos, pero se habría ahorrado muchísimos berrenchines.
Es así: el hombre sólo tiene que estar alerta para reconocer vuestras señales; sutiles, enrevesadas, complicadas; vuestras pequeñas muestras de querer que nos acerquemos, vuestro lento y dulce veneno.
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