domingo, septiembre 12, 2010

Al final de la escalera


Soberao, bendito soberao,
reino de niños sin reyes.

Baúl dorado,
ropas viejas,
disfraces y juegos,
bicicletas derrumbadas.

Zapatos usados, ya sin uso,
jaulas de pájaros olvidados,
antiguas golondrinas pueblerinas,
dejaron nidos abandonados.

Alfajías y tablas,
Tablas y alfajías.
Tejas rotas, lucecillas ciertas,
calor, avispas, crujir de recuerdos.
Ristras de ajos,
juguetes muertos.






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7 comentarios:

Blogger tartésico ha dicho...

Algunas veces cuando veo una obra de arte; una pintura, una escultura, una música... me entra un escalofrio, un estremecimiento, como un calambre pequeñito. Pues eso es lo que me ha pasado cuando he leido tu poema.
Ahora llegará un entendido y dirá que no es para tanto, pues bueno, pues vale, pero ha mi me ha pasao.

13 de septiembre de 2010, 0:13  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Ains qué triste, si lo he entendido bien es mirar hacia atrás y saber que no va a volver la infancia, ni las personas ni las cosas siquiera, o por lo menos así lo he entendido yo, un saludo :)

13 de septiembre de 2010, 0:32  
Blogger José Manuel Martínez Limia ha dicho...

Hasta que vine aquí, a Gerena, nunca había escuchado la palabra "soberao", en mi pueblo le llamábamos "doblao", aquí normalmente se sube por una escalera y se entra a él por una puerta, allí las plantas estaban aisladas y se necesitaba una escalera de mano para acceder por una trampilla cuadrangular en el techo. Pero el espacio es el mismo. El soberao/doblao nos demuestra que la magia vive con nosotros cada día, que, desgraciadamente, la hemos arrinconado con un paradigma más moderno (vaya, vaya, la modernidad) que llamamos ciencia, pero que existe, aún existe, siempre existe. Y en muchas ocasiones nuestra felicidad depende de la atención, de la importancia, que le demos a esta parte postergada pero cierta de nuestra vida.

A mí el poema, como a "Tartésico", me parece bueno. Sabes que te sigo, muchas veces desde el anonimato, y creo que estás evolucionando a la velocidad del vértigo y por el buen camino. Creo. El salto entre tus dos últimas entradas: desde la búsqueda rebuscada del mejor adjetivo hasta el poema inadjetivado y limpio es notable. En este camino perderás algunos lectores y ganarás otros, pero que más da si nuestro más caro lector somos siempre nosotros mismos, si escribimos para leer(nos).

Saludos.

13 de septiembre de 2010, 8:26  
Blogger J.Joaquín Santos ha dicho...

Todavía recuerdo el crujir de las tablas en casa de mi madre. Subir al soberao significaba entrar a un mundo "mágico", donde cualquier chisme viejo te daba infinitas posibilidades. Era el reino donde el reloj se había parado...

Un saludo...

13 de septiembre de 2010, 10:59  
Blogger DANI ha dicho...

A ti te da igual prosa que poesía, verdad?? como consigues trenzar estas letras??

Un abrazo enorme

13 de septiembre de 2010, 22:38  
Blogger Felipe Marín Álvarez ha dicho...

Gracias.

Sin falsas modestias, me siente sólo como aquel burro que acostado sopló una flauta por casualidad. Por la noche me pongo aquí y soplo. A veces suenan cosas, y a veces parece música. Me alegra que os guste. Me hace feliz que os guste.
Este poema se puede decir que me salió sólo, sin esfuerzo, al ver la fotografía. Raro: sin esfuerzo. Lo normal es lo contrario.

“Nuestro más caro lector somos siempre nosotros mismos” ¡Qué bueno!

16 de septiembre de 2010, 23:19  
Blogger Pelayo ha dicho...

Lo malo de no haber entrado aqui en tanto tiempo es que me he perdido muchas cosas buenas... lo bueno de entrar ahora es que las recupero todas de un golpe.
Este es tu rincón amigo Aureliano, pero con tu permiso, también es mio.
Un abrazo de este capullo que te escribe, que a veces sale corriendo sin decir adiós.

7 de octubre de 2010, 11:20  

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