viernes, junio 24, 2011

Corazón de acerico


En la oficina el corazón tiene forma de acerico y, aunque todo está dispuesto para que la sangre no llegue al río, siempre ocurre lo mismo; te sientas en tu mesa, enciendes el ordenador, miras los correos electrónicos y observas que nada ha cambiado desde la última vez, que tienes las mismas incertidumbres de todos los días.

Empiezas la jornada esperando que sea corta, que la rutina no se haga más honda, que ocurran cosas nuevas que te ayuden a llevar mejor la existencia de las casi diez horas que tienes por delante. La mayoría de las veces los buenos propósitos se esfuman pronto; alguien te llama y te da una mala noticia, te fastidia el día y auque al momento intentas recomponerte de la caída, ya todo se ha empozoñado y convertido en una cuesta arriba interminable.

- Buenos Días, ¿Es usted el responsable de compras?
- Sí, soy yo.

Hoy me llamó una mujer de voz agradable, parecía simpática, incluso uno podía hacerse a la idea de que esa voz pertenecía a una mujer bella; vestida formal, con gafas de pasta blanca casi transparentes, bonitas piernas y una coleta altiva y vivaz, también con unos cascos que le dejaban las manos libres y le permitían tomar notas. Sólo me bastó una frase para imaginarme todo aquello, como si fuera una reverberación. También me bastó una frase para percatarme de que quería venderme algo. (La mayor parte de ellas siempre me quieren para lo mismo).

Quizá para ella también fuera la primera llamada del día; yo aquí pensando en mis problemas y esa mujer, de la voz, en una ciudad muy lejana pensando en los suyos; así que en ese momento ambos, a cada lado de una línea de teléfono de cientos de kilómetros y de miles de postes de árboles muertos, pensábamos las mismas cosas pero queríamos cosas distintas: ella venderme algo y yo sabía que, fuera lo que fuera, le iba a decir que no.

Lo que más me incomoda de estas situaciones es que si esa persona me fuera a vender un Ferrari a precio de una tienda de los veinte duros yo, igualmente, lo negaría. Tengo la fijación de odiar convulsivamente el comprar, y si es por teléfono mucho más. Es posible que con los años haya ido madurando dentro de mí un terrible y lacerado tacaño que sufre cuando ve marchar su dinero. Que tampoco soy un ahorrador, que vivo con lo puesto, pero es mi gran suerte el no lampar por nada.

-¿Tiene usted un momento para conocer algo que seguro le va a interesar?

- Lo siento, pero todos los días me llaman de tres a cuatro personas diciéndome que tienen cosas que me pueden interesar y luego nunca me interesan. Prefiero, esta vez, quedarme con la duda. Mejor la duda al desengaño. Buenos días- y le colgué.

Quizá fuera la llamada que me contara aquello que cambiara mi vida para siempre. O quizás fuera para que mi empresa cambiara de compañía de teléfonos, lo más seguro. Sólo sé que la comunicación cesó, y el cable de miles de kilómetros se quedó vacío unos segundos. Hasta que la telefonista, con corazón de acerico, volvió a marcar otro número de teléfono.






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5 comentarios:

Blogger Pelayo ha dicho...

Compañero.... chapeau!

24 de junio de 2011, 15:04  
Anonymous A Galopar ha dicho...

Siempre es interesante la relación comprador/vendedor, compra y venta. Quién pretende vender esta intentando realizar su trabajo y que éste tenga éxito. Para el que debe comprar, escuchar forma parte del suyo.

24 de junio de 2011, 16:56  
Blogger La sonrisa de Hiperion ha dicho...

De acerico, acerico...

Saludos y un abrazo.

25 de junio de 2011, 10:25  
Blogger Felipe Marín Álvarez ha dicho...

Gracias amigos míos, por vuestros comentarios.

Me dices eso compañero Pelayo y además viniendo de ti, con lo mucho que estimo tu escritura, y me das una recompensa que creo es la que me ha hecho volver a intentarlo. Lo de escribir me refiero. Y hoy, pocos días después, quién me lo iba a mi a decir, he vuelto a fabricar otro texto. Ya no sé si es necesidad o vicio.

26 de junio de 2011, 14:21  
Blogger Pelayo ha dicho...

Es necesidad, pero también es un vicio, un vicio de los buenos y barato.
Nunca dejes de escribir, porque por aquí andamos otros viciosos a los que nos encanta leerte.

26 de junio de 2011, 21:56  

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