lunes, junio 06, 2011

5 de junio

Cada vez que llega esta época del año recuerdo, inevitablemente, la época en que siendo estudiante me comían vivo los exámenes. Siempre pensé que había algo de mala intención en esa odiosa coincidencia de que había que estudiar muy duro, justo en el momento en que toda la vida fuera refulgía; en la calle y en el campo.

El río, aún con agua corriendo, se brindaba al baño y a los paseos. El tiempo de las tardes en la Barda no parecía tener fin, y siempre había algo de que hablar, un litro que tragar, o una morena que cortejar. ¡Cuántas cosas me perdí!

Hoy, casi tres lustros después, todo parece haberse quedado muy cerca, a la vuelta de la esquina, pero de una esquina que ya no existe.

¿De qué vale engañarse? Ya no soy el que era, quizá nada sea ya lo mismo. Me fijaba hoy en el Guadiamar y veo que, en ciertas zonas, el río se me ofrece desconocido. La Sua grande, erosionada y desgastada, parece que tanto la ha limado el agua que es todo un milagro que los restos, de la obra antiquísima que fue, sigan ahí desafiantes a tantos trastornos. Y la que llamábamos la Sua Chica, junto al Molino de “Antón”, también es otra charca distinta, ni tan redonda, ni tan profunda, ni tan acogedora. Ahora acabo de recordar otro nombre de otra zona del río, que si la memoria no me falla creo que estaba pegada a la Sua Chica; me refiero a los Rueznos. Curioso que en el Diccionario de la Real Academia dice que un “Ruezno” es la corteza exterior del fruto del nogal. ¿De dónde saldría aquel nombre para aquella parte del río? ¿Habría algún nogal cerca? Quién sabe.

Pues eso, que junio está recién llegado y me recuerda a aquellos meses de junio con los últimos parciales, a punto de terminar el curso, plagado de exámenes, de tardes y noches encerrado en el cuarto estudiando los últimos temas y matando decenas de mosquitos.

Termino con una posdata: por si alguien no se dio cuenta creo que a éste, mi viejo blog, se le están terminando los argumentos; hoy pensé que quizá pudiera sobrevivir si lo convierto en un diario (gracias a ese pensamiento, para bien o para mal, he creado la entrada de hoy, que casi estuve a punto de seguir con el Quijote y no encender el ordenador). Así que señores, señoras, ahora sí; que me dispongo a quemar mis naves, porque lo que fue ya no es, que lo que es ni lo sé, que ni sé si será.

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1 comentarios:

Anonymous Carmencita ha dicho...

Yo que tuve la suerte de matar mosquitos a tu lado, lo recuerdo con cierta nostalgía, quizas sea por esa forma inteligente que tiene la mente de borrar los malos ratos o quizas que ahora, con la edad, que es lo que queríamos tener todos para poder ser mas libres e indeopendizarnos de los exámenes, somos justo lo contrario: verdaderos exclavos del tiempo.
No sé pero creo que me vendría bien leer algo de historia bajo la luz del flexo,(trampa primera de los mosquitos para después terminar en el diccionario de ingles), luchando contra el sueño con una coca-cola (o una "saldeva", contenía cafeina) en el silencio de la noche escuchando M80.
A veces, muchas veces hecho de menos vivir con vosotros.
Un beso

6 de junio de 2011, 0:46  

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