sábado, septiembre 06, 2008

Para una vez que tuvo suerte.


El viejo pesquero arribó al puerto algo escorado de babor, sólo un hombre manejando la caña.

Estaba anocheciendo y una gaviota seguía a pocos metros el barco con la esperanza que trajera algún despojo que llevarse al pico.

El pequeño muelle estaba desierto, todas las demás embarcaciones hacía horas que ocupaban sus amarres y los pescadores, en la cantina, discutían quién cobró la pieza más grande.

El marino era un hombre mayor, aun sin entrar en la frontera de la vejez, ceñía una gorra negra y una camiseta verde lijada por el salitre y el sol, pantalones cortos, sandalias y una poblada barba.

La mirada algo perdida, los ojos profundos, las arrugas surcaban su rostro, sus manos, sus brazos. En el pellejo viejas marcas; veriles, derrotas, rumbos, declinaciones de antiguas cartas.

Puso píe en el puerto cansado, sin apenas aire en los pulmones. La luz empezaba a abandonar el mundo, y ya fría, entre azul y rosa, desteñía el horizonte por poniente.

Debajo de su semblante de acero guardaba oculto desasosiego y nerviosismo. La pesca del día no era nada corriente, sólo una pieza de casi dos metros. En la vida había imaginado algo semejante, ni en su mejores sueños, ni en sus más temidas pesadillas. Cuatro horas luchando contra un mar embravecido y un viento fuerza diez. Las redes rotas y esa sola pieza debatiéndose entre la vida y la muerte.

Ahora estaban los dos solos, el marinero y su sirena, con su melena de cobre y sus tetas al aire.

Lástima que para una vez que tuvo suerte, la pescó fea, horrorosa, y muy marimandona.


Gracias al "Águila" de Chipiona por prestarme su rostro.

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2 comentarios:

Blogger RáFaGa ha dicho...

un final muy radical, no me lo esperaba.
me ha gustado mucho

6 de septiembre de 2008, 13:07  
Blogger Felipe Marín Álvarez ha dicho...

Hola Ráfaga.

Se habrá notado que me gustan las historias de perdedores. Ganar no tiene gracia. Se aprende poco de los éxitos.

Por ello cuando tuve en mi ordenador la foto del "Aguila". La historia que se me ocurrió fue ésta. Una victoria que se vuelve fracaso. Un toque de humor y un quiebro a la felicidad.

He visitado tu incipiente Blog. Las fotos me han gustado mucho. Espero que sigas compartiendo más con los demás.

Un saludo y gracias por dejar tu comentario.

6 de septiembre de 2008, 23:20  

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