martes, octubre 21, 2008

Malditas las dudas


Siempre que pone dictado termino a las tantas.

Si la clase de al lado hace gimnasia nos manda cerrar las persianas a las cuatro de la tarde, todos envueltos en una atmósfera artificial y espesa de tubos blancos y parpadeos de neón.


Se sienta con su calva y su pantalón verde tras la mesa, de la que tanto presume es la mejor conservada del colegio, y lee unos textos antiguos que podríamos decir le gustan sólo a él.

Empieza el Dictado. Dos puntos.

Él lee, todos copiamos. La cabeza gacha, los ojos prisioneros del papel, el cuerpo encogido, la infancia entre Jotas, Ges, Haches, Bes, Uves, acentos, puntos y comas. ¡Malditas las dudas!

Sus ojos, por encima de unas ínfimas gafas, no sólo leen, también nos radiografían. Y los nuestros, nuestros ojos, se van llenando de cuadraditos y dobles rayas. Y me sudan las manos. Él es una máquina de leer y mi lápiz corre, como siempre, de los últimos. Punto y a parte.

¿Cómo se escribe “breve”?
¿Es “honor” con H? ¡Me cachis las mulas! Los borrones, las prisas, virutas de goma Milán. ¡Me gustaría tanto copiarme del empollón! Punto y seguido.

Mi letra garrapatera, alumna indómita de cuadernillos Rubio de bellos dibujos en los márgenes, va pisoteando el cuaderno ya rezagada de la voz grave, y de la lengua gorda chocando entre los dientes, golpeando, a mala leche, el cielo de su boca.

Y fuera, maldita la estampa, las alegres carreras, las risas y el silbato del partido torturan las persianas de la clase. ¡ Y qué pena ser tan torpe!

Esto de los dictados es deprimente, siempre llego tardísimo a casa, apenas me dará tiempo de jugar en la calle, ¡y encima los deberes!

Punto y final. ¡Por fin!

Ahora a repetir cincuenta veces cada falta.

Honor, honor, honor, honor... ¿Dónde está mi honor? ¡Si mis amigos ya corren por la cancela y yo con 800 palabritas por delante!

Breve, breve, breve, breve, breve... me quedan cuarenta y cinco. ¡Breve por lo cojones!





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6 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Recuerdo con cariño aquellos primeros años de colegio, aquellas persianas bajadas, los pantalones verdes, las gafas infimas y los textos añejos... pero eso si; presumiamos del mobiliario mejor conservado de todo el colegio y de lo mas importante, la unica puerta de corredera que abria y cerraba bien, casi sin esfuerzo.Sigue asi.

21 de octubre de 2008, 7:42  
Blogger ALVARO ARIAS ha dicho...

Yo también recuerdo nítidamente las clases de este maestro, que con los años me pidió que le quitase el don.

Efectivamente, recuerdo que aunque con el nuevo curso cambiase de aula se llevaba sus mesas verdes. Y no sólo hacíamos dictados; también unas cuentas de muchos dígitos y unas tablas de gimnasia que apuntaba en un papelito.

Fue el profesor que me impuso mi primer castigo: de rodillas y de cara a la pared. Tocaba religión y yo estaba haciendo garabatos en la pizarra. Ese día el cura falló. De repente se hizo el silencio en la clase, y al darme la vuelta allí estaba el maestro indicándome el camino hacia el rincón para cumplir mi pena.

Qué nostalgia de aquellos años de colegio, de Panchitos en el recreo y de capullos de mariposa en las cajas de zapatos.

21 de octubre de 2008, 17:22  
Blogger José Manuel Martínez Limia ha dicho...

Genial Aureliano.

21 de octubre de 2008, 19:28  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Para mi, eres unico.Sigue asi.
F.S.M.

21 de octubre de 2008, 22:51  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Para mi, eres unico.Sigue asi.
F.S.M.

21 de octubre de 2008, 22:55  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Esa foto de los niños es maravillosa, cuanto hace que no corremos así...

30 de octubre de 2008, 18:12  

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