miércoles, enero 09, 2008

Una vez un primitivo homínido al ver el Sol marcharse...


Una vez un primitivo homínido al ver el Sol marcharse pensó que tal vez mañana no volviera.
Y unas lágrimas gordas y saladas bajaron por su frondoso pelaje. Mientras más se ocultaba el Sol más crecía su angustia. Sentía pena de sí mismo, por su compañera y sobre todo por sus crías. Esa noche, bajo las gruesas pieles, necesitó de su madre, pero ella ya no vivía. Necesito de un padre, nunca conoció su progenitor. Y entonces se le ocurrió el mejor invento contra su miedo. Creo el Dios Sol, su protector, su salvador, el sustento de su existencia. Desde entonces tuvo dudas, pero no miedos. Comprendió que gracias al Sol la vida era posible. Creyó en él.



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