viernes, octubre 03, 2008

Recuerdos


Recuerdo las pequeñas taquillas azules dónde se vendían los billetes de los Díaz Quirós. Ese papel rosa o amarillo, siempre rasposo, con sus pequeñitas letras, quisiera tocarlo.

Un cartucho de papel con calentitos de papas cerca del ambulatorio, a la mano de mi madre, después del criminal pinchazo, el ayuno, y las calenturientas martas.

Recuerdo ir a lavar el coche de papá al río, y aquella mañana de invierno que caí al Guadiamar a la enésima vez que lo cruzaba sobre un tablero.
El chiriguito en verano, medio tumbado por la cuesta, con el rumor de un Cachón misterioso y sombrío.

La vez que me mandaste por el cartabón o las llaves de apretar las escaleras, y arrastré inocente un saco de yute con sus secos terrones.

Merodear el Berrocal, asomarme al filo y ver la porquería flotando, las ratas huyendo y un cocodrilo que nunca existió.

La cacerolada nocturna contra el vertedero.

Aquella vez que me caí corriendo por la cuesta del Jardinillo.

Recuerdo una tarde rebuscando garbanzos y tostarlos, con sal e impaciencia.
Robar girasoles, mascar el trigo, beber de todos los búcaros.

Jugar a arto, al bote, a llamar a las puertas, al salto de la paloma, al de la jirafa.
Ver volar un pandero desde lo alto de la torre y los rastrojos ardiendo, allá por los Larios.

Echo de menos al conejo de la suerte y a todas sus castas. A mi corazón azotado por el beso de aquella niña.

Echo de menos a las cabras, y a su siembra de cagarrutas. A la peste del cabrón, cargando con sus cuernos y su peto inoportuno. A las vacas andando solitarias, subiendo por la cuesta, en fila, sin perder el paso y sin pedir permiso, a sus aires, con sus tetas rosas, blancas, negras, infladas. Y al final de todas, cuando parecía que estaban dando vueltas y siempre eran las mismas, aparecía la vaca coja y un tostado Aniceto.

Recuerdo la vez que me dieron dos calabazas en la misma noche. La tarde que, por fin, me dijo sí.

La escalera de la discoteca de verano, que no llevaban a ninguna parte, con aquellas diosas subiendo y bajando, sería del cielo.

Recuerdo los asientos oscuros del bar Yoly, donde siempre tuve sed.
Esa plaza de los Enamorados antes que se quedara sin nombre. Qué envidia de manos detrás de las tuyas.

Echo de menos la tarde en que la ginebra y un Licor 43 me privaron de una nochebuena. La noche que nos disfrazamos de mujer y ellas de bellos hombres.

Recuerdo, en mi boca, las jarritas heladas que ponía el Gafa, con las almendras tostadas impregnadas de sal y aceite. Y l
os montaditos de lomo con perejil del bar del Pitufo. El vino derramado, el humo de los celtas, los actores de las medias bolillas y de las bolillas enteras, saliendo de la Rociana sin equilibrio.

El color de su mascota, el olor de su puro, sus andares asimétricos.

Echo de menos llamar desde la cabina, mientras en el reloj tocaban las once. Y aquel cigarrillo, mientras te escribía cartas.

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9 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Vaya como comienza el Viernes¡¡¡¡Me partes el corazon, recuerdo cada momento que dices,con cada palabra se me hace un nudo en la garganta. Quiero creer que es por lo bien que lo pasamos y por lo que nos gustaria repetirlo. De todos modos que nos quiten lo "bailao".Sigue asi.

3 de octubre de 2008, 8:00  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Como siempre: exquisito.

3 de octubre de 2008, 10:24  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Perdona que diga esto pero con algunos años menos que tu he vivido la mayoria de los momentos que describes, la pena es que las generaciones que vienen por detras no han conicido ni conocerán estos momentos para mi inolvidables, lo de los montaitos del pitufo ma dejao.....

3 de octubre de 2008, 11:30  
Blogger Carlos ha dicho...

Afortunado el hombre que posee buenos recuerdos. Bellas palabras, espero seguir leyendo tu blog.

3 de octubre de 2008, 17:39  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Yo tambien lo recuerdo todo, incluso el vinagre de rociana, que por una maldita apuesta de niño casi me rompe el estomago con rafael de anton,tambien el doqui, al padre de los sayagos con su cigarro en la boca, incluso me acuerdo de la cometa que hizo el cura,¡¡¡como era de grande!!!
Ese barriondillo es mucho barrio, y la leche del colorao que esperabamos a que la ordeñara, estaba rica eh.
De la discoteca de verano, ahi empezo casi todo, los de nuestra generacion, yo bebia primero larios, despues mangaroca o baileis, despues me pase al wiski, este esta mas bueno porque ya no lo he dejao.
Pero ahora hay otra plaza de los enamoraos, la del cantero, a no que es del botellon, cambian los tiempos nada mas.
saludos aureliano

3 de octubre de 2008, 17:54  
Blogger José Manuel Martínez Limia ha dicho...

Magnífico colega. El otro día le preguntaron a un cantante por qué no escribía una autobiografía. Respondió que eran más importantes sus olvidos que sus recuerdos. Bonito, pero me parece una tontería de pendante. Sin duda, en el transcurso de una vida los recuerdos son tan importantes como los olvidos. De todas formas no preocuparos por nadie, cada generación tiene los suyos y todos, seguro, son igual de hermosos.

A ver si volvemos a coincidir y tomamos otra cervecita.

4 de octubre de 2008, 13:53  
Anonymous Anónimo ha dicho...

No puedo competir con vosotros en recuerdos, no soy de Gerena, pero... y de la disco del Piri, donde se estreno "el Canijo" como DJ ...?

4 de octubre de 2008, 19:00  
Blogger Felipe Marín Álvarez ha dicho...

Gracias a todos por vuestros comentarios.
Esta entrada que escribí aun siendo tan personal como otras que ya publiqué, si es la que encierra más cantidad de nostalgias.

Las nostalgias son para mi soñar despierto. Bellos sueños que me transportan allá donde siempre quisiera volver. Y no se que hormona, o que enzima bioquímica. Algo se va liberando bajo el hueso del cráneo que me hace sentir tristemente bien.

Saludos a todos amigos. Es bueno que me dejéis vuestras palabras, me habéis hecho feliz. Habéis completado la historia.

6 de octubre de 2008, 23:13  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Gracias muchas gracias, por ese regusto que nos traes al recordarnos todas esas vivencias que ya estan empezando a borrarse. Al regresar y recordarlas me alegra, y a la vez me entristece..., ahora con la entrada del otoño la nostalgia, melancolia, recuerdos... es un buen momento para recordar y comenzar a acurrucarnos.

7 de octubre de 2008, 23:34  

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