domingo, julio 19, 2009

El hombre del reloj


Permítanme que les cuente una de mis pequeñas historias:

Cuando era niño creía en las cosas más inverosímiles. Por ejemplo pesaba que en el ayuntamiento de mi pueblo vivía un triste hombre cuyo trabajo consistía en tocar la campana para dar las horas y las medias horas. Me daba lástima ese hombre; ¿cómo podía hacer su vida teniendo que ser tan puntual con el toque del tiempo? ¿Qué trabajo era ese en el que un hombre no podía dormir desde la noche hasta la mañana de una sola vez?

Creía en esto a pies juntillas hasta que mi padre me dijo que eso no era así, que se trataba de una máquina y que allí no vivía nadie. Entonces me entraron mis dudas, pero era tan bonita mi teoría del señor que vivía en la torre del ayuntamiento que me negaba a cambiarla.

Muchos años después entré en el Ayuntamiento y alguien me lo enseñó: las oficinas, la preciosa escalera con el pasamanos de mármol, una pequeña celda, fría y gris, con una cama de cemento y un ojo oscuro en un rincón del suelo... También, subiendo una escalera estrecha, había una portezuela y dentro la máquina del reloj; un enjambre verde de ruedas, dientes, cadenas; un corazón de bronce y lata que latía rítmico e incansable.

En ese momento me acababan de demostrar científicamente que el señor del reloj no era quién daba las horas en el pueblo. Y me alegré por él, pues, como dije, no me parecía trabajo justo.

Con los años y la ciencia, aun habiendo querido encontrar la fe para creer en las cosas que no veo, me he dado por vencido, pues creer y no creer, ya para mi, no es cuestión de fe, es sólo de opinión.

Ojalá venga alguien y me haga cambiar de parecer, si es el mismo Dios, bendito sea, pero sé que él no vendrá.

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5 comentarios:

Blogger NERON ha dicho...

Aureliano

Las opiniones de Pantagruel son muy importantes para mí y, efectivamente, tú y tu blog sois todo un hallazgo.

Enhorabuena.

Salud

19 de julio de 2009, 16:11  
Blogger Ars Natura ha dicho...

Es un poco parecido a uno de los capítulos de El Principito donde se encuentra con un hombre que se dedicaba a encender y apagar u nfarol en el pequeño planeta en que vivía, y como el planeta tardaba sólo un minuto en dirar una vuelta entera, los días sólo duraban un minuto así que cada minuto tenía que encender el farol para volverlo a apagar al minuto siguiente y el hombre se quejaba por no tener tiempo para descansar.
Yo también lo haría, jejeje.

22 de julio de 2009, 20:16  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Hola Aureliano.

Solo quería saludarte, hace mucho que no estoy en la blogosfera. He estado muy liado este tiempo, terminé mis estudios en Madrid y ahora estoy intentando encontrar trabajo de lo mio, a ver si hay suerte.

Un abrazo y suerte amigo.

23 de julio de 2009, 2:24  
Blogger Felipe Marín Álvarez ha dicho...

Hola amigos.

No puedo deciros todas las cosas que se me ocurren pues son la 1:30 y estoy espeso en la escritura.

ATB; Te doy la bienvenida y aunque esto ya no es lo que era,(me refiero al Blog) creo que, con suerte, las musas de vez en cuando volverán. Nunca dejo de esperarlas. Lo digo porque temo defraudarte.

Ars; Buena idea la de traernos de tu mano al Principito, ¿Como te saldrán a ti los dibujos de corderos?
Debería leerme otra vez ese fantástico libro. Esa será mi próxima lectura. (Muy buena foto la de los carrizos con el viento)

Charly: Te deseo toda la suerte del Mundo. Espero verte más por aquí, por lo interneses. Sobre todo espero leerte más a menudo.

Buenas noches amigos.

24 de julio de 2009, 1:44  
Blogger José Manuel Martínez Limia ha dicho...

Bienvenido a la posmodernidad Aureliano. Sólo cuando dejas de creer en el hombre del reloj (o en el del farol) eres capaz de dejar de creer en Dios.

Y si no existe Dios, ... no puede haber ninguna verdad absoluta, ... y todas las cosas son solamente opiniones, ... y todas la opiniones valen lo mismo, ... Y ya estamos en internet, en los blogs, en la wikipedia y en la posmodernidad, ... esto es: en la más pura (o puta) miseria.

Menos mal que puedes escribirlo y, dicen los psicólogos, que esta es buena terapia.

Saludos.

25 de julio de 2009, 8:33  

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