De batallitas y de cortaúñas de farmacia
La verdad por delante: Si quieres huevos de dos yemas pues te compras dos.
Hoy, mientras me cortaba las uñas de los pies, al llegar al dedo gordo, se me rompió el cortaúñas; se partió, -clack-, a tomar por culo, un cortaúñas nuevo; esto no me había pasado a mí en la vida. Me quedé con los dos trozos metálicos en la mano, contrariado y pensativo; una de dos; o tengo las uñas de los dedos gordos asquerosamente duras o me engañaron en la farmacia y me vendieron una auténtica mierda de cortaúñas. Digo en la farmacia porque no crean que lo compré en un chino, que va, lo compré en una farmacia y mis cinco euros que me costó. Sea como sea no tengo otro remedio que sentirme dolido y culpable. Y sé que no es algo de importancia, pero es tristísimo que uno se ponga a cortarse tranquilamente las uñas y se le quede un pié por empezar y el otro en la mitad de la uña más gorda. Y repito; sabiendo que la culpa es mía; o porque mis uñas están haciendose ya, con los años, unos mejillones de cuidado o porque debí comprar el cortaúñas en una ferretería. Y, por cierto, haber guardado el recibo de la farmacia para ir ahora a reclamarles. Soy por las dos vías el culpable, eso está claro.
Os cuento todo esto porque ahora que se termina el día no tengo nada que contarles, y no es sólo algo del día de hoy; en este mes de agosto no tengo ni gota de imaginación; la inspiración se ha largado, las musas estarán en la playa. ¿Volverán? No sé; por todo ello ahora no tengo claro si no volveré a escribir en todo el mes de agosto o si en cambio apareceré por aquí de vez en cuando a contarles batallitas.
Siento perder la reputación que pudiera quedarme tan de golpe, pero si hay que quemar las naves se queman, y si tengo que morir matando pues mato. (Lo de mato lo digo por mi reputación. Que no se preocupen aquellos farmacéuticos que vendan cortaúñas; un servidor nunca fue violento)
Hoy, mientras me cortaba las uñas de los pies, al llegar al dedo gordo, se me rompió el cortaúñas; se partió, -clack-, a tomar por culo, un cortaúñas nuevo; esto no me había pasado a mí en la vida. Me quedé con los dos trozos metálicos en la mano, contrariado y pensativo; una de dos; o tengo las uñas de los dedos gordos asquerosamente duras o me engañaron en la farmacia y me vendieron una auténtica mierda de cortaúñas. Digo en la farmacia porque no crean que lo compré en un chino, que va, lo compré en una farmacia y mis cinco euros que me costó. Sea como sea no tengo otro remedio que sentirme dolido y culpable. Y sé que no es algo de importancia, pero es tristísimo que uno se ponga a cortarse tranquilamente las uñas y se le quede un pié por empezar y el otro en la mitad de la uña más gorda. Y repito; sabiendo que la culpa es mía; o porque mis uñas están haciendose ya, con los años, unos mejillones de cuidado o porque debí comprar el cortaúñas en una ferretería. Y, por cierto, haber guardado el recibo de la farmacia para ir ahora a reclamarles. Soy por las dos vías el culpable, eso está claro.
Os cuento todo esto porque ahora que se termina el día no tengo nada que contarles, y no es sólo algo del día de hoy; en este mes de agosto no tengo ni gota de imaginación; la inspiración se ha largado, las musas estarán en la playa. ¿Volverán? No sé; por todo ello ahora no tengo claro si no volveré a escribir en todo el mes de agosto o si en cambio apareceré por aquí de vez en cuando a contarles batallitas.
Siento perder la reputación que pudiera quedarme tan de golpe, pero si hay que quemar las naves se queman, y si tengo que morir matando pues mato. (Lo de mato lo digo por mi reputación. Que no se preocupen aquellos farmacéuticos que vendan cortaúñas; un servidor nunca fue violento)
Etiquetas: batallitas
2 comentarios:
Manda huevos!!
...y mandó un cartón...
Qué glamour tiene la entrada de hoy Aureliano jeje
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