Tantas penas
A veces se ven madres locas andando por las calles. Son madres locas de amor que a cada minuto se acuerdan de una pena. Tantas penas se les vienen a las cabezas que la realidad se les confunden con lo que anhelan; y van y vienen soñando despiertas, esperando que en algún momento el mal sueño termine, para despertar unos momentos antes de la última vez, y poder acariciar de nuevo aquel rostro y aquel pelo anillado del hijo que no llama, tan tarde es y que no vuelve. Más de diez años esperando. La paciencia le perdió el juicio; y nunca vuelve, y nunca vuelve...
La carretera, la curva, la noche, el árbol, la lluvia... ahí; en ese punto frío del silencio; un lapsus sangrante, un frenazo, y todo termina. Se va, y no queda nada, aparte de ropas que se secan entre las alas de las polillas. Colgadas en los armarios se marchitan ajadas, esas prendas que se quedaron sin sus cuerpos; zapatos sueltos, algunos no tienen pareja, y lo peor de todo es que ya no la necesitan. Una muñeca encima de la cama, unos patines dentro de una caja de cartón, unas cartas de amor sin corazón que les lata, juguetes que se volvieron viejos en un instante, en un momento seco, justo después de que sonara el teléfono; fin del viaje...
Se llamaba Juan Manuel, se llamaba Diego, se llamaba Gloria, se llamaba Francisco, se llamaban... nombres que el arcén se empeña en borrar, que la grava quiere tapar; las letras de esos nombres se las lleva un viento fuerte de fuego, que hace que las lágrimas ardan, que roba la fe y que deja marchito al mismo Dios de todos los cielos, de todos los muertos. El viento, el viento del tiempo viste prendas negras.
Te odio alcantarilla de la tarde, te odio estrecho puente en la niebla. Maldita guadaña veloz inmisericorde, maldito guardarraíl, maldita línea continua, maldito semáforo en ámbar que ni verde ni rojo.
Frágil vida que sigue. El mundo es un reloj sin agujas. Todo continua impasible. La carretera, paciente, espera.
La carretera, la curva, la noche, el árbol, la lluvia... ahí; en ese punto frío del silencio; un lapsus sangrante, un frenazo, y todo termina. Se va, y no queda nada, aparte de ropas que se secan entre las alas de las polillas. Colgadas en los armarios se marchitan ajadas, esas prendas que se quedaron sin sus cuerpos; zapatos sueltos, algunos no tienen pareja, y lo peor de todo es que ya no la necesitan. Una muñeca encima de la cama, unos patines dentro de una caja de cartón, unas cartas de amor sin corazón que les lata, juguetes que se volvieron viejos en un instante, en un momento seco, justo después de que sonara el teléfono; fin del viaje...
Se llamaba Juan Manuel, se llamaba Diego, se llamaba Gloria, se llamaba Francisco, se llamaban... nombres que el arcén se empeña en borrar, que la grava quiere tapar; las letras de esos nombres se las lleva un viento fuerte de fuego, que hace que las lágrimas ardan, que roba la fe y que deja marchito al mismo Dios de todos los cielos, de todos los muertos. El viento, el viento del tiempo viste prendas negras.
Te odio alcantarilla de la tarde, te odio estrecho puente en la niebla. Maldita guadaña veloz inmisericorde, maldito guardarraíl, maldita línea continua, maldito semáforo en ámbar que ni verde ni rojo.
Frágil vida que sigue. El mundo es un reloj sin agujas. Todo continua impasible. La carretera, paciente, espera.
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Etiquetas: Cosas mías
5 comentarios:
El año pasado trabajé a 80 kilómetros de mi casa, por una carretera infame... es cierto que en ocasiones se te escapa la idea, pero es duro el viajar si...
Besicos
Me he emocionado una vez más leyéndote amigo Aureliano, poeta gerenense, de espíritu de cometa al viento que sobrevuela majestuoso sobre la vulgaridad, la mentira y la ruindad.
Un abrazo...
Uff,Gabriela es aún pequeña, pero me acojona el tema.
Yo he hecho disparates y he tenido suerte. Espero que ella tenga aún más que yo :(
Un abrazo enorme tio.
Amigo, estupendo el post que nos has dejado. Siempre un placer volver por tu espacio.
Saludos y buen fin de semana.
Saludos amig@s.
Este aprendiz de poeta se siente muy bien acompañado por vuestros comentarios.
Me ha gustado mucho recibir tu halago Joaquín, pues si un escritor consigue emocionar entonces se puede sentir recompensado.
Bueno, este aprendiz de escritor.
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