Muñecas rotas
Hay mujeres, que valen el oro molido al peso.
Muchachas, que firmaron con el amor embustero.
Niñas, que en una noche se hicieron viejas.
Hembras, de apagada fe y esperanzas huecas.
Ellas, que daban la vida, en la estafa de una cama.
A los pocos meses, abandonadas en el camino.
Solas, tal vez con un hijo al que consolar llorando.
Qué pena, tan pobres, tan bellas, muñecas rotas,
corazones usados, como juguetes arrinconados.
Tal vez el amor no entienda de nada, ni de nadie.
Que las lágrimas, redondas, corran ahora rostro abajo.
Que el frío venga, en cueros, sin canción que las abrigue.
Pero pobres ellos, que por no tener no tiene ni amor.
Que acabarán solos, sin risas ni besos en los bolsillos
ni una voz cierta que les digan las enteras verdades
ni un susurro tierno que mencione las medias mentiras.
Hay hombres que ni niños ni viejos; solo hombres.
Que visten mujeres como si fueran chaquetas,
las llevan del brazo, las lucen, las presumen,
exponen sus trofeos de mujeres mancilladas.
Y luego las tiran, para volver a perderlas.
Que visten mujeres como si fueran chaquetas,
las llevan del brazo, las lucen, las presumen,
exponen sus trofeos de mujeres mancilladas.
Y luego las tiran, para volver a perderlas.
3 comentarios:
Pena de hombres :(
Un abrazo enormes Aureliano
Gracias,esas palabras tan bonitas y necesarias
No hay de qué, Jenny. La vida sigue, y de cada caida uno se leventa más fuerte. Y nunca, nunca, se termirá esa fuente inagotable que llevan las buenas personas dentro, y que es la capacidad de amar. Seguro que tu fuente es muy hermosa.
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