viernes, septiembre 21, 2012

De donde vengo


Y el grano que cayó a la tierra,
y que no se lo comió el pájaro
ni lo secó y mató el vil solano;
ese que no lo aplastaron las piedras,
ese vivió, y de uno solo brotó la espiga.

                          Y de cada grano vinieron más granos,
esa es la vida que vuelve a la vida,
una y otra vez a echar raíces,
sembrando anclas; nudos al suelo.


La tierra germina con cada trigo,
y después la harina; y las buenas masas;
y de esa masa; los hombres y las mujeres,
trigo nacido de aquellos granos.


Y hubo en los siglos muchos granos,
rodados en la historia de todo lo antiguo.
Pero, para nosotros, el germen se llamó Felipe
y la semilla, primera; se llamó Carmela,
y de ellos nacieron siete semillas,
y vinieron, gracias a ellos, otros granos...


Y nuestra raíz, clavada en la tierra, dice:
de donde somos, de donde venimos;
que no se nos olvide, que quede claro,
como los ojos de aquella Carmela;
que somos de dónde fuimos;
de aquel trigo dulce de la Brujera,
del barrio antiguo de las viejas casas;
de tejas, lumbrares y soberaos,
del charco, de la gotera, de la alpargata,
del frío, del calor y de la llovizna.


Crecimos al sol, al viento, de la mañana;
del brazo fuerte de una hembra de pelo tenso,
de las maderas recias del carro de un arriero.


Crecimos de una piara de cabras hartas,
de una carga de ramón sobre una mula.
Con nuestros pies en los olivos,
en las piedras, en los terrones.


Nuestras manos en las bellotas,
en los jarales, en los jornales
Venimos todos, que quede claro,
de una tiendecita que ahuyentaba el hambre,
de un día largo de trato y vino,
de un sufrimiento, de una esperanza...
de unas putas muletas, de hierro amargo.


Venimos de un pueblo con alma de piedra,
de un puñado de niños en un lejío,
de un: ¡a ver chanca, traete más agua!
Siempre peones y nunca mantenidos.


Qué fortaleza de piedra y carne,
habitaba siempre aquella pareja;
los dos a un frente dieron su vida
de seca sed, de ahogada tormenta.


Siete hijos, que son ahora, raíz y espiga;
trabajo, tesón, honradez, franqueza,
herencia rica de aquel Felipe
leche y calostro de una Carmela.


Siete hijos, siete semillas
se multiplican, llenan el mundo,
viven y mueren en cada estrella.


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2 comentarios:

Blogger Erna Ehlert ha dicho...

Qué alegría volver a escucharte!!!

22 de septiembre de 2012, 0:14  
Blogger Felipe Marín Álvarez ha dicho...

Un abrazo amiga Erna

22 de septiembre de 2012, 23:18  

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