domingo, mayo 01, 2011

Músicos callejeros


Vente, vente, que si vienes conmigo te prometo la lluvia.
Te daré caminos, de tierras y barros, de nubes blancas y oscuras tormentas. Que si vienes conmigo andaremos por todas las calles, patearemos ciudades eternas, pasaremos por los viejos puentes romanos, pisaremos las calzadas de las piedras olvidadas. Bajo arcos musulmanes aguardaremos, y subiremos las cuestas de los castillos templarios. Por montes, cerros, bosques y veredas, junto a las ovejas trashumantes. En antiguos caminos de arrieros respiraremos el viento de las montañas. Y cruzaremos los valles solitarios hasta llegar a las pequeñas aldeas, para tocar nuestro acordeón, ronco pero alegre, que nos dará el pan que nadie nos niega; ese pan, nuestro, de cada día.

Tú pasarás el plato y yo la pandereta, y sonarán nuestras canciones ante las mudas piedras de las plazas, frente a las gentes de las sillas de las tabernas.

Vente conmigo, entre campos de espigas, por senderos de cañaverales verdes, junto a zarzales angostos, bajo el cantar del cuco que busca a su hembra. A caminar por caminar, por encima de las letras y de los antiguos cuentos heredados de los viejos, o inventados, a la vez que se van cantando.

Y sacaré de cada bolsillo un pajarillo, una historia que contar a los chiquillos, un trozo de pan, un cacho de tocino, una bota con la que endulzarnos el gaznate. Nos pararemos en el camino y sacaremos las vituallas para tomarlas charlando, escuchando la música de los árboles... los silbidos que bailan entre las hojas de los álamos y de los chopos de las riberas.

Luego, botas al camino; un pié detrás del otro mirando el cielo, pensando en canciones que cantará por la noche el añejo y tierno acordeón, imaginando y jugando a qué se parecen las nubes, justo antes de que empiece un chaparrón. Y encontraremos el chozo de un pastor y nos meteremos dentro, y miraremos como fuera descarga la lluvia, y aspiraremos el olor que regala la tierra mojada para así tomar la vida en cada cosa.

Sin más reino que nuestros rotos sombreros, con la misma prisa de la hierba cuando crece, con el ritmo firme de las norias de las huertas, con el tiempo que se da la fruta madurando. Siendo y viviendo como músicos callejeros.






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3 comentarios:

Blogger DANI ha dicho...

Eres un genio tio! parece que no digas nada y sin embargo revuelves las entrañas.

Un abrazo callejero

2 de mayo de 2011, 22:20  
Blogger Pelayo ha dicho...

Lo bordas cada vez que quieres... un aplauso por favor!!

Un abrazo, compañero.

3 de mayo de 2011, 11:48  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Es muy agradable leer algo que llega a emocionarte....a medida que lo hacía me parecía estar escuchando una hermosa balada....tus palabras ponian las notas....

Un saludo

Sargantana

4 de mayo de 2011, 14:47  

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