Una parada
Nada como un sol tibio para el descanso del caminante.
Llenos los rayos de un canto cálido y adormecido.
El Sol da todo lo que el alma pierde.
Entran por los poros diminutas gotas de luz. Benditas gotas.
Despacito, sin prisa, necesitamos del Sol como de la madre.
¿Será quizá ese el dios y no otro? El que nos mira y no deja ser mirado.
Redondo, fuerte, tierno, calentito.
En el banco el Sol es la manta más liviana. La mejor de las caricias.
Dormitamos, soñamos... Bajo el Sol durmiendo se exprime la vida.
Cabezada ligera del caminante. La energía que entra en los huesos, la piel que se recarga.
Echo de menos el Sol, en este febrero ajado, sin carnaval ni papas fritas.
Bienvenido seas. Siempre nos quedará el Sol.
Etiquetas: Cosas mías
6 comentarios:
Pues sí, lo bueno que tienen ciertas cosas, no todas, por supuesto, es que vuelven.
Bienvenido, entonces, de nuevo.
Estoy contigo... los primeros soles son los que mejor sientan...
Besicos
Celebro tu esperado regreso!!
Un saludo amigo.
No tengas prisa, seguro que tal como esta el pasís a todos nos llegarán los lunes al sol. Yo aún espero aguantar unos meses más ;)
Un abrazo enorme
Gracias por volver, esperaba ansiosa tu regreso. Un beso.
Lo peor es que no sé si he vuelto o no. Digamos, por tanto, que a ver que pasa. Gracias por vuestra virtual compañía.
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