lunes, mayo 12, 2008

La magia de las cosas simples


Se pueden coleccionar amores como el que cuelga cabezas muertas en el salón de su casa. Esos o esas, si bien fanfarronean con sus trofeos, suele dejar un rastro sangrante de corazones rotos. Ésto no va conmigo.

Otros coleccionan sellos, pegatinas, cromos, carteles de cine. Son buenas colecciones pero creo que nunca se siente satisfechos, más bien me parece que terminan las colecciones por cansancio, sabiendo que son más las ausencias que las presencias.

Una vez coleccioné monedas, pero quizás dejé de hacerlo pues en el fondo parecía que, cuando menos, adoraba al becerro de oro, motivo de la mayoría de los sufrimientos de los humanos.

Está el que colecciona relojes de pulsera, joyas, pantalones de marca. Esta tampoco coincide con mi gusto pues, en mi humilde opinión, creo son utilizados por los listos para ganar dinero a su costa.

Los menos coleccionan motos antiguas, coches de época. Son aficiones más bonitas en cuanto a las restauraciones; al conseguir una difícil pieza. Increíbles en el milagro mecánico de devolver la vida el objeto inerte. Este coleccionista se lo pasa en grande, pero suele ser maniático del trapo y del plumero, todo el santo día dando brillo, quitando con el vaho de su boca las cagaditas de las moscas de los niquelados; Seguro me cansaría.

Otros coleccionan mariposas secas, insectos muertos pinchados por alfileres detrás de las vitrinas. Una vez empecé una colección de éstas, pero la dejé de inmediato cuando sospeché que el cielo de los insectos muertos tampoco existe.

Alguna vez alguien me dijo que no estaría mal empezar una colección con sus móviles viejos, y al principio no me pareció mala idea, pero me cercó la duda si en el fondo no es una forma más para que un móvil se agarre, como una garrapata, a tu vida incluso después de muerto. No lo aguantaría.

Entonces pensé en coleccionar cosas raras. No sé... ¿Y coleccionar puestas de Sol?. Todas las tardes desde distintos paisajes y ciudades del mundo contemplando como el círculo solar deja paso a la visión del Universo. Sin duda una colección preciosa pero, al poco, acabaría nadando en una melancolía enfermiza de la que, quién sabe si, nunca podría salir. Además, las puestas de sol no son raras, lo raro es tener el lugar y el tiempo necesario para verlas. No, ésta tampoco.

Después de mucho pensar, rechazadas éstas y otras colecciones, me senté una tarde en la Azoteilla para sencillamente mirar al cielo. Y allá en lo alto, en un techo esponjoso, viajaban al oeste, con prisa; un par de dragones, una paloma, tres barcos, la cara de un gato y un elefante de circo. Entonces decidí empezar mi colección; Mi colección de nubes.
Estos son mis dos únicos ejemplares. De momento sólo he cazado un perro y dos fantasmas, uno de los cuales, feliz, se come una cigüeña.

Las comparto con vosotros.
Mis nubes, motivos para creer en la magia de las cosas simples.


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1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Bonita colección paisano. Esperamos, dado su buen gusto por la instantánea, que no sea egoísta y se reserve sólo para usted su colección de nubes, sino que la comparta con el resto de seguidores.

Yo colecciono música...viejos vinilos, rollos de pianola, cds musicales...para gustos, colecciones.

Un abrazo y no olvide llevar nunca la cámara encima.

P.D.: Siento no poder haber participado en el relato colectivo. Me han cogido días muy atareados. Les quedó de muerte

13 de mayo de 2008, 10:08  

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