Matar una mosca
-Papá he matado una mosca-. Me dijo mi hija desde el asiento trasero del coche.
Yo estaba pendiente de las esquinas, de las señales de stop y de los cedas el paso. No le echaba cuenta.
- ¡Papá!, te digo que he matado una mosca; como no dejaba de volar por el coche la he aplastado-. Entonces reaccioné, pensé en aquel bicho destripado, sangrando, manchando de vísceras viscosas los dedos de mi pequeña niña.
-¿Te manchaste? – Le pregunté.
-No papá, la he aplastado con un clinex.
-Bueno no te preocupes, yo he matado muchas moscas, decenas, quizás cientos. Cuando era pequeño las cazaba a puñados; a veces cuatro o cinco a la vez. Quizás más. Y en verano, cuando las mosquitas pequeñas se acercaban al flexo, las aplastaba entre las hojas del diccionario de ingles.
-Papá, ¡pero es que la tengo aquí muerta!-. Su voz era angustiosa.
-Eso no tiene importancia; yo les cortaba las patas, o las mataba con las gomillas o, después de quitarles las alas, se las daba de comer a las arañas o a las hormigas. No te preocupes, matar una mosca es algo que todo el mundo hace.
-Sí papá, ¡Pero es la primera vez que mato una mosca!
A veces una niña de 7 años te puede dejar sin argumentos.
Etiquetas: Foto flor seca., Relato corto
2 comentarios:
precioso relato de viaje
Que difícil es a veces explicar las cosas y aún más conduciendo.
Un abrazo Aureliano y un beso a tu pequeña.
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