sábado, enero 26, 2008

Un ojo del tiempo.

La cerradura de la puerta de "El Palacio" está siempre mirando, como un ojo del tiempo. Desde su posición privilegida nos mira; cuando nos llevan a la pila, cuando hacemos la comunión, en nuestra boda, cuando llevamos a nuestros hijos al bautismo, en las misas de difuntos, en nuestro sepelio.

Es un ojo atento, todos pasamos por su mirada, a veces contentos, otras tristes, siempre nos ve arreglados, la última con un traje de pino.

Y el ojo que observa seguirá nuestros pasos, cada vez que entremos o salgamos de la Iglesia, con su vieja memoria de tablas nobles y su mirada fría y distante. Nunca derramará una lágrima, todo es natural, todo es habitual, nada nuevo pasa ante él en el último siglo. Siempre el mismo acto con distintos actores. Quien llega se va con lo puesto, es ley de vida.

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