miércoles, febrero 06, 2008

Conciencia libre para obrar si conciencia.


Ya publiqué dos fotos de estas mismas farolas. Ahora con esta ya son tres. Hoy tenía ganas de volver al mar. Pero más que marinero soy de secano, por eso siempre os enseño el mar desde la orilla.
Hoy no sé que escribir, será cosa de falta de inspiración, ¿que digo, que cuento?, no sé. Miraré la foto a ver si se me ocurre algo.....

!Ya!. Hablaré de la luz, de la energía, del consumo de energía, empiezo:


Hace miles de millones de años hubo un planeta extraño, su rareza radicaba en tener agua líquida, algo insólito. Ni Alá, ni Buda, ni siquiera un viejo con barbas viviendo en las nubes, sólo agua líquida. Dos átomos de hidrogeno y uno de oxígeno que podían encontrarse en estado sólido, gaseoso, pero también en líquido.

Gracias a este agua se pudo hacer el sofrito de la vida; hidrógeno, oxígeno, carbono, nitrógeno y muchos más ingredientes. No hizo falta de Arguiñano. Solito se hizo el guiso. Todo templadito, batido por las olas de un mar puro y solitario, sin testigos, sin mirones, solo el sol calentando y la luna mareando.

Pasaron millones de años y gracias al amor de unos átomos por otros, al deseo de las moléculas por unirse, de las bacterias por fusionarse, de los protozoos por intercambiarse trozos de sí mismo. Gracias al amor y al sol fuimos evolucionando hasta ser hoy lo que somos.
Nuestra estrella, día tras día, en cada giro del planeta, calentaba el agua, la tierra, el aire y a los seres vivos. Su energía, sus fotones, por la acción de la fotosíntesis se transformaba en materia, en troncos, en raíces, hojas, flores. Y esta nueva materia, pasaba por la cadena alimenticia a los herbívoros, y de ellos a los carnívoros y, más tardes, a otros eslabones como los descomponedores, que volvían a desordenar el puzzle de la vida para convertir las estructuras orgánicas en sus elementos indivisibles más puros.

Bosques inmensos, criaturas animales variopintas, sin más ley que la natural, sin fronteras, sin mapas; el Sol, su energía y la cadena de la materia que finalmente dejaría en herencia el carbón y el petróleo.

Solo poner un pero, una especie, un mamífero, que andaba a dos patas, destacó del resto de los seres vivos, pues se hizo el amo o, mejor dicho, robó el planeta el resto de las especies, hasta convertirse en su peor plaga. Ocupaba todos los ecosistemas del mundo, se adaptaba al frío, al calor, a las montañas, a los valles, a las costas, a la lluvia, al desierto, llegaba se adaptaba y se reproducía. El aparearse no es de extrañar, todas los seres vivos somos hijos del amor y del sol. Traemos ese mensaje en los genes.

Pero pongamos otro pero. Un indivíduo vivo solo dura unos pocos años, así que nace, se reproduce, muere, y conocerá a sus hijos, tal vez a sus nietos, después de ahí carta libre, nadie le pedirá cuentas. Por tanto conciencia libre para obrar sin conciencia.

El sol mientras calentando, las plantas a lo suyo, todo preparado para el gran asalto, para que el último mono, y nunca mejor dicho, se cagara en todos los hijos por nacer, en la naturaleza, en el Sol y si te descuidas hasta en tu madre.

Alguien descubrió la máquina de vapor, otro el motor de combustión interna, otro la bombilla, y de ahí hasta el "action power forte plus", que pone duros los músculos de la barriga, imagínense si nos inventamos cosas todas ellas necesarias.

Y por abreviar, que ya son las 23:28, después de esto, la locura, quema masiva de carbón, tala y fuego para los árboles, quemar petróleo para ir a por tabaco; a quemar, a quemar, que si yo no lo quemo otro lo quemará.
Y desde que empezara la orgía energética, el ser vivo dominante saquea, sin contemplaciones, las despensas de Sol del subsuelo. Mientras dure. Pues nunca tendrá bastante, nunca saciará su sed de consumo.
El sol seguirá mandando fotones, pero gastamos más que se almacenan.
Que culpa tengo yo que mi coche eche humo.
Si se contamina el agua, la compramos de botella.
Si no llueve construiremos una desaladora.
Si el césped no está verde se despide al jardinero, la bola de golf no rueda como debiera.

Convertidos en los ladrones de los hijos por venir. Ladrones de nuestros semejantes. Habitantes de los guetos del bienestar. Tras la valla electrificada, al otro lado, los demás, los desheredados de la energía. Sencillamente los "pobrecitos, que pena. Tengo que comprar alguna cosa que, guardada en un cajón, haga sentirme mejor"

















A. Buendía.

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