domingo, enero 20, 2013

El tesoro de tus garabatos


No existe obra de arte más pura
que el tesoro de tus garabatos.

Me gustan tantos tus dibujos;
tienen la inocencia, la curiosidad,
la vitalidad de tu ser menudo;
esa imaginación de niña y de mujer.

Me gusta ver lo que tus manos fabrican.
No me imagino mejor artesana
ni arte más imprescindible
ni pintora más tierna
ni escultora más asilvestrada.

Cuando dibujas la realidad
con tus marañas pequeñas,
esta realidad a veces opresora,
este mundo de números y sables,
todo él se llena de hormigas;
bichitos de azúcar y caramelo,
líneas finas que matan las armas;
todo lo que hace daño lo borra tu goma
y en tus dibujos retratas un mundo mágico
donde las cosas son lo que son...
y donde nada quiere ser lo que parece.

Me gustaría tanto entrar en tus dibujos;
transformar mi persona en una de tus hormigas;
todo yo azul, negro, rosa y amarillo;
una mesa, una silla, un niño que corre por su cometa;
dibujado por ti, vestido de aquello que mana en tus manos.

Si pudiera, en vez de hombre, ser tu dibujo,
perderme en el mundo de tus pequeñas cosas,
sencillamente un garabato tuyo
y librarme de todo aquello
que en ocasiones me acosa.

Si dejara aparcada mi vida
en la zona azul de tus inventos.
Entonces sí sería para ti ese padre,
uno de esos hombres casi perfectos.

Haz hija de mí uno de tus garabatos,
una ilusión de tu mente, de tu prodigio;
porque el día en que te hayamos robado todos tus sueños
ese día en que me despiertes de tus dibujos,
a ver que vas hacer ese día con tu pobre padre
a ver qué vamos a hacer ese día conmigo.