miércoles, septiembre 30, 2009

El derecho al delirio (Por Eduardo Galeano)


¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:

el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;

en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros;

la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;

el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas;

la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar;

se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega;

en ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;

los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;

los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;

los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;

los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas;

la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;

la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero;

nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene;

el mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra;

la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;

nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;

los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;

los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;

la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla;

la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;

la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;

una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América; una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú;

en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;

la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;

la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»;

serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;

los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar;

seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo;

la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.

Autor: Eduardo Galeano

http://www.patriagrande.net/uruguay/eduardo.galeano/patas.arriba/index.html

Etiquetas:

lunes, septiembre 28, 2009

Por una sociedad cívica


Hace varias semanas en una playa de Portugal pude ver, para mi asombro, que en el mismo pasillo de acceso a la misma, además de varias papeleras para los distintos tipos de basuras, había numerosos conos de plástico rojos para que, los que fumamos, no dejáramos las colillas tiradas por la arena y las depositáramos en ellos. Cada fumador antes de entrar en la playa coge su cono y luego, al irse, lo vacía en una papelera, para luego dejarlo en el mismo sitio que lo encontró hasta su próxima utilización.

Pensé: -¡Bravo! Esto está bien; porque los que echamos un cigarrito de vez en cuando no debemos molestar con nuestras colillas a los que quieren disfrutar de una playa limpia, sin desperdicios y boquillas sucias aromatizando toallas y fiambreras tupperware.

Es para alegrarse que los humanos seamos capaces de modificar nuestros hábitos para no perjudicar los gustos y las vidas de nuestros semejantes. La llamada conciencia cívica que no cínica.

Hay muchos ejemplos; el caso de los vecinos que tienden la ropa exprimida para no mojar a la de la familia de abajo, o cuando tiramos la basura por la noche, o recogemos la caquita del perro -de eso, ya saben, tengo alguna experiencia-, o no se nos ocurriría poner el equipo de música a revienta calderas a las tres de la madrugada. Todas estas acciones son muestras del respeto a nuestros semejantes; porque aceptamos que, como vivimos en ella, es bueno cuidar nuestra sociedad.

No es difícil, en absoluto, modificar nuestros hábitos para no perjudicar al prójimo. Es muy sencillo, es tan fácil como asumir que todos merecemos respeto. Pero que no se escuden en: “Esto ha sido así toda la vida, ha sido así siempre”. Que no insulten más la inteligencia. Por ejemplo; antes se escupía en el suelo de los bares y se tenía que esparcir aserrín para no resbalarse con los asquerosos efluvios, y ahora nos podemos tomar un vinito sobre un suelo limpio que da gusto verlo. Hay ciertas “tradiciones” que pueden sacar al gran imbécil de capirote que cada uno lleva dentro.

Una falta deliberada de respeto al prójimo sólo se puede disculpar desde la más absoluta y desmedida ignorancia. Aunque desgraciadamente dudo si es sólo ignorancia o, sencillamente, una falta de vergüenza de campeonato; lo primero puede tener arreglo pero
la falta de vergüenza es complicada de reparar; decían que la curaba el viejo con dos hostias, bueno será pensar que, a falta de éste, la vaya metiendo en los cuerpos las autoridades.

Buenas noches, si alguien se dio por aludido –como decía Pepe Pichón- ¡Qué se chupe el yesqui!

Etiquetas:

domingo, septiembre 20, 2009

Caminito del Chamorro




Ay lucero Matagañanes

a tí quién te despierta

caminito del Chamorro

carril de ilusiones yermas.


La luna se va meciendo,

blanco y redondo pañuelo,

en los alambres del sueño

el solitario mochuelo.


Manos, pies, pellejo duro,

sombrero de esparto, mirada quieta,

pasos dormidos entre los cardos,

sobre terrones y suelas secas.


Y al mediodía vendrá el Sol,

con el calor de su fatiga.

quién quemará con su sudor,

las esperanzas de tantas vidas.

Etiquetas:

miércoles, septiembre 16, 2009

Recordando mejores tiempos


Esta mañana lo hicieron frente al kiosco de los helados, y ahora escribo, mientras tomo un cortado, en una terraza playera. El camarero, un señor mayor de pelo canoso y sonrisa sincera, les ofrece una rosada loncha de mortadela.

En realidad yo no quería tener perro. Ha sido cosa de mi mujer que tenga dos. Como dice mi madre; “¡No quería coles, y el plato lleno!”

Será que pensaba me libraría, en la vida, de la monótona obligación de tener que sacar a pasear perros, que no reparé en mi craso error, pues no soy yo quien los saca de paseo, que son mis perros los que me sacan de paseo a mí. En vacaciones; quiera o no quiera, tres veces diarias, para que hable con otros humanos a los que también les sacan sus perros, aunque ellos piensen que es justo al revés.

Compruebo, en mis propias carnes, el asunto ese de la conversación breve perruna, del cruce de un par de frases sueltas. Eso ocurre siempre, mientras mis perros ponen su huevo. Dicho de otro modo menos fino; mientras cagan.

Que si mi hija se casó y no le cabía en el piso. Que si se ha comido un sofá entero y cargado la tapicería del coche. Que si es un joya que hace sus necesidades sobre una hoja de periódico. Lástima que quizás no sepa leer el chucho, disfrutaría tanto leyendo mientras aprieta o dejando un premio marrón y doble sobre la cara del presidente de algún sitio.

No puedo evitar que me asalte la duda; ¿qué sería mejor, que mis perros cagasen en casa o que lo hiciesen en plena calle? En mi casa, al menos, las recogidas de sus depósitos serían en privado. Para estos menesteres es del todo preferible, pienso yo, la intimidad, y no agacharse, bolsita en mano, junto a los pies y las miradas de decenas de personas en pleno paseo marítimo; ¡una persona civilizada como yo, el pudor desahuciado y la mano calentita!

Sirven también esta salidas para que con mis orejas, como un vuayer de los sonidos, grabe dialectos y jergas que la sociedad de hoy utiliza. Ayer, por ejemplo, me pasó al lado un caso de esas interesantes interacciones del lenguaje moderno; resulta que dos chicas de entre dieciséis y dieciocho años caminaban decididas delante mía y de mis perros hasta aproximarse a un grupo de chavales. Una de ellas llevaba un vestido ceñido de color negro, la otra no recuerdo muy bien como iba, pues casi no me dio tiempo de mirarla cuando ya había comenzado la conversación que contuvo toda mi atención:

-¿Tenéis papel?-. Dijo la chica del vestido oscuro.
El receptor de la pregunta era un chico bajito, muy joven, de pantalones cortos, zapatillas deportivas y una camisa amarilla abierta totalmente al frente; la moda actual será, además de enseñar los calzoncillos, no abrocharse ningún botón, digo yo.
El grupo, del que a todas luces era líder el de la camisa desabotonada, estaría compuesto por cuatro o cinco adolescentes que portaban bolsas de plástico con los aliños para la botellona; sobresalía de una de las bolsas una botella grande de Coca-cola y una ristra de vasos de plástico.

Así que, repito, la chica preguntó: -¿Tenéis papel?-. A lo que el chico respondió: -¿Pa qué, pa un porro?
Llegado a este punto mi sorpresa fue mayúscula, -y considerando yo que fumar un porrito de vez en cuando no nos hace ni peores ni mejores-, asombrado, no por el contenido de la frase sino porque la pregunta se formulaba a voz fuerte, clara, casi gritando, en pleno paseo marítimo, y claro no era el único que escuchaba atento el desenlace de la conversación.

En ese momento mis cavilaciones se concentraron, y por eso paro un segundo la historia, pues con un segundo la mente puede sobrarse. Mi interés era descubrir si las dos chicas eran, o no, amigas de los mancebos. Pues el colmo de mi escandalizada moral de tres al cuarto era pensar que, tanto las necesitadas de celulosa como los posibles suministradores, no se conocían absolutamente de nada, siendo aquella vez y con aquellas palabras la primera, en sus vidas, que se dirigían las unas a los otros.

Bueno, no me entretengo más y vuelvo al inicio de la conversación:
-¿Tenéis papel?
-¿Pa qué, pa un porro?
-No, pa limpiarme el culo, ¡no te jode!-. Espetó la chica.
El chaval, sin ruborizarse, la miró sonriendo mientras se sacaba del bolsillo una paquetito: -Toma, y a ver si nos invitáis a unas caladas-. Ellas ya no hablaron más, cogieron su papel, se dieron media vuelta y las perdí de vista.

Mejor nos vamos -les dije a mis perros-, por hoy ya está bien de poesía.


Etiquetas:

jueves, septiembre 10, 2009

Poner señales


A veces es útil mirar esa criatura de leyenda mitad mujer, mitad hembra. Mientras lo hago las sensaciones pasan por mí como si fueran un tren con cientos de vagones, o como si empezara a descargar una tormenta y se desbordara, de golpe, una torrentera de montaña.

Luego me pierdo en su magia y tardos varios segundos en encontrar el camino.

Deberían poner señales de trafico a su lado, cerca suya, que advirtieran su presencia, para que nunca me la pierda, para recoger siempre el regalo pícaro de su sonrisa.

A veces es útil brindarle un chiste, una gracia, un chascarrillo, aunque sea sólo para tenerla cerca y así olerla.

Etiquetas:

jueves, septiembre 03, 2009

Niña de cielo


Conocí una vez una niña que se pasaba el día mirando al cielo.
-Es una gran suerte tener hoy un cielo así –Pensó -. Qué sorpresa tan maravillosa tener allí arriba un toro fiero, alzado de manos, feliz de sentirse libre. Y también una vaca mugiendo. Fantástico cielo; precioso prado empujado por los vientos.




Y vio un caracol que parecía querer comerse a una palmera, pero el viento no le dejaba, la palmera se sonreía, sabía que el viento haría cualquier cosa por ella, porque todos sabemos que los vientos aman las palmeras. El viento del sur lo empujó hasta disolverlo, o lo convirtió en otra cosa, creo que lluvia... eso; lluvia con la que alimentar palmeras.



Pero el cielo, siempre cambiante, luego fue de mar todo lleno, con olas, rizos, espumas brillantes... y sobre el agua flotó un velero; mágica nave cargada, quizá, de mensajes de amor, o lo mismo era un pesquero que se iba llevando en sus redes mentiras y recuerdos tristes.


Juega niña de cielo, con las nubes, con tus sueños.

Nota: Ya publiqué dos entradas más con mi colección de nubes, pueden verla pinchando abajo.
Colección de nubes.

Etiquetas: ,

miércoles, septiembre 02, 2009

Si una mosca...


Tan buenos Blogs frecuento que ya no me da tiempo dejar todos lo comentarios que quisiera y cuando termino de leerlos todos y comentar los que puedo, me digo: ¡Joder! Se fue la noche y ya no tengo tiempo para crear mi entrada.
Sea una vez por esto, sea otra porque se secó de forma preocupante la inspiración, que cada vez se hace más complicado decir algo interesante. Pero bueno... lo intentaré y lo voy a hacer un tanto a traición; porque en vez de decir voy a preguntar.

Dedico esta entrada a mi amigo Limia, porque fue él quien me la sugirió.

Duda 1
Si en el AVE una mosca está en la parte delantera de un vagón y se va volando a la parte trasera del mismo... ¿le será más fácil con el tren a 300 km/hora Despeñaperros abajo que con el tren parado?

Duda 2
Si una mosca se llevara 12 horas volando, suspendida en el aire sin moverse, y antes que se le gaste la reserva baja... ¿estará al otro lado del planeta?

Duda 3
Si la mosca de siempre está dentro de un ascensor posada en una pared y el ascensor empieza a subir, pongamos que un edificio de 100 plantas, y por la planta 80, mientras el ascensor sigue subiendo, le da a la mosca por volar para ir a la pared de enfrente... ¿Se va la mosca para el suelo o vuela fácilmente en línea recta y sin complicaciones como si el ascensor estuviera parado?

Duda 4 y la última
Si la mosca ha sobrevivido a todos los experimentos anteriores y entra en un coche que está parado y, sin que la mosca se pose nunca, el coche empieza a rodar muy despacito y poco a poco, repito, siempre la mosca volando, el coche se pone a 200 km/h. Si todo esto se hace progresivamente y la mosca no se ha posado nunca, ¿Estará la mosca más cansada que con el coche parado?

En la foto pueden ver como quedó la mosca; porque después de los experimentos de vuelo nos pusimos con los de nado.

Buenas noches.

Etiquetas: