viernes, julio 30, 2010

La Murga del Berrocal


La murga del Berrocal.

El camino del Berrocal
es el nombre popular
que en el pueblo se conoce
desde siempre aquel lugar.

Ahora no se por qué
cuestiones de medio ambiente
quieren ponerle el nombre
de Rodríguez de la fuente.

En el pleno del ayuntamiento
el asunto han discutido
pero en esto y como siempre
como entraron han salido.

Lo vi con todo detalle
en el video del Periquín
por lo visto la propuesta
la ha hecho un tal Joaquín.

Yo no se de que va esto
y en el fondo me da igual
porque aquello será siempre
el camino del Berrocal.

Pero ahora por lo visto
el asunto se ha enredado
porque dicen que el Joaquín
al alcalde ha criticado.

El alcalde para un chapú
ha quitado una cancela
Y el chaval le ha preguntado
¿Los árboles quién los riega?

Estamos en pleno verano
cuando la calor aprieta
como no hagan algo pronto
esos árboles se secan.



Autor: Anónimo

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martes, julio 27, 2010

Una murga tragicómica


Cosas del progreso que en Gerena se perdiera aquella preciosa tradición de sacarle punta a todas las venturas con aquellas bellas canciones. Porque ahora nos la pintan en bastos para una buena ristra de murgas, como aquellas que hace ya algún tiempo publicara por aquí.

¡Ay! Aquellos trovadores que fabricaban versos ácidos y graciosos dejando huellas casi en los mismos genes, pues luego aquellas canciones se heredaban como los lunares, como los andares, de padres a hijos, de abuelas a nietas...

Hoy, si yo fuera uno de aquellos juglares de antaño, póngase el caso de uno de los mejores: Diego el de Laura, quizá empezaría una murga de esta manera:

“Tan malita estaba la cosa, en nuestro Ayuntamiento.
Que recortaban cancelas, además de muchos sueldos”


Pero no tengo el ingenio de D. Diego el de Laura, así que no puedo hacer otra cosa que mal remedarlo y hacer como el que hace, para luego no hacer nada. Ahora; el tema está bien candente; pero faltan poetas, y cancelas.

Hoy quiero opinar, o criticar, según se mire, pero si lo hago con respeto nadie se debiera ofender y porque además no tengo nada que escribir, y así la agonía de este blog puede seguir alargándose, hasta que a uno le dé por otra cosa.

Sobre el asunto de la cancela del Berrocal me gustaría exponer varios puntos; intentaré ser breve:

1º El protocolo.
Aun intuyendo que alguien de Gerena próximo al equipo de Gobierno, al menos una sola persona, no digo todos, leen los blogs de Gerena, y por supuesto “Gerena Verde”. Joaquín Santos debió dejar un escrito en el Ayuntamiento con la petición de la cancela. Está sería la mejor forma de no dar lugar a excusas ni a dudas. Si el Ayuntamiento en 4, 5 días no hubiera hecho nada, entonces la muerte de los árboles habría sido responsabilidad, exclusivamente, de éste y además deliberadamente. (Lo vemos en las películas: cuando aparece un muerto no se debe entrar arrollando en la escena del crimen; se destruyen pruebas.)

2º Las formas.
Joaquín Santos perdió las formas en algún comentario y debiera haber medido mejor las palabras. (Amigo Joaquín: creo que en la dialéctica se pueden y se deben decir las cosas con elegancia) No estaría mal pedir disculpas.

3º Lo importante.
Por ahora sólo ha demostrado que le importen los árboles Joaquín Santos. Me baso para decir esto en que no he leído en el comunicado del PSOE ninguna referencia al asunto del riego. Mucha letra sí, pero ¿y el agua?
El Ayuntamiento, antes de ponerse a redactar ningún comunicado, debería haber regado los árboles de forma inmediata, y luego seguidamente haber restituido la cancela o haber puesto algo provisional que le permita a Joaquín entrar y salir. (Si lo ha hecho a fecha de hoy; le felicito) Después, con los árboles regaditos, nos ponemos a escribir. Y a ver humanos; la cancela es para que no se metan las cabras y las vacas, no se tiene que llamar al arquitecto municipal. Unas vallas de obras, unas cadenas, un candado y asunto resuelto. Si se quiere se hace; no es caro ni complicado.

4º El dialogo.
El Ayuntamiento debe, en lo sucesivo y en las actuaciones que realice en el Berrocal consultar con Joaquín Santos. Si Joaquín ha replantado todo el parque, y además es quien riega los árboles (él, las nubes, y para casi de contar), el Ayuntamiento debe facilitarle en todo lo posible esta labor. No cuesta tanto trabajo consultar, hablar, pedir opinión.


Y el gran maestro De Laura podría haber terminado la copla por ejemplo así:

“Qué suerte tener vecinos, como el hijo la Gabriela,
el que defiende los árboles, que mueren sin su cancela”



Una murga tragicómica.




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miércoles, julio 21, 2010

En todos los telediarios



En todos los telediarios los que mandan van a arreglar el mundo; se han puesto manos a la obra -qué miedo- para salvar la Tierra; y quizás ellos sean el problema.

En todos los telediarios hay un barco, un tren, un avión que se hunde; el hierro siempre gana a la carne; aquí, en Finlandia, al este de cualquier parte; siempre hay una coincidencia fatal, un cúmulo de casualidades que terminan, de golpe, con toda la buena suerte.

En todos los telediarios hay un asesino y una muerta, una cárcel y una tumba, un arma que no aparece, un suicida que fracasa, una vecina que dice que eran todos buena gente.

En todos lo telediarios se dice que han descubierto una nueva vacuna, pero sólo funciona en ratones. Creo que los ratones son bichos con suerte: cada vez que se ponen malos los curan y los sacan en televisión... aunque sospecho que quizás cuando sanan se olviden de soltarlos en el campo. Quizás...

En todos los telediarios se habla de los que no quieren llamarse España. A mí, particularmente, me importa un carajo, de los gordos, como quieran llamarse. Quizás deberíamos pasar un poco más de ellos; no estaría nada mal empezar a no echarles cuenta los lunes y los días múltiplos de uno.

En todos los telediarios el rey, la reina o el príncipe con su santa, inauguran algo, ¿El qué?; ¿A quién le importa? Salen tan bien en la foto... para qué queremos saber más; son guapos, están limpios y siempre cagan duro.

En todos los telediarios nos dicen que para el frío lo mejor es abrigarse y que para el calor lo mejor es refrescarse. De este tema no pienso decir nada pues no quiero confundir al respetable y que mañana me acusen de homicida involuntario.

En todos los telediarios nos dicen que no se sabe quién ganará la liga. Sinceramente la liga es una soberana pérdida de tiempo: ¿Álguien tiene duda que las ganan siempre los mismos, y que son dos? Lo podrían decidir a cara o cruz.

En todos los telediarios las mujeres del tiempo tienen las piernas bonitas y hay una presentadora con la que a uno no le importaría quedarse encerrado en un ascensor entre planta y planta. (Siempre que se tenga tabaco, claro).





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sábado, julio 17, 2010

El fracaso




Sé que esto no tiene arreglo; no hace falta que nadie me lo diga.
Aunque lo he intentado de todas las formas posibles; por la buenas y por las malas, con calma y a la ligera, por lo civil y por lo criminal; no hay solución posible.

A veces estas cosas pasan y lo que parecía ir bien termina siendo un completo desastre, y lo peor es que todo lo que ha pasado ha sido culpa mía. Sólo mía; por no saber.

Porque lamentablemente todo se me fue de las manos y ahora me encuentro dolido, humillado, apartado; me siento un completo fracasado.


No han valido las ganas, no ha valido el esfuerzo; ya no tengo nada que hacer; recogerlo todo y marcharme. Llamaré a un fontanero; seguro que él sabrá como arreglar esta maldita cisterna.






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miércoles, julio 14, 2010

¡Vaya diligencia!



Cuando mi padre se levantaba de la siesta mi madre ya estaba en la cocina; en la casa se oía el silbido fino de la cafetera. Ellos lo tomaban mientras yo, perezoso y sin ganas, me incorporaba de la manta tirada en suelo, la recogía y me calzaba los botines viejos y la ropa de faena.

Tuve suerte de ser una vez un niño que trabajaba ayudando a su padre. Ahora, con la distancia de los años y la ganas de ser, a mi vez, un buen padre, comprendo que él así me estaba educando, me estaba entrenando para la vida, aquello de: “Dar cera... pulir cera”.

Después del café mi madre cogía las sobras de la comida y nos marchábamos al campo, pues había cosas que hacer. Siempre dijimos, en mi familia, que aquello más que hacer era emprender. Ahora, que los tiempos han cambiado, me acuerdo de esa palabra con cierta nostalgia, pues parece que he perdido, o quizás nunca tuve, aquella cosa rara. Parece que sólo mi padre atesoraba esa capacidad inmensa de emprender. Qué complicado emprender.

Y salíamos a la calle, aun cuando el calor sofocaba, pero antes de partir llamaba en la puerta de mi tata. Ella nos guardaba también los desperdicios de su casa. Yo metía la cabeza por su puerta encajada -esa puerta que en mi vida he conocido cerrada y que me dolería en el alma verla así algún día-, por la ranura entreabierta preguntaba, desde el mismo umbral, a pleno grito: “¡Tata...! ¿Hay desperdicios...?”
Mi más hipócrita interior decía: “Ojalá que no, ojalá que no haya”. Pero la mayoría de las veces había y ella me contestaba chillando desde lo más profundo: “¡Siiiiiii...!” Entonces yo, resignado con mi obligación de mandado, entraba y recogía un cubo que una vez fue todo de color azul. Dentro, tapados por una bolsa de plástico, nadaban despojos irreconocibles en un agrio cóctel; restos de gazpacho, sandía, algunas lentejas, varias trozos de bollos, otros caldos...

Fue en aquella época, en un ataque de inspiración, cuando se me ocurrió una celebre frase; debido al olor que desprendían los desperdicios desde el maletero del coche de mi padre teníamos, inevitablemente, que sacar las cabezas por las ventanas para poder llegar a la huerta con la menores fatigas y las mínimas arcadas. Aquel Simca 1.200 parecía por la cuesta de Periquillo una diligencia del oeste; todos mirando por las ventanas por si aparecían los indios. Así quedó para la posteridad aquella frase mía de:

“¡¡¡Vaya diligencia!!!”

El ataque de risa que tuvimos ya quisiera yo lo vendieran en farmacias.







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miércoles, julio 07, 2010

Euforia deportiva




- ¡Hemos ganado el partido!

-¿Y qué?

-¡Qué hemos pasado a la final!

-¿Y qué?

-¡Qué podemos ser los campeones!

-¿Y qué?


-...¡Qué te voy a echar un caliqueño que se te van a volver los ojos!


-¡¡¡I Ker!!!





Nota: Con todos mis respetables respetos.



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lunes, julio 05, 2010

Alas negras, caballitos de barro



Fue una tórrida tarde de verano, en el cielo caliente se oyeron, primero muy bajo luego más fuerte; el aire traía ruidos de aviones y todo se llenó de celo y miedo a las alturas. La gente corría para esconderse, pájaros negros de graznidos roncos, máquinas de guerra y de mal agüero. Todos sabían que aquellas barrigas metálicas llevaban bombas.

Un viejo, bastón en mano, aligeraba el paso, se metían para dentro. Las mujeres, a grito en limpio, llamaban a su prole. Éstos, niños de pantalones cortos, descalzos corrían dejando atrás el aro, los trompos, los caballitos de barro...

Dentro de la casa, a la izquierda, en el segundo portal, debajo de la escalera que empinada subía al “soberao”, había una alacena, y dentro varios botes con semillas, una saca de harina y media de garbanzos. Allí se metieron todos; la tata y los niños, como una gallina y sus polluelos huyendo de todos los males; de todos los cuchillos, de todos los sables, de todos los tiros, de todas las bombas... Aguardaban quietos, aliento contenido, el pasar de aquellas aspas por encima, con su mal presagio. Esperaban, en la alacena, a que el aire volviera a ser otra vez de viento en vez de parca, como aquella vez que en Egipto fuera buscando la misma a cada primogénito indefenso.

La muerte en el aire, la muerte; va camino de Aznalcollar; hasta allí vuela en las alas de los aeroplanos; negros veleros de guerra que surcan el cielo de verano buscando el combate; lucha desigual entre el cielo y la tierra; tormenta de truenos y mortajas por el oeste del pueblo; crepitar de una lluvia sin agua, sin amigos. Feo aguacero de hierro y llanto.

Muertos lejanos, invisibles; nada sabemos qué gritaron, cuánto ardieron.






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