domingo, noviembre 22, 2009

Se les da y se les roba


Niños chicos del hambre,
Qué desgracia tiene la suerte cuando come de vuestra carne.

Niñas flacas de sueños incumplidos,
andáis caminos sin flores, desnudos vuestros estómagos, en cueros la fresca mirada.

Chiquillos de aceras y esquinas, umbrales grises de charcos y perros.
Manos extensas, palabras pordioseras limosneando la basura de otro mundo sin tregua.

Pequeños gamberros de la miseria y el miedo, duendes huérfanos de los suburbios, donde arrecia el sol, la lluvia es barro y el polvo siempre moja indiferente.

Chiquillas que nunca tuvisteis un ángel y sí demonios,
jamás un dios y sí a un amo.
Esclavas de la carne mientras ésta aguante,
y si la sangre desangra; pequeñas presas del desamor al peso.

Bebes, con meses, de madres sin sonrisa,
pellejosas, sin más que daros que dos tetas secas.
Atenazadas vuestras panzas sin el manjar lácteo.
Hijos de un viento venenoso y maloliente.

Viejo mundo, gobernado por canallas, siempre girando
mientras lloran en sus calderas los niños que arden;
por horas, por minutos van llegando
las criaturas que alimentan esta asquerosa máquina, este engendro de vergüenza,
donde a los tiernos se les da y se les roba, una vida dura, breve y codiciada.




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sábado, noviembre 14, 2009

Sin cadáver...


Tenía en mente publicar la tercera parte de la historia con la que llevo ya dos entradas. Lo mismo dentro de unos días la termino. He dejado tantas cosas sin acabar en la vida que por una más no pasaría nada, pero por una menos sí.

Estos días mi interés está en la actualidad de mi pueblo. No puedo abstraerme de las últimas noticias, sobre el archivo de las actuaciones judiciales, respecto a los restos que aparecieron hace unos años en las obras de la macropromoción “Jardines de Gerena”.
Varios blogs de los que sigo habitualmente se han hecho eco del asunto; En la Plataforma, en el blog de Luismi; El amigo Limia ha vuelto a definir con maestría su opinión en un certero artículo, que “supone” continuará, y que yo suscribo de cabo a rabo. Además pide más información; No sé qué nos beneficia a nosotros, los ciudadanos corrientes, que por ejemplo a estas alturas, no se conozca el informe de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura.¿?

El titular de Limia no me dejó indiferente, es concreto, categórico, demasiado firme como para no leerlo entre líneas; dice así: “No existe yacimiento arqueológico en Gerena”. ¿Y se puede uno - lo digo por mí- quedarse tan pancho?

La sentencia -que por cierto alguien, me da igual quién, se debería dignar a publicar en Internet-, no dice eso, dice algo así como que no se ha demostrado que ese yacimiento exista. Esto me recuerda una frase dolorosamente justa que dice: “Si no hay cadáver, no hay crimen” Y, tal vez, por el bien de la Justicia tenga que ser siempre así. Por eso estoy conforme, totalmente conforme; los que tienen que demostrar las cosas son los que acusan, no los acusados. Y por eso estoy deacuerdo en que las responsabilidades penales están cerradas, incluso ha quedado dicho que prescritas.

Ahora, llámenme iluso, qué me hubiera gustado otra sentencia; una que dijera: “Se archivan diligencias porque ha quedado demostrado que los restos eran de escaso valor”.

Me consolaré pensando que aquellos eran despojos sin importancia; tejas, ladrillos; algunos huesos de los miles que duermen la paz eterna bajo nuestros pies provisionalmente vivos. Me daría tanta vergüenza que en mi pueblo apareciera un yacimiento arqueológico y que nadie tuviera cojones de protegerlo. Y que nadie hiciera, a tiempo, nada para que se estudiara, para que se disfrutara.

Lo mismo dentro de unos años ganan las elecciones otros y les da a los que vengan por abrir la tierra. Lamentablemente la política siempre será una respetable y vieja ramera dejándose hurgar bajo sus faldas.

Un saludo.

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jueves, noviembre 05, 2009

Se vende

El señor director, alterado y colorado por la exaltación, se levantó de su asiento -A pesar del sofoco, era poco probable que don Luis muriera por algo relacionado con su corazón; un músculo, en su juicio, poco importante; un trozo de carne sencilla- y reanudó su discurso:

-La gente necesita cosas, siempre querrán algo. Los listos somos los primeros en darnos cuenta, mucho antes que ellos mismos lo sepan. Ahí está el secreto del éxito de mi compañía. Recordad cuando lo del coltan; ellos querían aparatos electrónicos pequeños: Nosotros fuimos los primeros en llegar al Congo. Ahora bien, el gran éxito, lo que vengo buscando desde que fundé esta empresa, es volver a repetir el secreto del oro.

Los oyentes mostraban caras de desconcierto y don Luis prosiguió:

-¡Joder! Eso se estudia en primero. El secreto del oro, la razón de su valor; que es inalterable y escaso-. Don Luis escudriñaba los rostros de sus consejeros; todos mostraban máxima atención; sabían que en cualquier momento podrían ser interrogados, como en un peligroso examen oral. -Imperecedero, inalterable, duradero, y sobre todo escaso, muy escaso; Ya lo decía mi difunto padre: “¡Si las vacas cagaran oro, el oro no valdría una mierda!”

El director general se acercó a la gran ventana que tenía a su espalda, la abrió, y sin prestar atención al frío cielo de la ciudad nocturna prosiguió: -Busquen señores ahí fuera. ¡Piensen, maldita sea!; para ello les pago. Debe haber más cosas imperecederas ahí fuera esperando a ser descubiertas-. Don Luis, mientras miraba a Inaza, levantaba la mano derecha y apuntaba con su índice al exterior.

- No dudaré en hacer rico a aquél de ustedes que lo descubra; un nuevo oro; algo escaso, inalcanzable, y que dure, que perdure para siempre. Algo por lo que los hombres y las mujeres sean capaces de todo.

-Señor -dijo Inaza-, sé cual puede ser esa materia-. Don Luis incrédulo le espetó:-¿Cómo dice usted?-. Inaza prosiguió- Se me ocurre algo más valioso que el oro, que los diamantes, que el platino, una moneda que pueda comprar países-. La sala entera permanecía expectante. -A ver Inaza -le cortó don Luis-, me sorprende usted, parece como si acabase de descubrir la panacea.

-Efectivamente, señor Cano, la panacea, y si usted logra traerla de donde está no me cabe la menor duda que me hará rico, muy rico, y su empresa será la cima del planeta, y usted el hombre más poderoso del mundo-. A don Luis le sonaba aquello a música celeste. Sus ojos nerviosos brillaban y su lengua se le anegaba en saliva.

- Diga Inaza, ¿Qué barbaridad se le acaba de ocurrir? ¡Hable de una puñetera vez!

- Señor, acaba usted de señalarla con su dedo, una materia extremadamente escasa e imperecedera. Vuélvase y la verá-. Don Luis giró y se encontró, en la ventana dibujada, una preciosa Luna llena; luminiscente, con su extraña piel de cráteres de nácar. La miró en silencio empezando a comprender la idea de su consejero. Entonces Inaza prosiguió:

-¿Cuantos gramos de Luna tenemos en la Tierra? Ya podemos ir riéndonos del oro, que está por todas partes; las mujeres apestan a oro; con sus collares, sus pendientes...
y los hombres con las cadenas, con los vulgares rolex. Todos están apestados de oro. ¿Y de Luna? ¿Qué serían capaces de dar las grandes fortunas del planeta por un trocito de Luna?...

Todos los presentes se habían puesto de pié, y miraban codiciosos la Luna llena, con los mismos ojos traidores que sueltan los violadores momentos antes de manosear a sus víctimas.Don Luis, mientras se tocaba el rolex de su muñeca, empezó a hablar en un tono mucho más bajo:

- Si fuésemos capaces de mandar unos cohetes y éstos volviesen cargados. ¿A cuánto se podría vender el gramo?

Ya imagino a esos capullos horteras regalando pulseras, collares y anillos hechos de Luna.

¿Continuará?




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