martes, febrero 26, 2008

Mientras existan las injusticias.


Yo no vi el debate, no me interesó lo más mínimo.
Hoy hablaban de encuestas sobre quien ganó. ¿Que me perdí una partida de dados?.

Era una obligación de Estado, todas las televisiones anunciándolo a bombo y platillo, no podía nadie perdérselo.

Y es triste que no quisiera verlo, uno de esos pavos dirigirá mi país los próximos 4 años.

¿Soy de una minoría que no importa mucho?, ¿O quizás todo lo contrario y por eso les intersa tanto mantenerme oculto?.

Esa ha sido mi pequeña victoria. Los dos gallitos de pelea en el corral y yo leyendo por enésima vez mi novela favorita.

Hoy si soy sincero tengo que decir que me metieron varios goles por la escuadra. Encendí la radio de camino a casa y me contaron lo de la inoportuna frasecita.
Luego puse la radio mientras aliviaba mis interiores y hablaban del cuento de una niña. Mientras hacía la cena la puse de nuevo y esta vez lo del bonobús. Y ya, a cargas con este meneo que me metieron toda la tarde, he decido hacerme el fuerte y escribir un rato.

Es la primera vez que me pasa, ¿me estará haciendo mella este cansino bipartidismo?. !Yo que tomaba como obligación escuchar a todas las opciones!.
Y ahora tengo tan claro lo que voto que no necesito más explicaciones ni cantos de sirena. Sé que mientras viva votaré a la izquierda. Sé que el centro es un invento, y sé que para mejorar el mundo, España, mi región o mi pueblo. Nada como los hombres y las mujeres de izquierda. Sin ellos el planeta sería otro. Sin su lucha no tendría ilusión por el futuro. Y a ellos votaré no tengo dudas. A la verdadera Izquierda.

Mientras los gigantes se arañarán, se insultarán. Seguirán con sus engaños; ¡más dinero para todos!. ¡Más carreteras, más trenes, más de todo, gratis todo lo bueno!. Cualquier día tendrán la poca vergüenza de prometernos un jamón por barba. Al tiempo.

Yo tranquilo, pues aunque los medios compinches se empeñen en ocultarlos, sé que la verdadera Izquierda sigue ahí. Mientras existan las injusticias ahí estarán ellos defendiendo mis ideas.

A. Buendía.

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domingo, febrero 24, 2008

Cuando la calle era nuestra.



Ni la Wii, ni la Play y menos aún la X. Box. Nada tan emocionante como cazar arañas callejeras. Nos poníamos a escudriñar las llagas, entre los adoquines, buscábamos la inequívoca huella, la señal del nido, todos tirados por el suelo, cuando la calle era nuestra.

Por fin encontré un tapón. La casa de la señora araña, disponía de una puerta redonda y sedosa, camuflada con su color de tierra, con un palito la levantábamos y aparecía el túnel vertical, oscuro y misterioso, entonces con la flor del jaramago, transformada en nuestra particular caña de pesca, incordiábamos al bicho hasta que cabreada salía de la casa con ganas de bulla. Fuera la esperaban siete chiquillos jubilosos, desconocedores de las más elementales reglas de los derechos animales.

Una vez que todos teníamos nuestra araña propia, sonrosada, gorda y amenazante, comenzaba la competición. Dos mil años atrás nuestros antepasados en Itálica presenciaban algo parecido, ellos entre semejantes.

Nuestros gladiadores de ocho patas, se enfrascaban en una cruel lucha, con el premio de la libertada y vida para la vencedora, y la muerte o la mutilación para las perdedoras.

Terminado el combate, en aquel solar solitario, entre ortigas y rompesallos yacían las tubas de seis pobres gladiadoras, todas redonditas, con su cruz arañada de tierra. El campo santo de las arañas luchadoras.

En la calle, entre los adoquines, al oscurecer, otras arañas insensatas, se felicitaban al encontrar vacías las casas de las arañas muertas. Se instalaban, tejían una nueva puerta de seda y tierra, decididas a convivir con los cruentos niños del barrio. Con la intención de continuar en la subterránea disciplina de las arañas callejeraa. Su misión; sobrevivir y criar mas arañas gladiadoras. Su esperanza: Que los niños de la calle prefirieran por muchas veces cazar grillos, renacuajos, lagartijas o lo que fuera. Pues aunque irremediablemente su destino era estar bajo tierra, preferible que el cielo de las arañas espere.


A. Buendía.

Pd: La Araña de la foto, es una araña lobo, no es de la misma especie que las de la entrada.

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jueves, febrero 21, 2008

Cubo en mano.



Llover, llover y llover. La lluvia naturaliza al Mundo. Deja su fresca fragancia a tierra mojada y calma las tensiones. Cae para sosegar a los intranquilos, moteando caminos y veredas de marrones charcos.
La vida entera se para a contemplar los goterones gordos que riegan la materia de todas las cosas.

Bueno ha sido el chaparrón, falta nos hacía, por fin generosa se mostró la providencia.

Tras ese precioso y húmedo momento todo ha quedado limpio y simple. Ha sido una universal cura de humildad para los seres que se creían importantes bajo el Sol. Como si hubieran recibido el perdón del cielo por los agravios cometidos.

Mojadas las hojas del limonero. Verdes oscuros los senos de sus ramas, dónde cristalinas gotas cantan desprendidas por el viento. Mientras, los presurosos gorriones, que buscaron cobijo bajo el árbol, vuelan todos mojaditos, entre huidizos rayos de nube. Rojizas las que, ahora, riegan lejos.

La luz comienza a despertar la tierra. Ya viene el Sol avanzando por el río, mientras todo aquí sigue oscuro. Ya pisan los rayos el arroyo Trujillo. Todo el pueblo parece estar ansioso porque la luz barra sus calles. Sigue y sigue, va llegando a la caseta del guarda agujas. Se está comiendo todas las sombras que, espantadas, huyen fulminadas entre espadas deslumbrantes. Todo limpiamente iluminado, desde las minas hasta los tajos de la Fontanilla. El color ha vuelto a pintar de amarillos, verdes y rojos los paisajes de mi pueblo.

Pero es solo un paréntesis, por el oeste se vuelven a ver amenazantes cirros. Viene una nueva tormenta oscureciendo las encinas de Mirandilla, oscuro tiñe por Ventoso y hasta el Berrocal van llegando, de nuevo, las galopantes sombras.

No dio tiempo que el Silo ennegreciera cuando ya corría, cubo en mano, por la cuesta abajo, imaginando hermosas cabrillas y vivaces burgaos saliendo de las viejas paredes de piedra.

Hay que aprovechar que no llueve y puedo prescindir del paraguas, pues viene oscuro por poniente y amenaza tormenta.


A. Buendía.

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domingo, febrero 17, 2008

Lo mismo alguien quiso decir algo.


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Escribí bastantes entradas ya, y lo mismo alguien quiso dejar su opinión o aportar algo nuevo. Fui algo torpe, y no supe activar la pestaña del blog que permitía la posibilidad de los comentarios. Ahora me he dado cuenta de este error y por eso ahora mismo y con esta foto de un precioso gallo dejo abierta la posibilidad antes negada, y así quien quiera expresar alguna opinión pueda hacerlo.

Pero hoy no escribo solo por eso, quiero decir que ha sido un placer compartir con cuantos visitaron este blog mis escritos y mis inquietudes, pero últimamente estoy poco inspirado y carezco de los sentimientos necesarios para escribir algo medio decente.

Así que pongo aquí un punto y a parte. No se cuando volveré a escribir, me tomo unas vacaciones.

Creo que serán solo unos días. Hasta pronto.

A. Buendía.

jueves, febrero 14, 2008

Corazón con patas


A un lado estás tu, al otro, el resto del universo. En una mano tu mano, en la otra, las demás cosas.
Te amo y me he enamorado tanto que me he convertido en un corazón con patas.


Y siguen pasando los días mientras el tiempo contigo es un cielo por descubrir.


Me gusta cerrar los ojos, pensar que estoy en tu portal esperando que bajes, es un sueño algo triste porque ahora estás lejos. Siento tus pasos por el hueco de la escalera, el ascensor se pone en marcha y empieza a bajar.

Me encantaría ser tus ojos y descubrirme tras la puerta.

Cuando te veo por primera vez se me olvida todo, como si el tiempo comenzara a contar desde cero. Te abrazo y empieza mi vida con un beso tuyo.


A. Buendía.

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martes, febrero 12, 2008

Gorrión charrán de bajos vuelos.



Hoy va por ti gorrión charrán de bajos vuelos.
Por ti que, sin ser alguien, estarás siempre en nuestro recuerdo.
Porque no fuiste uno más. Porque quizás nos dabas a los correctos cierta envidia.
Porque sabías vivir a tu aire y del mismo aire.

Eras como un viejo gorrión maleado por el tiempo, a veces rendido, con tus vivaces ojos,
con tu humilde ropa, tu gorra pegada; tan útil cuando el sur es fuego y las mañanas escarcha.
De fresco cabal, hombre amable, servicial y atento.
Sin vino no te ibas, siempre estabas. Con vino eras otro, te esfumabas.
Porque cuando el tinto entraba en tu menudo cuerpo,
te volvías un deslenguado sinvergüenza, un holgazán, un pieza.

Y nos reíamos de tus desgracias, nosotros crueles niños.
Sin saber que tras tus porrazos, tras tu espectáculo de circo.
Había un pobre hombre, empujado por su destino.
Desahuciado por un tabernero que ya no te puso más vino.

Con tus medias y enteras trompas, ya vas por la calle del cine,
caminando en la zozobra, sobre olas de adoquines.
A veces caes, en el vaivén de la borrachera,
para rodar, como un muñeco, sobre las cuestas y aceras.

Y como un viejo marinero, sin puerto, sin rumbo, sin tino,
con tus idas y venidas por tu falta de equilibrio,
te pegabas el gran trompazo en una pared de chinos,
y brotaba tu sangre caliente, resbalando por tu hocico.

Ya con tu sueño dormido.
Volvías a recobrar tu alma de hombre simpático y digno.
Pobre como cualquier pobre. Libre como un pajarillo.
Para elegir la peonada, para posarte en cualquier sitio.
O para buscar, otra vez, el calor del rojo bebedizo.
Que te volviera de nuevo, a tu mundo de desatinos.
Con tu cara menuda y chata, con tu pinta de charrán curtido.

En Gerena dejaste huella, tu que apenas ocupabas sitio.
Pues para ser grande no se necesita cuerpo, solo ser como tu, sencillo.

A ti amigo " Trompa", con todo mi cariño.


A. Buendía.

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lunes, febrero 11, 2008

Luces y sombras sobre el Palacio.


Esta foto se la dedico al Caníbal, y espero que la nueva asociación de Gerena que lleva su nombre tenga un futuro repleto de buenas experiencias, pues la cultura nos hace libres y sin la libertad no seríamos nada. Salud Caníbales.

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domingo, febrero 10, 2008

Sin comentarios.



Por la plaza de abastos, hace años,fui el paquete de una vieja bicicleta blanca. Era la única forma de poder montarme en una, ni tenía bici, ni sabía manejarlas. Llegaba, desde mi barrio, con el culo frito por los adoquines. Era entrar en la plaza de abastos y notar su acogedor recibimiento, tan suavita, tan llana, con su suelo de hexágonos grises.

Otras veces mi madre me llevaba, de la mano entre los tenderetes, para comprar esos zapatos nuevos que sustituían los que se quedaron chicos, en aquella dulce época en que los cuerpos cambian a mejor. Y entraba en la sombra de los puestos, con sus techos de plásticos de colores, como perdido, inmerso en una especie de alucinación, entremezclado entre el gentío, el aire cargado, olores distintos, algunos de humanos, otros mezcla de aromas aceitunados, de cueros "made in china", el olor a nuevo de las cosas por estrenar.

Alguna vez vi los grandes bancos de granito desmontados en el suelo. Los quintos habían estado haciendo de las suyas. Luego los volvían a colocar.


En otra ocasión, una tarde de verano, me sirvió una fresca cerveza y un chipirón en salsa, en las mesas de La Cueva, nuestro vecino apodado Portu, que hace años se marchó con una moto directo al cielo, si es que existe.

Hoy pasé por allí, por la plaza de abastos, y sin comentarios.
A. Buendía.

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Marrón, negro o amarillo.



Madre de tres pequeños pollitos vigila atenta cualquier peligro, pues quiere a sus tres hijos más que a su vida.
Ama con locura a Marroncito, con delirio a Negrito y con pasión a Amarillito, pues los tres son sangres de sus yemas, motivos de su existencia. Tres preciosos frutos de su calor, tres preciosos pollitos y cada uno de distinto color.
Esta foto podría ser bandera de muchas cosas, pero me viene a la mente una en especial. Es una foto contra el racismo, contra la discriminación de los colores.
A todos los racistas, a todos los xenófobos les tendrían que nacer tres hijos; uno marrón, uno negro, y otro amarillo, como los pollitos, y con esta bendita cura, con esta salomónica solución se darían cuenta que los tres nacidos serían sencillamente hombres o mujeres con derecho a ser felices, corazones envueltos en pieles distintas, pero todos ellos con la misma necesidad de amar y de ser amados, no hay más.

No estaría mal, si de veras existiera algún Dios, que mandara un milagro a la Tierra para que nacieran los niños y niñas de cualquier raza, la lotería del mestizaje, la cura contra cualquier genocidio. Sería perfecto, mi mujer embarazada, por mi culpa, para que naciera un hombre o una mujer, una criatura, hija mía, pero de cualquier raza; marrón, negra o amarilla.

A. Buendía.

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viernes, febrero 08, 2008

Una sonrisa de pajaro viejo bajo la gorra.





Y en Gerena tenemos un arroyo con el mismo nombre, me refiero al arroyo Trujillo y a la ciudad de Trujillo, provincia de Cáceres. Esta foto es de una calle de este bello municipio, si os fijáis a la izquierda se ve un bloque de granito emergiendo del suelo. Trujillo es como Gerena, hijo de la piedra. Además Trujillo encierra un casco antiguo de una belleza única, sus construcciones señoriales, su castillo, la casa de Pizarro, todo lo que construyeron aquellos vampiros de la conquista. Las casas, los palacios están en gran parte restaurados, otros cayéndose, pero esperando un milagro que seguro, gracias al turismo, llegará.

Nuestro pueblo también es bello, eso no lo puede poner nadie en duda, su belleza radica en el milagro de estar cerca de una gran urbe y mantener su carácter rural. Pero poco a poco va perdiendo rincones, señales, detalles de su identidad, por ejemplo, no hay que entender mucho de arquitectura para ver que a los promotores que hacen casas para venderlas, poco les importa las fachadas de las mismas; si son bonitas, si encajan en el entorno, el interés de estos no es otro que el vender las casas con la mayor diferencia entre los gastos y los ingresos, es lógico, yo no los critico a ellos, yo haría lo mismo. Pero lo malo de todo esto es que llegará un día en que, por ejemplo, ya no tendremos un casco antiguo por proteger, ni una arquitectura que nos identifique, ni un balcón típico sevillano, ni una calle toda ella de fachadas encaladas. Es el final de un pueblo y el nacer de otra cosa, somos la última generación que se conocerá a sí misma. No hay que ser muy listos. Si en un pueblo donde hasta hace poco éramos 5.000 vecinos, se construyen de un solo golpe 1.000 viviendas, ¿Qué pasa, nos reproducimos como conejos o es que pensamos que ser más grandes es tener mas calidad de vida?.


Y ahora comparto con los intergereneros la foto de una casa muy especial. Ya no vive. Esta casa del barrio antiguo era diferente, especial, típica construcción andaluza con solo una puerta y una ventana. Era de las pocas que quedaban en pié, esperemos que cuando construyan de nuevo la próxima construcción la iguale en belleza.


Recuerdo a "Manolo Pipa" un simpático pastor que vivía con más miembros de su familia en esta casa humilde de paredes blancas plagadas de bollos, como un turrón blanco y duro. En medio una puerta de madera de color marrón por donde cada día bien temprano salía Manolo Pipa cargado con su alforja al hombro, su vara de acebuche en la mano, la cantimplora de barro cruzada y una sonrisa de pájaro viejo bajo la gorra. Algún día alguien que entienda de sonrisas debería escribir su biografía y la historia del número 17 de la calle Ramón y Cajal de Gerena.



A. Buendía.

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jueves, febrero 07, 2008

Los adoquines del amor.



Una calle de mi pueblo, limpia, sencilla, silenciosa. Un paseo para encontrarte, para ver a un amigo y charlar un rato, preguntarle por la marcha de su vida. Darte la mano con fuerza, sonreírte y sonreírnos, regalarnos un poco de cariño.
Encontrarme a mi tita, darle dos besos sonoros, ponerme al día de las novedades de mi familia, hablar del tiempo que pasó sin vernos. Comentar lo poco que llovió este otoño.
O cruzarte con esa niña. Mirar desde lejos, mientras baja la cuesta, su contoneo, el femenino gesto de su cuerpo. Captar la sensualidad de esa hembra que despide al viento feromonas asesinas. Te cruzas con ella, es solo un segundo, tus ojos lanzan chispas, fotografían su cuerpo, buscando cualquier atisbo sensual. Quieres iniciar una conversación, pero el "hola" sale como el tropiezo con el que se atascan las demás palabras, y no te atreves, no puedes.
Pasa de largo, se queda a tu espalda. Tu mente se la imagina transformada en la diosa del deseo, ligera de prejuicios y con toda la piel encima. Almenos te regaló una sonrisa.
Ya se marchó, solo queda su recuerdo y un corazón palpitando con prisa.
Llegas a la puerta de la farmacia, esta cerrada como siempre, pero giras el picaporte, empujas y entras. Eloisa sale de una sala lateral enfundada en su bata blanca, su pelo rojo, te mira, te pregunta con los ojos que quieres, y tu aun pensando en élla. Entonces caes en la cuenta, que Eloisa se impacienta y tu madre te mandó a comprar crema para las almorranas.
Eloisa te pone la caja en el mostrador; - Son trescientas setenta y cinco. Le pones las quinientas te devuelve el cambio y una media sonrisa. Y con tu bolsita en la mano sales a la calle.
Ya sin ningún romanticismo. Miras al suelo y ante tus pies se extiende un mar de adoquines moteados como un laberinto inmenso. Piensas que el adoquín que pisas toca al de al lado y éste a otro que esta pegado, y detrás otro, y otro, caes en la cuenta que hay un camino de adoquines tocándose entre tu pie y entre el pie de élla. Haría falta un nuevo sentido para poder seguir la pista de los adoquines del amor, tu no lo tienes. Porque tu misión es otra, y bien distinta, llevar la pomada de las almorranas a tu madre y devolverle el cambio.

A. Buendía.

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miércoles, febrero 06, 2008

Conciencia libre para obrar si conciencia.


Ya publiqué dos fotos de estas mismas farolas. Ahora con esta ya son tres. Hoy tenía ganas de volver al mar. Pero más que marinero soy de secano, por eso siempre os enseño el mar desde la orilla.
Hoy no sé que escribir, será cosa de falta de inspiración, ¿que digo, que cuento?, no sé. Miraré la foto a ver si se me ocurre algo.....

!Ya!. Hablaré de la luz, de la energía, del consumo de energía, empiezo:


Hace miles de millones de años hubo un planeta extraño, su rareza radicaba en tener agua líquida, algo insólito. Ni Alá, ni Buda, ni siquiera un viejo con barbas viviendo en las nubes, sólo agua líquida. Dos átomos de hidrogeno y uno de oxígeno que podían encontrarse en estado sólido, gaseoso, pero también en líquido.

Gracias a este agua se pudo hacer el sofrito de la vida; hidrógeno, oxígeno, carbono, nitrógeno y muchos más ingredientes. No hizo falta de Arguiñano. Solito se hizo el guiso. Todo templadito, batido por las olas de un mar puro y solitario, sin testigos, sin mirones, solo el sol calentando y la luna mareando.

Pasaron millones de años y gracias al amor de unos átomos por otros, al deseo de las moléculas por unirse, de las bacterias por fusionarse, de los protozoos por intercambiarse trozos de sí mismo. Gracias al amor y al sol fuimos evolucionando hasta ser hoy lo que somos.
Nuestra estrella, día tras día, en cada giro del planeta, calentaba el agua, la tierra, el aire y a los seres vivos. Su energía, sus fotones, por la acción de la fotosíntesis se transformaba en materia, en troncos, en raíces, hojas, flores. Y esta nueva materia, pasaba por la cadena alimenticia a los herbívoros, y de ellos a los carnívoros y, más tardes, a otros eslabones como los descomponedores, que volvían a desordenar el puzzle de la vida para convertir las estructuras orgánicas en sus elementos indivisibles más puros.

Bosques inmensos, criaturas animales variopintas, sin más ley que la natural, sin fronteras, sin mapas; el Sol, su energía y la cadena de la materia que finalmente dejaría en herencia el carbón y el petróleo.

Solo poner un pero, una especie, un mamífero, que andaba a dos patas, destacó del resto de los seres vivos, pues se hizo el amo o, mejor dicho, robó el planeta el resto de las especies, hasta convertirse en su peor plaga. Ocupaba todos los ecosistemas del mundo, se adaptaba al frío, al calor, a las montañas, a los valles, a las costas, a la lluvia, al desierto, llegaba se adaptaba y se reproducía. El aparearse no es de extrañar, todas los seres vivos somos hijos del amor y del sol. Traemos ese mensaje en los genes.

Pero pongamos otro pero. Un indivíduo vivo solo dura unos pocos años, así que nace, se reproduce, muere, y conocerá a sus hijos, tal vez a sus nietos, después de ahí carta libre, nadie le pedirá cuentas. Por tanto conciencia libre para obrar sin conciencia.

El sol mientras calentando, las plantas a lo suyo, todo preparado para el gran asalto, para que el último mono, y nunca mejor dicho, se cagara en todos los hijos por nacer, en la naturaleza, en el Sol y si te descuidas hasta en tu madre.

Alguien descubrió la máquina de vapor, otro el motor de combustión interna, otro la bombilla, y de ahí hasta el "action power forte plus", que pone duros los músculos de la barriga, imagínense si nos inventamos cosas todas ellas necesarias.

Y por abreviar, que ya son las 23:28, después de esto, la locura, quema masiva de carbón, tala y fuego para los árboles, quemar petróleo para ir a por tabaco; a quemar, a quemar, que si yo no lo quemo otro lo quemará.
Y desde que empezara la orgía energética, el ser vivo dominante saquea, sin contemplaciones, las despensas de Sol del subsuelo. Mientras dure. Pues nunca tendrá bastante, nunca saciará su sed de consumo.
El sol seguirá mandando fotones, pero gastamos más que se almacenan.
Que culpa tengo yo que mi coche eche humo.
Si se contamina el agua, la compramos de botella.
Si no llueve construiremos una desaladora.
Si el césped no está verde se despide al jardinero, la bola de golf no rueda como debiera.

Convertidos en los ladrones de los hijos por venir. Ladrones de nuestros semejantes. Habitantes de los guetos del bienestar. Tras la valla electrificada, al otro lado, los demás, los desheredados de la energía. Sencillamente los "pobrecitos, que pena. Tengo que comprar alguna cosa que, guardada en un cajón, haga sentirme mejor"

















A. Buendía.

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lunes, febrero 04, 2008

Ánimo y gracias.

A las 7.30 me despertó el timbre del móvil, pues lo utilizo como despertador y, como todos los días, no fui capaz de levantarme hasta las 7,50. Me puse las zapatillas, fui al baño, y cuando vi mi imagen en el espejo le pregunté: ¿otra vez tu?.

Me lavé la cara y me afeité. Luego, muy despacio, para no despertar a los pequeños monstruos, bajé las escaleras y preparé dos biberones con leche, cereales, Nesquik, y una pizca de azúcar.
Llamé a Pedro, que quiso empezar el día viendo un capítulo de Pipi Lastrum, en eso estaba mientras se tomó el bibi. Luego llamé a Oscar, el mayor, que protestó porque siempre su hermano elige la programación de la tele. Se negó a desayunar viendo Pipi, y le tuve que dar el biberón frente a la televisión de mi dormitorio viendo Sinchán. Por cierto Sinchán iba a una competición de lucha libre entre mujeres y al final del episodio decía: - Yo de mayor quiero ser luchadora. Y el padre le comentaba; - Si te gusta, y te operas, podrás serlo.
Luego, a la cuarta vez, se levantó mi mujer y, a la velocidad de un caracol cojo, se dirigió al baño. Al salir, con los ojos algo más abiertos, comenzó a vestir a los niños. Yo bajé de nuevo para preparar los bocadillos, hoy el menú estaba formado por salchichón. Mientras preparo los bocadillos, como antes, al hacer los biberones, aprovecho para oír la radio, me gusta el programa de la cadena Ser que presenta Carlos Francino, a veces se me hace muy pesado el tema de los obispos, o de las promesas para después de las elecciones. Me gusta a las 8,20 cuando dan las noticias de Sevilla, me entero de los atascos, del tiempo, de lo más importante que ocurre en esos momentos en la ciudad.
Cuando subo, una vez las mochilas han quedado preparadas, me suelo encontrar a Pedro ya vestido y sin peinar, empezándose el segundo capítulo de Pipi. La madre está terminando de vestir a Oscar, cada uno con su chándal azul oscuro y su perrito bordado en el pecho.
Pedro odia lavarse la cara siendo este el motivo de la primara batalla del día, ¿cómo puedo dejar que se marche al colegio con esas legañas?. Él se retuerce, se esconde, grita y patalea por no sentir la toalla húmeda en su rostro y, como si se tratara de herrar una bestia, tengo que forzarlo, para encontrar sus mofletes y su boca entre puñetazos patadas y llantos. Imagino que algún día acabará aceptándolo.
Una vez los dos peinados y preparados bajamos las escaleras, cogemos nuestras maletas, le damos un beso a mama y bajamos al garaje, los monto en el coche, los llevo hasta la guardería y los dejo a cada uno en su clase. Pedro suele llorar dos de cada tres días. Oscar me da un beso en la puerta y pasa a su mesa como un ángel entrando en un jardín de inocentes.

Me marcho al trabajo, la oficina está a unos quince minutos. Hasta las once estoy liado con mis quehaceres, sobre esa hora me tomo, en el bar de abajo, medía tostada con aceite y tomate acompañada de un café manchado. Luego subo y a piñón fijo sigo con mis líos hasta las dos de la tarde que me como un bocadillo, unos roscos y algunas galletas. Y hasta que no son las siete pasadas no me marcho.
Cuando llego a casa me esperan los dos leones sedientos de juegos. Mamá agotada, desesperada de tanto niño. La mayoría de las veces ya los tiene bañaditos y nos ponemos a jugar hasta las ocho y medía, luego me ducho, mientras Pedro ve otro capítulo de Pipi y Oscar juega a alguna cosa sobre su cama. Cuando salgo de la ducha les hago la cena o ayudo a hacerla a mi mujer, les damos de comer, ceno y bailamos un poco escuchando Parchís, mientras recojo la cocina.
Los subo a eso de las nueve y media, ya es hora de dormir. Pedro llora, grita, te pega, cuando lo sacas de la cama de Oscar para llevarlo a su propia cama. Después de darles agua dos o tres veces, contarles un cuento corto, o cantarles una canción, por fin se rinden y se quedan dormidos. Entonces ya estoy para el arrastre. Me acuesto, casi sin fuerzas para hablar, abrazo a mi mujer y me duermo. Y así cinco días a la semana.



Ánimo para todos esos padres y madres que luchan día tras día. Que no nos abandone la energía. Que no se nos borre la sonrisa.

Nada como tener hijos para saber lo que hicieron por nosotros nuestros mayores.

Agradecimiento para los que siguen luchando con sus nietos. Gracias de corazón por la generosidad de vuestra ayuda. Gracias por TODO.

Gracias mujer. Gracias por tu trabajo y sacrificio. Muchas gracias a todas las madres por vuestro amor de récord Ginnes.

A. buendía.

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sábado, febrero 02, 2008

La madre del Panza Arriba.





Campanas de Gerena que anunciáis la muerte.
Por el Barriohondillo, por la Brujera y la Fuente.
Ya corren por las esquinas vuestros rumores de difunto.
¿Quién se habrá muerto?. ¿Quién marchó al otro mundo?


Campanas de la Iglesia, llantos de invierno y tardes frías,
mañanas llorosas de otoño, soleadas lágrimas al medio día.
Baten las notas sus alas, cuales cuervos de la ruina.
Anuncian el fin de la historia, pues se acabó, se apagó una vida.


¡Por fin alguien se enteró en la Plaza!.
Nos dejó la madre del Panza Arriba.
Esa que estuvo muy mala antes de la partida.
Sí, ¡la abuela de tu amigo el Prenda!. ¡Niño! ¡la mujer del Morcillita!
Que vive allá por la Lonja, en la calle de Dolorcitas.
¡Me cagon la ma que torpe! ¡una que es mu de arriba!


Y que más da quien nombren, se va una que estuvo antes viva.
Anunciada por nuestras campanas, y por su triste melodía.
Desparramando el pesar por los campos, por el Pilón, por la Azoteilla.
Triste canción de campanas, pregoneras de despedidas.



A. buendía.

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