jueves, abril 30, 2009

De pies a cabeza



Miraba la calle desde el ventanal, era diciembre, fuera los seres caminaban encogidos, los hombres parecían pajarracos siniestros manchando la nieve de sombras.

Ella lo miraba todo, con lástima, desnuda de pies a cabeza, su mano derecha tocaba el vidrio helado.

Él contemplaba su precioso culo, tenía forma de pera cortada en el centro o de tibio melocotón maduro. Su espalda recordaba un paisaje de sembrados en primavera.

Ella no quería mirarlo, acababa de hacerle el amor de un modo despreciable, la había utilizado como a una vieja muñeca que de casualidad te encuentras en un rincón oscuro y esperas reparar recuerdos a costa de manosearla.

Desde la calle la imagen de la mujer era grandiosa; su melena ondulada, sus hombros bien dibujados, altivos, el contorno de sus pechos firmes y la oscuridad de su entrepierna. Pero la gente no reparaba en su desnudez. A todos se les estaba escapando la visión de una diosa. Nadie veía tampoco su vientre donde los años empezaban a descolgar arrugas. Ni sus ojos rotos. Ni la lluvia de su cara.

Él desde la cama le gritó: -¡No pienso aguantar tus histerias de niña rica!-. Y cogió el vaso de whisky y se lo lanzó a la espalda. Ella se estremeció de miedo y frío. Por sus glúteos resbalaron gotas doradas lamiendo los aromas de su precioso cuerpo. Y fuera, un niño, de pronto la vió, y deseó tocarla.

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domingo, abril 26, 2009

Si algo es cierto.


Por Harry Villegas Pombo:

Si algo es cierto, es que Tartessos existió. Y lo demuestran las fuentes.
Algunos relacionan a Tartessos con Tarsis, pueblo mencionado en la Biblia (El libro de los Reyes, Ezequiel 27-12, Salmo 72:20, Jeremías 10:9) pero la mayoría de los historiadores no relacionan a este pueblo bíblico con el reino de Tartessos.
Las fuentes históricas más fidedignas provienen de la antigua Grecia (Heredoto) y Roma ( Rufus Festus Avienu) quien cita:
“...Tartessos está en una isla del golfo de su nombre, en el cual desemboca el río Tartessos, que baña sus murallas después de pasar por el lago Lagustino..
El río forma en su desembocadura varias bocas, de las cuales tres corren al oriente y cuatro al mediodía, las cuales bañan la ciudad. Arrastran en sus aguas partículas de pesado estaño, y lleva rico metal a la ciudad de Tartessos. Cerca se hallan el “monte de los Tartesios”, lleno de bosques, y el “monte argentario”, sito sobre la laguna Ligustina, en cuyas laderas brilla el estaño. La ciudad de Tartessos está unida por un camino de cuatro días en la región del Tajo, o el Sado, y por otro de cinco con Mainake, donde los ricos tartesios poseían una isla consagrada por sus habitantes a Noctiluca. El límite oriental del dominio de los tartesios estuvo en tiempos en la región de Murcia, y el occidental en la zona de Huelva"

Los historiadores no dudan que el río Tartessos es el río Guadalquivir, pero ¿Es el Golfo de Tartesos el Golfo de Cá
diz? o ¿son las marismas del Gualdquivir ahora colmatadas este Golfo? Es el lago Lagustiniano las marismas, o es la antigua depresión del río ahora ocupada por la vega este antiguo lago?.... Por ahora todo un misterio, que deseo que el hormigón no lo haya ocultado para siempre.

"Gracias Harry por tu escrito. Me parecía demasiado interesante como para que quedara como un mero comentario a un post mío. Por eso he decidido dedicarle una entrada. Por cierto la foto es del "Cabo de San Vicente", Portugal.

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jueves, abril 23, 2009

Una historia...¿Imposible?


No éramos más que unos chiquillos que, nerviosos, nos arremolinábamos cuando algún forastero nos preguntaba como se llegaba a la iglesia o el mejor camino para dar con la carretera de Sevilla.

Vendríamos de hacer uno de esos trabajos que nos encargaba nuestro maestro; Manualidades en cartulinas blancas o amarillas, donde pegábamos recortes de revistas y viejas enciclopedias pasadas de Historia. Murales resúmenes del ciclo del agua o de los animales domésticos; Por ejemplo el gato. Lugares donde una niña guapa, con letras redondas, contaba como el mar se hacía lluvia o cuanto tardaba una gata en parir su prole.

Iríamos con la cartulina bajó el brazo cuando, en la plaza del mercado nuevo, junto a uno de sus bancos de forja, descansaban las sucias mochilas de dos jóvenes con pinta de bohemios aventureros. Estaban esperando el autobús. Uno de los hombres tenía la barba dorada y los ojos claros. El otro una media melena olvidada de peines y de aromas de “La Toja”.

Yo estaba sobre aviso; mi padre, el día anterior, me dijo en casa, mientras comía, que un par de arqueólogos habían estado en la Bomba preguntando por posibles localizaciones de restos o vestigios antiguos. Además, él mismo los había acompañado a no sé qué lugar del pueblo donde se puede ver lo que fue la misma orilla del Lago Ligustinus, así como unos hornos antiquísimos.


Todo eso rondaba mi cabeza, mientras me acercaba. Entonces Gerena estaba mucho más alejada del resto del mundo y la curiosidad por los forasteros era del todo irresistible. Al ver a los dos aventureros con sus botas embarradas, su pertrecho equipaje y sus miradas desconocidas y misteriosas me dije; estos son los tipos de los que me habló mi padre. Les tengo que preguntar.

Me acerque con la pandilla y los saludamos. Les dije que si hacía unos días habían estado preguntando por asuntos de arqueología y me dijeron que sí, que ellos mismos eran arqueólogos.
Entonces, como no puede ser de otra forma, quise saber si habían dado con alguna cosa interesante.

-¿Alguna cosa interesante?-. Me respondió uno de ellos. -¿Nos dices que si hemos dado con alguna cosa?... Pues sí. La hemos encontrado. ¡Por fin!-. El otro individuo continuó. - Casi nos pegan. Nos han amenazado, acosado, echado a patadas... pero nos vamos contentos, porque la búsqueda ha terminado. Lo que tenéis aquí es una verdadera maravilla -. Por ahí siguieron los derroteros de la conversación, pero tengan en cuenta ustedes que esto que les digo pasó hace más de 20 años. Imposible recordar las palabras exactas.

Uno de ellos continuó: - Siempre se habló de una ciudad entre dos ríos, eso pone en los textos, pero claro los ríos han cambiado tanto... Han pasado miles de años... y lo que ahora es tierra antes era el fondo del mar... y una montaña podía ser entonces una isla, y una pared rocosa un acantilado marino, o un puerto-.

- Uno de esos ríos era el Guadalquivir, y ahora sabemos con certeza que el otro es el Guadiamar. Hemos buscado por todas partes, en cientos de lugares; En Huelva, en Cádiz... Por el río Piedras, por el Odiel... Por último hemos seguido la pista del Guadiamar, y la hemos encontrado, esta aquí, no tenemos duda. Hemos encontrado la capital de Tartessos... La ciudad del rey Gerión. Y hay gentes que no les interesa que esto se sepa. No saben el valor que tiene este descubrimiento. Prefieren sembrar encima a sacar un tesoro. Piensan que si esto se descubre le quitarán la tierra. ¡Qué ignorancia!-.

Lástima no poder recordar mucho más. Aunque sí recuerdo una última cuestión. La pregunta que les hice y que quedó más nítidamente gravada en mi memoria; -¿Entonces... lo que habéis encontrado que es, unas viejas ruinas como las de Itálica?-. Entonces uno de ellos me contestó medio indignado; -¿Una Itálica?... ¡Algo mucho más gordo! Cuando esto se sepa, vendrán gentes de todas partes, de todo el mundo -.

Luego llegaría puntualmente un Díaz Quirós, sacarían sus billetes y se marcharían a Sevilla, dónde se diluyeron entre miles de desconocidos, como engullidos en una tierra movediza de manos, pelos y cabezas.

Nosotros, cada uno a nuestra casa con la mente llena, rebosante; de tesoros, aventuras, descubrimientos... Y me sentía importante; Me habían revelado las mayor noticia de la Historia de mi Pueblo. A mí, a nosotros, tres niñas y dos niños de sexto de EGB. No tardará, pensaba, que estalle todo esto, que Gerena se llene de investigadores, de periodistas, de forasteros ansiosos por ver la ciudad perdida. Pero la noticia nunca volvió.

Por entonces Tartessos me sonaba sólo a eso, a una ciudad perdida. Luego, años más tarde, me enteré que se trató de la civilización más antigua de nuestra historia; Los primeros moradores que con cierta organización social se dedicaban a la pesca, la agricultura, la ganadería, la minería y el comercio; vendían incluso metales preciosos a otras culturas del Mediterráneo. Sería por eso que Tartessos pasara a la historia como una ciudad que brillaba igual que el oro.

Desde aquello muchos nombres me evocaron a Tartessos; La Vereda de los Camellos, el camino de los Arrieros, el Cerro las Islas, y otros tantos parajes de nuestro entorno, que ahora no recuerdo, y que parecen haber viajado desde aquella remota época hasta nuestros días.

Pero pasaron las semanas, luego los meses, ya media vida, y nunca volvieron. No supe más de los extraños forasteros que con tanta emoción me anunciaron el mayor de los descubrimientos. Se los tragó la tierra.

¿Estaban equivocados, o nos engañaron como a niños? Pero si era mentira... ¿Por qué estaban tan emocionados? ¿Acaso no tenían ni idea de arqueología y todo era producto de sus espejismos alucinógenos? ¿Y por qué bromearon de Tartessos con unos mequetrefes como nosotros? Si nos estaban mintiendo, ¿para qué? Podían habernos dicho que habían encontrado la mismísima tumba de Salomón y nos lo hubiéramos creído igual. ¿Qué ganaban mintiendo a unos niños desconocidos y por qué se molestaron en darnos explicaciones?

Hoy, después de tantos años, es más fácil creer cualquier otra cosa que la más grande. Que hubieran, de veras, encontrado la ciudad de Tartessos no deja de ser del todo increíble, pero... ¿Imposible?

¿Existió acaso esa ciudad? ¿Encontraron otra cosa de menor importancia?, ¿Puede interesar al dueño de una propiedad ocultar un importante hallazgo, algo que además sería una indudable fuente de riqueza?

Créanme amigos lectores que desde hace meses pensaba contar una historia que he arrastrado desde niño. Me hizo falta un empujón leído en un Blog amigo. Porque esto que os cuento de veras ocurrió, palabra de Aureliano. Cada uno es libre de creer lo que quiera; que todo fue una mentira, que se quedaron conmigo, o que Tartessos, la gran Tartessos, está muy cerca, aquí mismo, bajo nuestros pies.


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viernes, abril 17, 2009

La duda.

Ya lo dije otras veces, el debate de la presunta ocultación de los restos arqueológicos que aparecieron en “Jardines de Gerena” está en el Blog del amigo Limia. Y entorno a él nos acercamos todos los que demandamos más información, pues para muchos no nos han sido suficientes las respuestas aportadas por nuestras autoridades.

Limia siempre ha mantenido la presunción de inocencia. Es más, por sus escritos deduzco que ese es su gran deseo. (También el mío). Seguro que si por llamar mentiroso a nuestro alcalde mañana tiene que pedir perdón, le satisfará infinitamente más que arrastrar toda su vida la incertidumbre de no saber que hay debajo del cemento.

Los que amamos la Historia, los que amamos Gerena, queremos también a las gentes que la habitan; a los vivos y a los muertos; sobre todo a los recientes, pero también a los que murieron hace miles de años; queremos saber de ellos, qué hacían, qué comían, de qué enfermaban y, sobre todo, si eran felices. Eso es lo que nos interesa de este asunto, nada más que eso, que quede claro.

Comprendo que a Limia no le quede ya paciencia. Yo, por mí, lo mismo hubiera aguantado unos meses o unos años. Pero él es inconformista, eso es bueno para la mayoría, y dice las cosas con respeto pero agriamente, pues piensa, con razón, que no se merece el silencio y tiene el derecho a la verdad. Es tenaz y razona lo que escribe, por eso lo admiro.

No debemos desviarnos del tema con la cuestión de Tartessos. Limia no ha dicho que aquello fuera Tartessos, dice que puede un señor llevarse 100 años haciendo cosas maravillosas y no ser suficiente para que se le perdone un error grave, pues quizás así nunca descubriríamos Tartessos, y si aceptamos esto tendríamos que abandonar un precioso sueño. Así lo he entendido yo.

De todas formas si hay restos, siguen allí. Lo que sea está allí, enterrado bajo una calle o varias casas. Así que hay dos opciones; o un informe de un arqueólogo de cuando ocurrieron los hechos, cosa que repito hasta la saciedad deseo de veras exista. O hacer ahora varias catas y que un arqueólogo de un organismo competente realice un estudio serio.

Sé que es un tema que levantaría ampollas, pues las casas tendrán sus dueños y demasiados problemas les han ocasionado ya los del “ladrillazo exprés” como para que vengamos ahora a tocarles los cojones. Pero digo yo; ¿Se puede levantar una trocito del parque? Seguro que habrá zonas donde se pueda estudiar sin tener que tocar las casas, ¿no?

No sé si lo que digo es una barbaridad, reconozco que no tengo ni idea de yacimientos arqueológicos. Pero el otro día vi en el Patio de Banderas, en pleno centro de la Sevilla monumental, una importante cata arqueológica, ¿No se puede hacer lo mismo en varios metros cuadrados de Jardines de Gerena?

Si aquello se estudió y documentó, según dicta la legislación, nos quedaremos tranquilos y felices. Luego quién se haya sentido ignorado por sus representantes será libre de votarlos o no. Pero como tengamos la desgracia de que no se documentara nada y que lo único que quedó por encima del hormigón fueron varias fotos malas y una inmensa duda, entonces, no nos debemos conformar con un “lástima ya es tarde”, habría que mirar la formula de luchar contra esa duda.

Los días pasan y sólo quedó claro que la Justicia hablará, ¿qué esperan que mientras tanto nos olvidemos?

No queremos culpables, queremos que se nos convenza. Pero no con fe, ni con paciencia, con pruebas.

Esta es mi humilde opinión. Saludos a todos.

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jueves, abril 16, 2009

La Cerda.


Vida traicionera;
¿Nunca me dirás si me quieres o si me odias?
Jodida muerte;
El día que te olvide, ¿será demasiado tarde?
Posiblemente Dios no exista; ni para nosotros, ni para los filetes.
Como diría aquel; “Por lo menos murió harta”

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lunes, abril 13, 2009

Mejor, siempre, de tu boca.

No me interesan los que llegan antes, ni los más rápidos. Sí los que llegan lejos. Será por eso que me cae mejor Julio Verne que Fernando Alonso.

No me atraen aquellos que ganan siempre o casi, son más interesantes los que ganan una vez y de vez en cuando. Nunca les perderemos la sorpresa a una remota victoria. Será, por eso, que nunca fui de ningún equipo "grande".

No son mejores, ni peores, las que más piel enseñan, pero prefiero las que mejor se mueven; Esas diosas que saben desnudarse de los ojos para adentro, y que encierran en los labios miles de placeres y fantasías, que saben insinuar mejor que mostrar; Criaturas de Dios como, por ejemplo, Sofía Loren.

Mejor ser enamoradizo a ser listo. Mejor querer a ser querido. Mejor amar a ser amado. Mejor poeta que notario.

Mejor el susurro al ruido. Y las palabras justas a las empachas. Mejor la voz del acordeón al escape de una Harley. Cuestión de gustos para las orejas. Ser infiel a los gustos también es posible.

Mejor un motor bajito a un ingenio de mil caballos. Un corazón tenaz que no pierda el paso, que sea capaz de llevarte a cualquier sitio; Por ejemplo, a Mértola.

Mejor un buen libro de piratas y bucaneros a exclusivas de cuernos, puñeterías y amores de tres al cuarto que se sacan a la arena.

Y no quiero saber que te critican, ni conocer puñales de hielo en las espaldas. Mejor, siempre, de tu boca.

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miércoles, abril 01, 2009

Un breve sueño


Se abre la puerta dando un golpe. Una brisa fresca recorre todos los rincones espantando el olor a légamo abandonado. La peste rancia huye dejando paso al oxígeno de las hierbas, al aire que respiran los niños, a ese viento donde flotan los pájaros que nace en las espumas de las olas.

Las oquedades vacían sus sombras y todo se llena de una luz nueva del color del Sol cuando no quema.
En una sucia llaga que separa dos ladrillos, una pequeña planta emerge. Dos diminutas hojas empiezan a abrirse brillantes, de un verde verdadero que parece soñado.
El calor de un pequeño trozo de luz la ha hecho estremecerse y encarar el tiempo para reclamarle vida, el derecho a tener presente.
Pero, al poco, la brisa termina, o cambia, el caso es que la puerta vuelve a cerrarse, también de un portazo.
Dentro la plántula se queda umbría. Baja su rostro con resignación comprendiendo el significado de un eterno no. Y entre penumbras, seca sus hojas, se ahoga dejando tras de sí el breve sueño de la felicidad.

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