miércoles, abril 27, 2011

Uso torticero de mi Blog



Resulta que un ciudadano le formuló una pregunta a su alcalde en un encuentro digital que tuvo éste hace tiempo.

La pregunta:

JOSÉ MANUEL M. LIMIA:
Le transcribo un breve párrafo de informaciones contenidas en mi bitácora en relación con la aparición de restos arqueológicos por los que está imputado:
En 2004, comenzando las obras de la Urbanización Jardines de Gerena, aparecen unos restos arqueológicos que un vecino pone en conocimiento de Jacinto Pereira. El alcalde lo notifica inmediatamente a la Delegación Provincial de Cultura. Por su parte la constructora también notifica los hallazgos a la autoridad competente. Se personan a inspeccionar dichos hallazgos el arqueólogo de la Delegación y otro grupo de arqueólogos oficiales (no especificado a qué administración pertenecen). Se hacen las prospecciones correspondientes por los especialistas y llegan a la conclusión de que los restos encontrados son de menor importancia y no deben afectar a la continuación de las obras.
La pregunta es: ¿cuáles son y dónde están los documentos oficiales que
demuestran esta actuación? Gracias y saludos.


La "respuesta":

JACINTO PEREIRA:
José Manuel: Como sabrá, este asunto ha sido archivado por el juez hace varios días, que era la consecuencia lógica de una estrategia para mí inmoral del IPGE y el señor del Valle para derribarme, como dije en su día. Usted pensó entonces que yo estaba dando poca información; si lo hice así fue porque no quería seguir el juego a estas personas que han pretendido destruirme a base de mentiras y calumnias.
Toda la documentación que nos han pedido está, por supuesto, en manos de la Justicia, y es la que supongo que ha sido concluyente para el fiscal y para el juez.
Ahora que la Justicia ha hablado, confío en que se disipen las dudas que usted afirma tener y toda sombra de sospecha, porque ¿creemos o no creemos en la Justicia? Por ahí debemos empezar. Saludos.
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Mi pequeño análisis:

¿Negó el Sr. Alcalde que aparecieron restos arqueológicos?: NO

¿Negó el Sr. Alcalde que fueran unos arqueólogos a comprobar la naturaleza de los restos?: NO

¿Contestó el Sr. Alcalde a la pregunta de este ciudadano? (Esto; allá cada uno)


Y sigue mi pequeño análisis:

Decía la respuesta del alcalde: "¿Creemos o no creemos en la Justicia? Por ahí debemos empezar."

Buena pregunta. Sí señor. Aunque, llegado el lugar, todos responderíamos: "!Hombre! depende de lo que diga la Justicia".

Dijo la Justicia: "No se pudo demostrar la existencias de los restos". (También alguien dijo que el movimiento se demuestra andando)

A estas alturas de la película, no tenía pensado escribir más del asunto, pero hay elementos cansinos que se empeñan en recordarnos, una y otra vez, que todo quedó cerrado y que encima, aquellos que desconfiamos en su día deberiamos, incluso, pedir perdón por no haber demostrado mayores dosis de fe.


Por cierto.... ¿Se podría saber si se modificaron o no los cimientos proyectados, en el momento de la ejecución, para que fueran losas de hormigón en lugar de pilotes, y así no tener que profundizar más? Si fue así ¿por qué? ¿Fue aquella información que se dio, a propósito del cambio del tipo de cimentación, una leyenda urbana?

Y como diría Iker; ¿existen o no existen los arqueólogos fantasmas? (Creo que y
a está saliendo por aquí, sin proponérmelo, mi sección de los "palitos a la burra")


No es nada personal, sólo que no me gusta que me tomen, torticeramente, por imbécil.

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martes, abril 26, 2011

Viejos lumbrares de Gerena


Puertas, portones, antiguas de las que llamábamos “del campo”, viejos umbrales de piedra que en mi pueblo se les llamaban, o se les llaman, “lumbrares”. Granito sin tiempo, sin aspiraciones; sólo una piedra cuadrada, antigua, labrada con la paciencia del cantero, con el esmero de los hombres que amaban a las piedras.

Colilla medio mojada, tabaco de liar casi apagado, gorra calada y sudada, ojos que lloran lascas grises, manos ásperas como el granito; el granito hace las manos y las manos al granito. Fuertes brazos del jornal amargo. Frente arrugada y maltratada por un sol injusto y despiadado. El silencio, luego el grito del barreno: ¡Barreeeeeenoooo! Más silencio. La explosión y un haz de adelfas volando por los aires. Y la vuelta al tajo en el tajo; férrea redundancia.

Puertas de Gerena, silenciosas puertas al mediodía de los veranos interminables, cuando sólo pasaban por las calles las avispas y los borrachos. Decían las madres, de pequeños: “!No salgas ahora con toa la calor niño, que caen bichos del cielo!” Qué buena la calor en el verano de un pueblo. Chicharras y calles adoquinadas friéndose como chicharrones, cuestas insuperables que pueden poner a prueba cualquier corazón valiente: si subes una de esas cuestas a las cuatro de la tarde en julio, ya puedes estar seguro que tiene que correr mucho el infarto para pescarte.

Puertas de la antigua Gerena donde los chiquillos hablaban y jugaban; se sentaban en sus lumbrares y dejaban pasar las horas haciendo del tiempo un asunto sin importancia, inacabable. Luego, esos mismos niños, llegaban a una primavera henchidos a rebosar de testosterona, y empezaban a buscar por las noches flores callejeras, dejando atrás a la pandilla de siempre, abandonando a los amigos de la niñez para marchar en busca de las venturas de las lenguas, con la llamada de la sangre en las cabezas (en las dos). Y quién sabe si luego volvían, algún día, a aquellos mismos umbrales, con las sombras de la madrugada, para dejar libres las manos nadar entre las pieles, los pliegues y las frutas; en busca de aquello que nunca se tocó/magreó.

Viejas puertas de Gerena, con sus viejos y viejas tomando el fresco de la tarde. Manos marchitas, ojos nublados, mentes limpias y serenas, sienes amplias, almas siempre niñas. Por allí mi abuelo se sentaba, en los tiempos en los que más vivo me sentí, y yo y mi hermana nos acercábamos al sabio hombre de la mascota, le dábamos un beso como el que besaba a un santo, más aún me digo, pues un santo no tiene sangre y un abuelo vivo sí, y a veces sacaba de su bolsillo un par de duros, y con sus manos nudosas nos los ponía en nuestras "limpias" manos, y ya con eso me podía sentir, en todo y por todo, un niño completo; con su pueblo, su abuelo, su duro... y sus viejos portones con sus lumbrares de piedra.




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jueves, abril 21, 2011

Ahí quedó



Sentir, es eso, no hay más. Más allá no hay nada, nada; nada fuera, todo dentro. El cuerpo es un encierro de emociones, y aunque fuera las voces hablan y la música suena, los ruidos entran por el cuerpo, por todas partes, como si la piel no estuviera; la música te cala, como la lluvia, como cenizas debajo de una tormenta. Porque la música no entra por los oídos; se respira honda, te atraviesa. Y se mira para abajo y sólo se ve el suelo; el suelo, tú y la gloria.

Arriba, crujen las maderas, cada nudo se estremece por el peso, y se duelen y no se duelen. Todo es un andar sin luz ni estrellas; sin caminos ni calles. El infinito es un rectángulo oscuro con paredes de terciopelo, y no se necesita nada más; sólo llevarlo encima: sujetarlo, sentirlo, mecerlo... sufrirlo.

Huele a sudor; agrio espíritu de músculos y pelos; los vapores de un esfuerzo que sabe a dulce; del dolor tierno, del escozor y el resquemor en el lomo; pero no pesa, casi no pesa.

“Derechatrás”, “derechatrás”, “izquierdalante”, sin correr, menos paso quiero.

De qué sirve creer si es todo sentir. Para qué ahora los dioses y las ecuaciones de la existencia; sólo es cuestión de casta, de echarle casta, de entregarse con todo, de darlo todo, de hacer lo que hacen los artistas...

¡Lloran, lloran!, ¡esos faldones lloran! Y así se lleva, que no es llevarlo sino amarlo. Y así se ama; de corazón y sinrazón, con un amor a pulso, amando y queriendo como lo hacen las bestias.

“Derechatrás”. “Pararse ahí”. “Ahí quedó”





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domingo, abril 17, 2011

Mi niño de agua, mi niño de arena


Pobre mi niño, pobre mi luna,
sola y callada quedó su cuna.

Pobre mi niño, pobre mi cielo,
ellos te tienen y no te parieron.

Pobre mi niño, no tiene cura,
dijo la monja, me dijo el cura.

Muerto mi hijo, quiero su abrazo,
quiero tenerlo en mi regazo.

No sé leer y algo he firmado,
maldita tinta que te ha matado.

Queda su tumba; falsa y vacía,
guarda la nada, todo mentira.

Tiene dos alas, mi niño robado,
tiene mil besos, que nunca he probado.

Niño de agua, niño de arena,
a ver quién me quita ahora esta pena.

Niño de nubes, niño de flores,
a ver quién me salva de estos dolores.

Mi niño de agua... mi niño de arena...
Ahora, ahora, mi pena...

Dime, mi niño, qué precio tienes;
ni oro ni plata, a mí me conviene.

Dime, mi niño, quién te ha comprado,
que a mí la vida me la ha quitado.

Dime mi alma, dónde te has ido,
malos canallas que te han vendido.

Y ahora que en hombre te habrás convertido,
tan sola y tan vieja, quiero contigo.
Quiero contigo, quiero contigo.
Tan sola y tan vieja, quiero contigo.


Mi niño de agua... mi niño de arena...
Ahora, ahora, mi pena...


(Canción a los niños robados)

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martes, abril 12, 2011

¿Qué piensa del edificio de cuatro plantas que está construyendo el ayuntamiento de Gerena?

Pensaba que de los errores pasados se podía aprender, pero ahora veo que estos errores –para algunos- no significan nada.

En todos los pueblos hay casos estridentes de edificios que, al calor del pelotazo fácil, rompen la armonía urbanística. Y la cuenta es muy sencilla: el suelo vale X, pero se vende X por el número de plantas. Se hace el doble de caja con 4X que con 2X. Luego están los costes de edificación; construir unos cimientos para un edificio de dos plantas es más caro, proporcionalmente, que construir los cimientos para un edificio de cuatro plantas. Las intermedias son las mejores; entre los cimientos y el tejado, mientras más mejor. Pura y sencilla matemática lucrativa. Si a los promotores se les diera libertad construirían lo más alto posible. Pues más alto, más beneficios. Lógico y sin que nada tenga de malo.

Como decía, en muchos pueblos –sobre todo en la costa- hay casos aberrantes de puntuales bloques, mucho más altos, entre las casas tradicionales de las localidades. En Gerena teníamos dos: el edificio de Banesto y el edificio del Banco Central. -los dos bancos ¿casualidad?- Habría que preguntarse –que lo desconozco- si estos edificios se construyeron sobre algún tipo de vacío legal, o simplemente con la vista gorda e interesada de los gobernantes de entonces.

Afortunadamente los políticos, representantes de la voluntad popular, han venido velando para que estos monumentos al pelotazo rápido no hayan proliferado aún más, haciendo de los centros históricos de los pueblos lugares entrañables donde se ha respetado la armonía y el sentir de los ciudadanos. Esto viene a decir que no queremos los pueblos agobiantes, masificados, asfixiantes. Queremos calles tranquilas, sin aglomeraciones, sin prisas, sin moles de hormigón quitando el aire. Que se pueda ver siempre el bello cielo de nuestro pueblo.

Pero todos los gobernantes no son iguales, también los hay que se hacen las normas a su medida, que cambian las normas según su conveniencia, -ya saben; “al guarda quién lo guarda”- que imponen su criterio personal haciendo uso del mal usado cheque en blanco de las urnas. Que entienden la política como si de una empresa se tratara: yo soy el jefe, no me importunen. Entonces surge una lamentable paradoja; quien tiene que velar para que se cumpla la ordenación del territorio se cambia a sí mismo la norma. Y en pleno centro histórico; a falta de metros "palante", "po parriba"; y sus errores son los nuestros.


Mal ejemplo, señores; un mal ejemplo más. “Quien hizo la ley hizo la trampa” Disculpen que me haya acostado hoy tan refranero.





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jueves, abril 07, 2011

Producto de la arrogancia humana




Recomiendo:


Ver este vídeo: pinche
aquí.




Y leer esta entrevista: pinche
aquí.


(Información obtenida de la web:
www.notonidas.com)








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domingo, abril 03, 2011

Galileo: de esferas perfectas nada de nada.

El gran e ilustre Aristóteles tuvo grandes aciertos, pero también errores de campeonato; por ejemplo pensaba que la Tierra era plana, los cuerpos celestes esferas perfectas, que todo el universo, incluido el Sol, giraban en torno a nuestro planeta. (Una mala tarde la tiene cualquiera).

Por eso cuando Galileo miró por primera vez a través de su telescopio y vio los cráteres de la luna, las montañas, los mares secos, aseguró que la luna tenía la superficie irregular, como la de la Tierra. Con aquella afirmación estaba atacando a los mismos cimientos de la teoría de Aristóteles, de los astros perfectos, del pensamiento general con una valía de siglos. Porque Galileo vio con sus propios ojos que de esferas perfectas nada de nada.

Lo mismo nos está ocurriendo hoy en día con las centrales nucleares; de tecnología perfecta nada de nada. Y lo que ha pasado ahora en Japón, que nadie intente explicarnos que será la última vez que pasará. Sólo será cuestión de tiempo; años, décadas... volverá a ocurrir. Es como los grandes accidentes de los aviones; nos montamos porque creemos que no van a pasar más, pero tristemente pasan.

Una central nuclear es un cáncer latente, y tenemos nuestro planeta repleto de ellas. Nos aportan energía barata y limpia, dicen los que las defienden, pero los residuos que se generan son indestructibles. Los individuos que gastamos hoy esa energía estaremos muchos miles de años muertos, y nuestra mierda cancerosa seguirá por aquí, enterrada o hundida en el mar, haciendo nada bueno.

Prefiero sacrificar mi bienestar, en lo referente al gasto energético, a tener una central nuclear dándome ese bienestar. Prefiero beber en búcaro, prefiero dormir en la azotea para no gastar aire acondicionado, prefiero ir por casa abrigadito en invierno, con calcetines dobles, si hiciera falta. Prefiero ciudades sin rótulos luminosos, con menos bombillas, prefiero que el Estado limite mi gasto energético a que prorrogue centrales nucleares caducas.

El sentido común brilla por su ausencia, ahora mismo me asomo a la ventana y veo que mis vecinos tienen piscinas preciosas de agua cristalina. Todo el año gastando energía para tener esa agua limpia. Y llevo cinco años viviendo en esta casa y nunca he visto a nadie bañarse en esas piscinas. Piscinas bonitas, limpias, sin nadie que se bañe.

El derroche energético es directamente proporcional al volumen de la cartera. El rico pone el aire acondicionado con una alegría superior al pobre. Lo mismo ocurre cuando llega la factura de la luz; el pobre se deprime, al rico no la mira.

Deberíamos empezar a pensar que los eco-comunistas no están tan locos, alguna razón tendrán.


Prefiero que al individuo le prohíban derrochar electricidad. Prefiero que no le permitan tener piscina privada si no es ésta mantenida con energía limpia. Que no le permitan al individuo en invierno que esté en su casa en cueros con la calefacción a tope, en vez de abrigado con la calefacción al mínimo. Prefiero que me limiten las horas que puedo tener la televisión encendida, a que me pongan una central nuclear. ¿Qué gobierno apostaría por esto?

Hay que democratizar la energía, por eso estoy a favor de limitar la velocidad en las carreteras y de un carné por puntos que hace que los ricos puedan, igualmente, perder la licencia para conducir, y no solo el dinero, que no vale lo mismo para todos.

El sentido común es un animal en extinción, o interesado, por eso hay quien defiende las centrales nucleares. Galileo lo vio por su telescopio; de esferas perfectas nada. ¿Tiene la humanidad que ver miles de muertos para comprenderlo?

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