miércoles, enero 27, 2010

Cosa de raros


Han empezado las voces, que claman la evidencia, a llegar a los altos estamentos políticos. Se produjo la primera votación de la historia de nuestro país: crueldad con los animales Sí, crueldad con los animales No. Por esto no puedo hacer otra cosa que admirar, desde Andalucía, a esa sociedad catalana, que demuestra, cuando se cuestiona la prohibición de las corridas de toros, una madurez envidiable.

Hace poco sentí verdadera vergüenza cuando, a vueltas con este tema, parlamentarios andaluces quisieron invitar a sus homólogos catalanes a una ruta turística sobre el significado de las corridas de toros en Andalucía; bochornoso; -¡Qué bien, qué bien, los políticos andaluces nos llevan de excursión!

Otros, en vez de intentar convencer, quieren que desviemos la atención del asunto en cuestión, incorporando mensajes ajenos como que los catalanes reniegan de todo aquello que huele a español. Quien utiliza este mensaje huye por peteneras de aquello tan simple y concreto que se conoce como “el cuit de la cuestión”; ¿De qué estamos hablando de nacionalidades o de las corridas de toros? Meter el discurso nacionalista aquí es como querer ganar un combate de boxeo nombrando, de mala manera, a la madre del adversario. Por ello, con la venia del respetable, hablaré de toros, de la rotura de la nación lo haré otro día, quizá cuando me importe.

Hablando de toros:

Genéticamente el sistema nervioso de un mamífero que se llame vaca, es idéntico al de un mamífero que se llame hombre, gato, ballena, león o perrito de la pradera. Dicho de otra forma: cuando al gato metía la cola en el brasero - o como decimos en Gerena, en la copa- esté chillaba, aullaba y corría. Nosotros por el olor sabíamos que el minino se había quemado el rabo, pero el chamuscado se enteraba, no por el olor, sino por el DOLOR.

Lo que voy a hacer ahora, como sabrá gran parte del respetable, se llama silogismo, bueno digamos que un silogismo particular:

“Un toro y un gato son mamíferos. Si a un gato se le pisa el rabo chilla. Por lo tanto a un toro no le hace gracia que le claven pinchos en el lomo."

Por mucho arte, ensueño e inspiración, el toreo a pie y el rejoneo son de la misma escuela que las peleas de pitbulls, de gallos, o la de los esclavos gladiadores que, por cojones, luchaban a muerte en la despiadada Roma. Diversión y dolor confundidos y obligados. Distinto sería que el Toro disfrutara con esa muerte, pero miren ustedes, no creo que exista un toro al que le vaya el sado.

El dolor sólo es justificable para causar un bien que lo repare. Causar dolor por diversión es de cobardes, maliciosos, criminales, ignorantes, desaprensivos... Aplaudir el dolor es de cínicos.

El aprovechamiento de la dehesa no lo justifica, los miles de millones de ingresos tampoco, la supervivencia de la raza menos aun. Sería admitir que el ser humano puede ser cruel con determinadas especies. Yo creo que esto ataca profundamente al Hombre, y que deberíamos avergonzarnos por asumir que en ciertos momentos la tortura forma parte de nuestra cotidianidad, que no pasa nada, que nuestras conciencias son un trapo impermeable a la sangre de estos animales.

No quiero dar ideas pero ¿Podríamos imaginar la suerte de banderillas sobre un perro, o la de espadas sobre un gato? ¿Podríamos soportar la visión del alguacil luego cortándole las orejas y el rabo al felino y más tarde al torero, orgulloso, pasear sus trofeos amarillos en las manos?

Los tiempos cambian y aquel malvado invento de matanzas, arena y gladiadores está a un paso de pasar a la Historia. Cada generación ve menos corridas de toros que la anterior, dudo que mis hijos vayan a una sola. Estadísticamente esto se acaba. No es entendible que una sociedad que avanza siga encontrando divertido, por ejemplo, ver a un matarife montado a caballo clavando pinchos a un animal vivo.

A los defensores de las corridas de toros quiero decirles que ciertas cosas, como las crueldades con los animales o los celibatos, mas temprano que tarde, serán cosas de raros.

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domingo, enero 17, 2010

Negro sobre negros

Hay una madre sin hija y una hija sin madre.
Un padre sin familia y una familia sin padre.

Hay un perro ladrando y un bombero que escucha a alguien.
Hay secas voces que terminan en mil gemidos que no ve nadie.

Hay por el suelo tirados esperando a que los entierren,
dientes, manos y pies de muertos, cadáveres negros sin ninguna suerte.

Hay, entre el hedor de la carne, vivos sin billetes y sin viajes.
Vidas guarnidas por escombreras, ruinas rotas y muladares.

Y sabemos que el pobre más pobre aun tiene algo por perder.
Que siempre hay un escalón más abajo y un daño más hondo por padecer.

Que ni Dios, ni justicia, ni razones. Que sólo ruina y tierra quemada.
Que el polvo viene con sed de niños, que el cemento pide su pago en lágrimas.

Negro sobre negros. Negra noche y negro duelo.
Negro terremoto matando a pobres negros.

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lunes, enero 11, 2010

¿Dolor justifica dolor?


Somos una especie distinta –que no superior- porque si hacemos daño podemos sentirnos culpables. Sin este importante matiz los hombres y las mujeres no tendríamos, en importancia, diferencia a destacar, evolutívamente hablando, con la mosca del vinagre. Si usted no es capaz de sentirse culpable cuando causa dolor entonces, perdone, pero mal lo trató la evolución. ¿Tantos millones de año para qué?

Hablo de esto pues llevo un tiempo rumiando el asunto de la tortura.
Los defensores de ésta afirman que si, por ejemplo, se coge a un terrorista, que tiene una bomba escondida en un sitio donde puede matar a personas, y este hijo de su grandísima madre no quiere soltar prenda de dónde guardó el chisme, estaría justificado hacerle la manicura, alicate en mano y sin anestesia, para que hablara y así se salvaran las inocentes vidas. El fin justifica los medios.

Por este mismo principio si un claro sospechoso, una vez detenido, no empieza a cantar por bulerías, fandangos y seguirillas se le podría aplicar en los huevos unos cuantos vatios made “Sevillana Endesa” y así animarle al cante.

¿Seguimos pensando que el fin justifica los medios? ¿Dónde estaría el límite? ¿Quién lo pondría? Dichoso límite de las cosas, siempre importunando.

Hay veces que parece justificado aplicar la tortura pero... ¿Estaría dispuesto a admitir que es necesario la destrucción de aquellos valores más importantes del ser humano para conseguir el bien? Pues no.

Y sé que la tortura esta extendida por todos los países del mundo. Y cuando digo en “todos” no piensen que me pasé. Para que exista tortura sólo se necesita un débil, un pobre, un discriminado... y un poderoso, un fuerte, un desalmado capaz de administrar dolor sin que luego se sienta culpable.

Lamentablemente la tortura es una epidemia que coexiste con nosotros desde que creimos dejar de ser animales. Somos el único ser vivo capaz de reír, también el único capaz de llorar, pero sobre todo somos, tristemente, la única especie sobre la faz de la Tierra que puede disfrutar torturando.

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martes, enero 05, 2010

Quemar las naves


Enésima vez, sacando un cero; en la lección de amar.
Luego en las redes, voy repescando; fría soledad.

Yo soy de aceite, tu eres de agua; llora y mójame.
Con tu saliva, con tu riada; rompe y lléname.

Como decirte que nunca tuve nada que vender.
Que si lo pienso, y no lo hablo, es por ofender.

Y si fracaso, en tu conquista, y me quedo sin “na”
Hundido quede, bajo tus sábanas, si me quisieras salvar...

Porque contigo quemo las naves y me pongo a cantar.
Porque sintigo pierdo mi norte, hasta la eternidad.

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