miércoles, enero 30, 2008

¿Me guardas el sitio?


Y que alguien me explique por que nos están dando tanta murga con las primarias de los Estados Unidos, pero por favor, que son unas primarias, ¿que nos espera cuando sean las elecciones definitivas?. Y además esto está todo preparado, unas veces ganan las elecciones los republicanos, otras veces los demócratas. ¿No lo tendrán todo amañado, o así lo parece, para que nadie eche de menos en demasía el sillón?. Somos la generación de la democracia, pero ¿no nos estarán engañando, en el fondo, con esta pantomima?.
Ahora resulta que democracia es esto; cada cuatro años se va, se vota, y cada cuatro años unos políticos se alternan el poder como si les pidieran los unos a los otros que le guardaran el sitio, que les mantuvieran la silla calentita.
Y en España no es muy diferente, esto es prácticamente así en todo el mundo democrático; el pueblo decide si gobierna A o B, y unas veces gobierna A y otras veces B. Los de B saben que es cuestión de tiempo ganar o perder el poder, y los de A lo mismo.
La verdad esto de la democracia pensaba que era otra cosa; el poder del pueblo, el pueblo decide, las ideas del pueblo defendidas por unos representantes y estos haciendo lo que les pide la gente. No esta mal, pero el pueblo pasa, vemos la tele, leemos el Marca, soñamos con lo que tiene el vecino, y que no nos molesten con patrañas.
La verdad es que me importa un pimiento si Obama o Hilary ganan la primarias.
Corresponsales de Norte América, si no empezáis a hablar de otra cosa, vuestras crónicas me traen al fresco, me importan una verdadera mierda. Digáis lo que digáis siempre es lo mismo, en el poder A o B, en la oposición o B, o A, y en la Junta Manuel Chaves. Matemático.

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martes, enero 29, 2008

Una joya del alma de Gerena

La niña Lole es la alegría de la Brujera, siempre de buen humor. Las risas nacen en su casa como los jaramagos en los corralillos. Su marido en el campo, sus hijos por ahí, por la vida, y su puerta abierta. Por ella salen y entran las risas, los chascarrillos, interminables conversaciones encadenadas.
Su puerta, obligada parada de las mujeres que, cargadas de trapos, van y vienen de la fuente.

Y como uno más de la familia, atado a una estaca, todo brillante, sonrosando, guarro y elegante, vive en la calle por el día y por la noche acurrucado bajo la cama. Es una mascota alimenticia, criatura ecológica recicladora de sobras. Un vecino más de la Brujera.

En las largas tardes de lluvia, entorno a la ropa estufa, con el calorcito del cisco, entre juegos, charlas, y las bromas de esta genial niña, su cerdo vigila desde el escalón cualquier cosa que huela a comida. Cada día más guapo, más gordo, moviéndose de aquí para allá, la hucha viviente, la cartilla porquina del ahorro. Disfrutando del sol, del agua, del barro. Viviendo alegremente su efímera existencia.

Porque llegará un día que, sin caber por la puerta, será mirado con gastronómico deseo, y lo llamarán a participar de su última fiesta. Envuelto en los aromas de la agulaga en llamas, de la sal y el pimentón, de la sangre derramada. Entre un coro de chiquillos harapientos, con la melodía de los peroles, de los huesos quebrados, de los ladridos por los despojos.

Sentada en el umbral está la Niña Lole, con su pelo blanco recogido a la nuca, hablando con las vecinas; con las que bajan de la iglesia, con las que suben a la capilla, sonriente, simpática. Su casa abierta al pueblo. Un hogar, una niña, una joya del alma de Gerena.

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lunes, enero 28, 2008

Seguro que con hojas es más precioso todavia.

Solo es un árbol, está dentro de un castillo, encerrado entre altos muros de viejas piedras. Sobrevive doblado, torcido, arrugado. El día que le hice esta foto dormía, que no es lo mismo que la muerte, encerraba la vida. Y hubiera sido grandioso volver en primavera para fotografiar sus hojas. Pero Trujillo queda lejos. Seguro que con hojas es más precioso todavía.

Los árboles son seres que encierran la vida, el tiempo, la paciencia, la bondad, la verdad.
Una tierra sin árboles es solo huella que se pisa sin nada más allá de tu pié.

Por cierto antes de llegar a Gerena hicieron un esperpento de cuestas, curvas, banderas, y hormigón. Le llaman parque, pero no se porque. Por dentro no lo he visto, por fuera, que me perdonen, es bien feo, no sabrán sus promotores que nuestra tierra siempre fue cariñosa con el verde, con los árboles, con una buena sombra vegetal. Quizás tengan plantado árboles, pero sean pequeños, si vais por allí comprobadlo, y si no hay arboles sugeridles que los planten, que éstos van con agua, no con gasolina, y si no los plantan decidles que le cambien el nombre, que le quiten lo de parque y que le llamen Desiertosport, Descampadosport, o Feitosport. De Senda, perdonen, por ahora poco.

Y que conste lo digo sin acritud.

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domingo, enero 27, 2008

Aunque no fuera el único.


Puse el contacto, arranqué y apreté el acelerador al máximo. El rugido del motor hizo sentirme inferior. Metí la primera, la segunda.... A los pocos segundos el paisaje oscuro viajaba a gran velocidad por mi ventanilla. En el retrovisor las luces de la ciudad quedaban lejos a mi espalda. Atrás quedaba el luminoso del bar donde la conocí. Sus ojos aparecían en cada señal que miraba.
Lejos quedaba aquel momento en el que fui rey de su boca. Y lejos quedó también el sabor de su pelo.
Sin posibilidad de volver, no necesito más del destino, solo la velocidad y el olvido. Olvidar su sudor en mi pecho, sus curvas, el momento del máximo placer.
Lejos va quedando todo, por la ventana va entrando el aire cargado de soledad.
La mirada puesta en la blanca línea continua, tenue, pobre bajo la escasa luz del amanecer.
La quiero tanto, me hace tanta falta, pero no es cuestión de dinero. Se enamoró de otro. Se marchará con un hombre que la hará una mujer feliz, que la colmará de momentos dulces, que le servirá un bonito destino.
Un momento antes de perderla me susurró al oído la noticia. Se casa. Definitivamente la pierdo, no es cuestión de precio, encontró a alguien que no solo la querrá de noche. Eso me dijo.
Si al menos me permitiera ser su amante, con eso me conformo. Aunque me siga cobrando las cinco mil pesetas. Aunque se convirtieran en diez mil. Aunque no fuera el único.

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sábado, enero 26, 2008

Un ojo del tiempo.

La cerradura de la puerta de "El Palacio" está siempre mirando, como un ojo del tiempo. Desde su posición privilegida nos mira; cuando nos llevan a la pila, cuando hacemos la comunión, en nuestra boda, cuando llevamos a nuestros hijos al bautismo, en las misas de difuntos, en nuestro sepelio.

Es un ojo atento, todos pasamos por su mirada, a veces contentos, otras tristes, siempre nos ve arreglados, la última con un traje de pino.

Y el ojo que observa seguirá nuestros pasos, cada vez que entremos o salgamos de la Iglesia, con su vieja memoria de tablas nobles y su mirada fría y distante. Nunca derramará una lágrima, todo es natural, todo es habitual, nada nuevo pasa ante él en el último siglo. Siempre el mismo acto con distintos actores. Quien llega se va con lo puesto, es ley de vida.

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miércoles, enero 23, 2008

Como cometas que pasan cada cien años.

A veces nacen genios. Estos genios no suelen ser conscientes de ello, pero durante toda su vida derrochan la lucidez, el don, la capacidad de transmitir sentimientos y pasiones.
Seguro que todos hemos conocido cantidad de ellos, a veces los tienes a tu lado y no eres capaz de reconocerlos. Otras veces pasan delante tuya, por la misma calle, pero tuercen la esquina antes de que te de tiempo a verlos.

Hoy me viene al recuerdo uno de ellos. Este "fuera de serie" hace bastantes años que nos dejó, sin ser esto motivo para que no perdure su fuerte marca personal, se llamaba "Curro el de los Amarillos".

Era hombre menudo de pelo blanco, ojos achinados, nariz chata, todo arrugadito de sabiduría. Curro fue un bolchevique curtido a la sombra de una dictadura que se hizo eterna. Yo no lo conocí a fondo, era solo un niño cuando Curro falleció, pero unos pocos años me bastaron para percibir la profundidad de su mente, la riqueza de su espíritu de lucha infatigable.

Él tenía la necesidad de denunciar los cánceres del capitalismo, el veneno del fascismo, lo aberrante de las desigualdades entre los hombres. La tragedia de la explotación del Hombre por sus semejantes.

Curro el de los Amarillos, sentado en una esquina de la Bomba, sacaba de su vieja chaqueta un papel de estraza, dónde a lápiz, con su personal caligrafía de obrero filósofo, arremetía con rabia y coraje contra los yugos de la clase trabajadora. Nos pasaba el panfleto clandestino, tantos años de represión no se olvidan fácilmente, aun muerto ya el dictador una década antes, y con una mirada pícara y astuta nos sonreía para poner en nuestras manos el papel de estraza de la denuncia, de la pasión proletaria.

Y cuenta razón tenía al afirmar que la lucha no había terminado, que los del poder eran siempre los mismos, que la clase obrera tendría que seguir peleando por los días de los días.

A veces nacen genios, si estamos atentos podemos descubrirlos, y disfrutar mientras duren, como un cometa que pasa cada cien años.

Aureliano Buendía.

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lunes, enero 21, 2008

Contemplando esta piedra milenaria de la Fuente de los Caños...


Bonita está la Fuente de los Caños, bonita como siempre ha sido, coqueta y acogedora.
La Fuente de los Caños parece que siempre te espera, que siempre se alegra al verte.

Aunque lejos quedaran los años en que los caños brotaban, caudalosamente sanos, con ganas de llenar cántaros, lebrillos, cantimploras.
Ahora, dos mil años después, el caudal es marchito, escuálido. La fuente va dejando de serlo, porque la especie humana, es mucho lo que ha destrozado y arrasado en el último siglo.
Los hombres pisamos la tierra con ganas de su suicidio. Con odio a todo lo que no signifique nuestro inmediato provecho. Sin importarnos nada el futuro que supere a nuestra propia generación.

Y algo ha pasado, cada vez se ve menos agua, no se si será por un clima alterado, o por una construcción desmesurada, lo que sea, ha mal herido a nuestra fuente.

Y mira que no quería hoy hablar con tristeza, y mira que no quería ponerme otra vez a melancolizar, pero contemplando la foto de esta piedra milenaria de la Fuente de los Caños, me acuerdo de las ausencias; de ese agua cristalina que tantas veces bebí; tan dulce, tan fresca, y que gereneros y viajantes, de todas las épocas, utilizaron para curar su sed.

Recuerdo la frondosa alameda, los mastrantos, los juncos, los álamos altos llenos de pajarillos cantores. También solía haber chatarra, siempre hubo cafres en nuestro pueblo.
Hoy esta muy limpia, pero apenas sin agua, toda ella muy bien vallada, pero sin pájaros. No les quedó mucho sitio a los pájaros.

Echo de menos los charcos, la hierba, los insectos, el fango, las sanguijuelas, los abejorros, las avispas, los caracoles, las abejas, las babosas, los cienpiés y las ranas, ¿donde se fueron las ranas? Cuando, en las noches de verano, dormíamos todos en la azotea, se podía escuchar su croar, su canción, la melodía de los abarcones, la dulce música del amor entre los ranos, y también se extinguió.

No tendremos más remedio que comprarnos un "compact disc" con el croar de las ranas, con el canto de los pájaros, con los borboteos del agua.

Lo siento, hoy no quise ponerme triste pero... ¿Cómo expresarme ante una Fuente de Los Caños bonita, como siempre lo ha sido, pero herida de muerte?

A.Buendía.

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domingo, enero 20, 2008

Una flor, una canción para la mujer de mi vida.


Una vez quise ser tus ganas, quise ser tu anhelo.
Un pez en tus redes, tu sombra, tu manta, tu pelo.
Tu hogar caliente en invierno, frescor en tu verano.
jabón en tu ducha, esponja en tu mano.

Quise tanto a tu cuerpo. Te quise tanto por dentro.
Que por fin se que te quise, y al fin se que te quiero.

Una vez quise ser tu suelo, tu fuente, tu veleta.
el agua que mueve tu noria, y el hilo de tu cometa.
Tu puerta, tu bosque, tu forja, también tus dedos.
Las manos que te amasaran, el guardián de todos tus miedos.

Una vez quise ser, en tu garganta, saliva.
Arenita en tus ojos. Bocadito en tu herida.
Tu sangre, tu fuerza, tu rabia, también tu mentira.
El jilguero cantando en tu jaula, la luz que llena tu vida.

Una vez quise ser tu huerta, tu bosque, tu madera.
La voz de tu garganta, tu sol y brisa en primavera.
Pies y sombra en tu camino, hombro amigo a tu vera.
Que nunca te faltara el aire, ni el pan en tu panera.
Quise tanto a tu cuerpo. Te quise tanto por dentro.
Que por fin se que te quise. Y al fin se que te quiero.
A la mujer de mi vida.

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sábado, enero 19, 2008

Los seres vivos somos un complejo puzzle de los elementos de la tabla periódica.



5 de abril de 1.992
"Estos días pasados no he podido escribir nada pues sabía que de nuevo reinaría su recuerdo. Así que hoy tras este periodo de silencio he decidido romper el hielo y gritar hasta que me sangre la garganta que te sigo queriendo. Sigues significando tato como antes, tu memoria rebrota en cualquier circunstancia, el recuerdo de quién me obligó hoy a salir a la Barda a buscarla, de la mujer que me ha impreso esta situación de necesidad. Cuando te vi, por fin descansé, sentí el alivio del retiro de mis cadenas, entonces intente parecer indiferente, aunque en mis centros gritaba de rabia y agonizaba con cada gesto tuyo.
Quién me diera un botón para desconectarme de esta pasión y hacerme más duro, más frío e insensible, inalterable ante la visión de tus ojos verdes, ante el susurro de tu voz de ensueño"


19 de enero de 2008.
¿Creéis que existe ese botón? Me refiero a un interruptor interno que nos permita controlar nuestras pasiones, nuestros miedos, fobias, ansias, nuestros celos, la envidia, el rencor, la venganza... Creo que no se trata, por tanto, de un solo botón, será cosa de que cada persona nace o se hace con unos pocos de estos interruptores.
¿Cuántas personas darían lo que fuera por conseguirlos?, ¿Lo imagináis?.
Por ejemplo yo daría cualquier cosa por un interruptor que me permitiera no pensar nunca en la muerte. Me he fabricado uno pero no siempre funciona, y cada vez que me viene por cualquier causa a la mente pensar en el fin de mi existencia, entonces mentalmente lo acciono y empiezo a pensar en otra cosa. Mi interruptor me permite dejar de pensar en la muerte cuando comienzo a pensar en ella, ¿es una solución valiente o se trata de la forma más cobarde de darle la espalda a un miedo?. Juzguen ustedes. A mí me funciona.
No creo en Dios, no creo en la reencarnación, ni en el alma, tampoco en el cielo, creo que los seres vivos somos una complejo puzzle de los elementos de la tabla periódica, y que nuestro destino final no es otro que el desorden de estos elementos para luego formar otros puzzles. Esa es mi forma de pensar, soy ante todo científico, creo que la ciencia lo puede explicar todo, y lo que a priori no explique no es por carencias de la ciencia, si no por ignorancias del observador.
Como decía... ¿que puede hacer un puzzle como yo, un rompecabezas de carbono, hidrógeno, oxigeno, etc... para no temer al desorden, para no temer al final de la estructura de este ser vivo. Lo único que puedo hacer es no pensar en lo que me va a pasar. Yo lo acepto, lo entiendo, se que es ley de vida, pero cuando una película termina tan mal, ¿no es mejor ignorar el final e intentar disfrutar del momento?.
El botón de "no pensar en la muerte" quizás sea el que más entrene, el que más utilice, pero hay otros, por ejemplo el de la envidia, el de los celos. ¿no os ha pasado que a alguien le está pasando algo bueno y parece que en el fondo tu lo que quieres es que deje de pasarle. A ver me explico, por ejemplo; yo que, sin gustarme el fútbol, no puedo soportar que el equipo rival gane partidos. ¿qué?, ¿no puedo activar el interruptor que corte la envidia.? Pues parece que en este caso no, y aun teniendo claro que sufrir por lo bueno que le pase o tenga otra persona, es como olvidarte de ti mismo, como despreciar y repudiar tu propia vida.
En fin estas líneas no habrán descubierto grandes cosas, me ha gustado hablar de ello por si a alguien alguna vez le sirve de algo. Si no puedes enfrentarte a un disgusto, siendo imposible solucionarlo, lo mejor es en ese momento pensar en otra cosa, accionar mentalmente tu botón interno y cortar la corriente que llega a esas neuronas que te están por momentos llenando de infelicidad. Una vez cortada esta corriente, has conseguido desviar tu energía mental a otra parte, a otro pensamiento.
Saludos intergereneros.

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viernes, enero 18, 2008

A todos los miembros del club del despilfarro.


¿Cuántas criaturas en este mundo de humanos pierden la vida como agua fresca caída sobre una gran mierda pestilente? ¿A cuántos hombres y mujeres la vida se le ofrece como el aliento de un pedo que salió de aquel que se comió las ostras? ¿Quién vende las entradas para este primer mundo, donde niños, adolescentes, adultos y ancianos podemos permitirnos el lujo de preocuparnos por cosas en las que no nos va la supervivencia?
¿Qué hacemos por los desheredados de la Tierra?, ¿Qué hago por ellos?, ¿Podría renunciar a cosas para que ellos tuvieran solo felicidad?


A la clase política.
A los políticos sin clase.
A los que no quieren ver la suciedad de esta sociedad.
A todos los miembros del club del despilfarro.
A los ciegos de la solidaridad.
A todos esos muertos que nos avergüenza mirar a los ojos.


A.Buendía

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jueves, enero 17, 2008

En la penumbra de una generación en retirada


Permítanme hoy no hablar de mi fotografía, ésta, por presentarla, esta hecha en el paseo marítimo de Chipiona. En la playa de las canteras.



Hoy no quiero hablar de farolas, ni de luces, ni de mar, hoy hablaré de algo muy distinto, más íntimo. Hablaré de mí, y para empezar por presentarse a uno mismo la mejor forma es empezar por el pasado, por mis primeros recuerdos, haremos si os apetece un viaje en el tiempo, a una Gerena de hace bastantes años, y a la vez reciente, casi a la vuelta de la esquina.


Recuerdo a mi abuelo pegado a su mascota, ese sombrero gris altanero. Su ropa siempre de tonos apagados, grises, azules. Serio casi siempre.
Sus manos de dedos largos, delgados y huesudos. La piel moteada, en el fondo clara, oscuros sus grandes lunares. Una herida de metralla en el brazo, la huella de una guerra civil que lo mordió con sus dientes podridos. Sus ojos impenetrables, su mirada, silenciosa en la apariencia pero, llena de reflexiones que pudieran sentar cátedras.
Sentado en los escalones del ayuntamiento, sus bastón, su compañero. Me acercaba, junto a mi hermana, lo besábamos con respeto y admiración. Con orgullo de que fuera ese mi abuelo y no otro. Y luego nos daba alguna moneda con la que ir a la tienda de "Las Gordas" a por chicles, cromos o ambas cosas.

Siempre lo conocí viudo, solitario, inválido, serio. Sin duda los años más felices de mi vida coincidían con sus horas más bajas.
Lo imagino de niño, en el seno de una familia humilde, viviendo en el monte. A veces, en el pueblo, corriendo por las mismas calles que su nieto luego pisaría. Viendo idénticas puestas de sol, cuando el astro rey se postraba tras las vecinas tierras de Aznalcollar. O jugando por la cueva Periquillo, o en los Pelotones.
Me contaron que se crió en los "Guijos", un bello y agreste paraje de la sierra gerenera. Sería de niño gañán, puede que mi bisabuelo, su padre, también lo fuese de algún terrateniente, no sé, el caso es que fue otro hijo del hambre y del amor. Como escribió el poeta obrero.

Como digo, su temprana infancia fue lejos del pueblo, a medio día de camino, bajo el manto estrellado del universo de noche, y sobre las lajas, los barros, el polvo, noche y día.
Comentaba mi abuelo que en cierta ocasión su hermana pequeña se perdió en el monte. Toda su familia buscó sin cesar a la niña desesperadamente. Mi bisabuelo, mi bisabuela. Pero en medio del monte, ¿por donde comenzar la búsqueda de una niña de dos años?, ¿que camino, que regajo se ha de seguir?. Podría estar detrás de cada jara, de cada acebuche, de cada lentisco. ¿Le habría pasado algo?.
Y la niña, criatura inocente como todos un día lo fuimos, regresó por si sola, sin que diera oportunidad a que nadie la encontrase, cogida a una cochina, la misma que la raptara mientras pastaba bellotas, raíces, orivivis y gallinetas, agarrada de la cola del animal que sin querer se la llevó, para locura de sus padres, perdida entre las jaras.

Mi abuelo, criado en el monte, superviviente de una tierra injustamente repartida, trabajó como tantos niños de pobre, bajo la solana mortaja de la calima andaluza; seguro que fue niño porquero, comandante de un tercio de bellos cochinos. De cabrero, general de un precioso rebaño de cabras todas ellas brillantes y felices. O salió muy de mañana, cuando el lucero matagañanes aun se dibujaba en la agujereada manta negra de los brillos infinitos, a rebuscar un puñado de garbanzos olvidados en una desolada haza del Chamorro.
Seguro que su infancia fue así, el nunca habló de ella, pero ¿acaso pudiera aspirar a otra?. El no solía hablar del pasado, y si me hubiera contado algo, siendo yo tan solo un niño, no lo hubiera comprendido. Tal vez mi abuelo aguardara de mi una suficiente madurez.

Fue a toda vista hombre humilde. Sin que el ser pobre en oportunidades le impidiera disfrutar de sus sueños. Sueños comunes y terrenales; conquistar a la más guapa moza de la villa, formar una familia, tener hijos, proporcionar un futuro próspero para todos ellos.

En cuanto pudo dominar a las nobles bestias, fue ese flaquito joven aguador llevando el líquido de la vida a los tostados jornaleros.
En la Fuente de los Caños llenaría sus pesados cántaros y, mientras la fresca agua iba quedando presa en el cadalso del barro cocido, sus ojos revoloteaban por las pecheras de las mujeres que acopiaban también el tesoro elemento. Sus pupilas al acecho del descuido o del cuido que le proporcionara la cálida visión de unos muslos, de un escote.
Y entre zapateros, avispas y escarabajos de azabache, subiría la cuesta de la Cruz de la Fuente, para llegar hasta el cortijo de la Pizana seguido por ese borriquillo travieso. Ambos por esas veredas del sudor y el polvo, dos inocentes almas empujadas al trabajo de los hombres.

A zancadas, dejando atrás su alma niña, en la briega diaria del Sol a Sol, se convirtió en un apuesto zagal. Para el servicio militar se talló y fue destinado a Melilla, era el año 1.936. Mala suerte. Y mientras algunos mandamases del ejercito se crecían mirando por encima del hombro al mismo Dios, mi abuelo siguió siendo el peón en una partida que le era ajena, empujado al abismo de la muerte fratricida, al azar de las balas, proyectiles desalmados en los que recaía la decisión de quien vivía y quien moría. Y bombas que no entendían ni del dolor de una madre, ni de la pena de una esposa y, mucho menos, de lo huérfanos nacidos, ni de los huérfanos por nacer.
Una mañana se despertó asustado, lo tiraron de su camastro, bajó la flema de un oficial orgulloso, programado para obedecer y para ser obedecido, una madrugada, en el anonimato de su fila, le contaron que estaba llamado a ser el defensor de España. A luchar por una patria libre de rojos. Y en sus oídos aquello sonó raro, extraño; como si tuviera que proteger a su madre matando a sus hermanos, y no lo comprendió.
Capeando como pudo a la muerte fue carne de trinchera, obligado a matar o a morir, al servicio del exterminio de la razón y, convertida Teruel en la puerta del infierno, le robaron su voluntad, siendo testigo en primera fila de la muerte del hombre por el hombre. Participando en una guerra que, como en todas, los pobres exponen sus vidas, y los ricos parte de sus capitales. Y siempre perdiendo y ganando los mismos.

Al volver de la contienda se encontró con otra guerra, esta vez la cara cruel tenia sombras de miseria, hambre, de ausencias, el amargo sabor de una victoria sin ganadores. Con el hedor de la muerte flotando entre los recuerdos.
La fabrica de harina no era el mejor lugar para trabajar, pero ya tener laboro era motivo de sosiego y esperanza. Los sacos de sesenta kilos abrazaban la espalda de mi abuelo con una fuerza malintencionadamente íntima. La tolva, el saco vacío de tela, el polvo blanco entrando en todos sus poros. Todo cubierto de una sucia nevada irrespirable, blanca y seca. Soportando el peso su encorvada espalda, sus piernas cansadas. Al final del pasillo el muelle donde un carro aguardaba su carga. Y mientras, pensando quizás en los ojos de mi abuela. En esa tarde que bajando al Barrihondillo se cruzó con su morena y se miraron fijamente encendiéndose ella toda de vergüenza y desazón.
Y en el mayor de los esfuerzos, cuando logra subirse el saco a la espalda, se le escapa un sentimiento frágil de incomprensión. ¿Por qué Antonio no lo quiere para su hija.?. ¿Hizo algo para ofenderla?. ¿Es solo por ser pobre?. ¿ Sería igualmente repudiado siendo acaudalado y vago en vez de trabajador y pobre?.

Distintas peripecias de la vida lo condujeron a la profesión de arriero, acompañado de su carro, sus mulos, figura errante de caminos y veredas, siempre de aquí para allá, cuando aun el Mundo era grande.
Se casó con mi abuela, a pesar de la desaprobación y desprecio de sus suegros, desprecio que le mantendrían impermutable de por vida y que se reproduciría en marginación y cariño estéril para los hijos del matrimonio. Tuvieron siete vivos y dos mellizos que al nacer no despertaron.
Trabajando, luchando como gatos panza arriba nunca les faltó el plato de comida en la mesa. Y si bien la miseria rondaba por doquier, no entró en su hogar espantada por la huella diaria del esfuerzo, la constancia y el amor que desprendía a todos la compañera perfecta, la gran esposa y madre, mi querida abuela que casi ni conocí.
Muchos días mi abuelo llegaba tarde a casa, eso si llegaba. Había tanto que olvidar. Además, en casi todas las compraventas el trato se cerraba en el mostrador de la taberna, al compás de un cante, con el tintineo de los vasos como catalizador. Después del trato, del vino en la Bomba antigua, fracasado o acertado el negocio, lo esperaban siete chiquillos nerviosos y una mujer desesperada. Ocho seres con ocho bocas, ocho corazones, ocho personas esperando lo mejor del cabeza de familia. Y el solo era un Hombre.

Lo recuerdo sentado solitario bajo una luz tenue. Su hogar finiquitado, los ojos pensativos, acompañado por un pequeño vaso de vino blanco. En la penumbra de una generación en retirada. Ajeno a ruidos y a estridencias. Su mirada siguiendo la estela de un recuerdo. Yo me acercaba, le daba un beso, y miraba dentro de sus ojos como quién mira al fondo de un profundo pozo. Pocas palabras. Alguna frase suelta y muchos silencios. Su semblante inalterable, serio.

Muchos de sus gestos han quedado en mi padre. De mi padre, algunos han pasando a mí. Y a veces, en la pared de un ascensor, en ese frío espejo con el que te tropiezas una vez dentro, miro en mis ojos buscando algo, y muy lejos, al fondo, veo también ese pozo envuelto en sobras, como si tuvieran dentro pistas, huellas de los ojos de mi padre, de los de mi abuelo, y de los de tantos otros que me fueron legando sus genes pero que no conocí. Y me siento profundamente orgulloso al sentir sus presencias dentro.

A mi abuelo, a una generación para admirar.

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miércoles, enero 16, 2008

Un barco, tres personas, una farola y una niña que duerme.

Hoy propongo una fotografía de hace dos veranos. Me asomé a la ventana y ante mí aparecía una de las mayores fiestas de luz y color que jamás pasaron por mis sentidos, enfoqué mi pequeña cámara, apreté el botón y atrapé un extraño mar morado, tinto y rosado. Ahora os invito a compartirlo.
Además os propongo un sencillo juego, buscar en la foto tres cosas, es muy sencillo, debéis encontrar un barco, tres personas caminando juntas y, por último, una farola.
Pues bien, si ya habéis encontrado las tres cosas, enhorabuena sois humanos avispados, pero eso solo, avispados, para un premio Nobel hay que reunir algunas cualidades más.

Ahora debéis pensar en una cuarta cosa por buscar, en lo que queráis, podéis imaginar algo material, da lo mismo no me asustaré por muy extravagante que sea.
¿Lo tenéis ya? ¿Si?. Pues eso, os parecerá imposible pero, sea lo que sea, también está en la foto.

Bueno en realidad no se ve por la curvatura terrestre, pero detrás del Atlántico, a miles de kilómetros, en América, o en alguna isla del camino, al otro lado del mar ahí esta esperándote.

Yo también acabo de hacer el mismo ejercicio y me he sentido triste, pues al intentar pensar algo que deseara ver en la foto me acordé de esa preciosa niña de cinco años que desapareció en Huelva. ¿Dónde estará esa criatura? Por amor de dios que esté ahora mismo durmiendo calentita y sumida en un dulce sueño. Y que mañana, al despuntar el alba, despierte en su cama con un beso de su madre. Nada tengo que añadir, duerme y sueña preciosa.

A.B.

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Los picapedreros, oficio de antepasados.

Fotografía obtenida del blog de mi paisano Gonzalo "gerenadiario.blogspot.com"

"Mis antepasados fueron picapedreros. Alguna vez vi trabajar el granito y, por cierto, me pareció fascinante. No se trata de algo fácil, un bloque de piedra no se transforma en un cubo como el que pone un huevo a freír.
La mayoría nacimos cuando ya hacía años que dejó de ser rentable tanto trabajo para fabricar adoquines. Gracias a nuevos materiales, y sobre todo al alquitrán, las canteras se abandonaron y quedaron como heridas repartidas por la periferia del pueblo.
Mi bisabuelo fue unos de los últimos artistas de la piedra, especialista en la fabricación de rulos. Grandes y pesadas moles de granito que se utilizaban en los molinos.
Me imagino nuestro desaparecido ferrocarril llegando hasta la barda y luego penosamente los hombres del granito lo irían colmando con su pesada carga de cansancio, sudor y miseria. Para más tarde esas piedras inmortales ser repartidas, desde aquella plaza de montones grises, hacia los destinos de otras ciudades y pueblos.
El granito, el alma de Gerena, y este alma dura y vieja fue dominada por los gereneros que la cortaron, la pulieron, la cargaron y la ofrecieron a cambio del pan.
Cuando se marchaba el tren por el oeste cargado de adoquines, Gerena, por generosa, nunca se sentía mutilada, en vez de eso pensaría que sus hijos, cuando marcharan lejos de sus calles, podrían seguir pisando su alma, podrían decir al pisar una calle de Sevilla, Cádiz, o algún otro pueblo lejano; - Estoy pisando Gerena, estoy caminando sobre sus entrañas."

(Comentario que he publicado en el blog de mi paisano Álvaro Arias.)

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martes, enero 15, 2008

Inmortalidad, ¿por qué?


Permitan que vuelva a pensar en voz alta sobre reflexiones de nuestro profesor Eduardo Punset. Y al hilo de esta foto, donde dos preciosos gallos de corral exponen sus cadáveres, ya con poca dignidad.
Pues eso, leía en el libro "Viaje al Amor" de Punset, que en el mundo existen organismos inmortales y que esta inmortalidad radica en la capacidad que tienen, por ejemplo, las bacterias, las estrellas de mar, otros animales invertebrados y gran cantidad de vegetales de crear copias de ellos mismos, pues son capaces de crear un nuevo ser a partir de un trozo de sus cuerpos. Lo que se llama la reproducción asexual. Por tanto, si nosotros fuésemos capaces de hacer lo mismo seriamos inmortales, seriamos un mismo individuo viviendo en distintos cuerpos.
Pero ocurre que nuestra reproducción es sexual, no podemos duplicarnos, (al menos por ahora) por lo tanto, cuando morimos, se destruye nuestra única copia.
Lo mismo que a los pollos de la fotografía. Fueron seres irrepetibles que dejaron de existir y que nunca más volverán. La combinación de sus genes ya no se volverá a dar nunca más.
Así que esta es la explicación; no somos inmortales porque nos reproducimos sexualmente.
Ya me quedé tranquilo, una justificación a mi muerte bien vale los veintitantos euros del libro de Eduardo Punset.
Somos mortales por nuestros hijos, y nuestros padres lo son o lo fueron por nosotros, para que fuéramos únicos, para que nuestros hijos sean únicos. Somos mortales para que exista el amor, para que nos podamos enamorar de otro ser; nadie se enamoraría de una copia de si mismo. Gracias a esto de ser mortales también queremos a nuestros hijos; como nos volvería loco una hijo que es tu clon en pequeñito, quita, quita.
Somos mortales por los orgasmos, para disfrutarlos, para regalarlos. Morimos también por ellos.
Somos mortales por mera supervivencia; nuestras enfermedades, nuestros parásitos, no pueden ganarnos porque cada vez que cambian, nosotros también cambiamos, y por mucho que quieran no podrán terminar con un especie de miles de millones de seres diferentes.
A los que no se enamoren, no tengan hijos, o no follen, lo único que puedo decirles es que sigan intentándolo, pues de veras, no encuentro consuelo al confiar en la inmortalidad, en el más allá. A los demás lo único que nos queda es disfrutar del más acá.

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lunes, enero 14, 2008

Agricultura, sabia y eterna.

Agricultura, labor de los pacientes.
Buscando entre los surcos, la suerte de sus simientes.
Del hombre y la mujer sabía, generoso y mezquino oficio.
Del justo, del padre, y pocas veces del hijo.
Agricultura, es la fuente del alimento.
Es trigo, avena, espiga mecida en el viento
Almacén de sol, espíritu verde, manantial de vida.
Agria y culta, pedrisco, helada, plaga y ruina.
Eres de todos y por siempre mal repartida.
Eres sombrero de esparto, y bajo éste un pañuelo.
Hoz que siega el hambre, sudor caído en el suelo.
Jornal ,sequía, sopa de ajos en la olla.
Terrones de miedos y sueños, ración de sol y cebolla.
A.Buendía.

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Esperando a la primavera.

El ciruelo ahora duerme, la naturaleza realiza un nuevo milagro ante nuestros ojos. ¿soñarán los árboles?

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Farolas para un recuerdo

La vida eterna solo dura un rato, y es lo que tengo para estar contigo,
para decirte lo que nunca canto, para cantarte lo que nunca digo.

Fito y sus compinches.

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domingo, enero 13, 2008

Dejadme vivir y morir en paz.


Sé que vivo gracias a ti, Hombre. Sé que muero, como todo tus animales, por ti y para ti. Sé que mi carácter bravo es motivo de ese dolor.
Dicen por ahí que si mi muerte no fuera cruenta sería un animal de zoológico. Pero esos ignorantes no saben que antes de existir los zoológicos yo ya corría por estas sierras donde era poco más que el señor del mundo.
Hombres que decís me amáis; ¿sin la tortura qué sería otra cosa?
Lástima que la evolución no me diera capacidad para hablar, para cagarme en vuestras jodidas costumbres, para mandar a la mierda a esos que tanto me quieren, dejadme vivir en paz, dejadme morir en paz.

Un toro de Gerena.








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Flores, recetas para la vista.


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sábado, enero 12, 2008

Otoño en Sevilla, la Plaza España y el cielo Andaluz.


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viernes, enero 11, 2008

El arco iris es la huella de un beso en el cielo. Como una mancha de carmín en las nubes.

El arco iris es producto de un encuentro entre enamorados; La tierra y el agua, por fin juntas, se acercan y, en las nubes, colgado se quedan los colores de un beso.

Los besos, son el motor del mundo. Suerte del que se despierte con un beso, y suerte de quien le coman a besos, de quien duerma tras los besos y de quien sueñe con besos. Eso si que es suerte, ya me río yo de la lotería. La suerte no se guarda en bancos, el almacén de la suerte estará siempre entre labios.


Refranero Gerenero; "Quién arco iris ve, nunca se morirá de sed"


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Corrales azules de Chipiona

Con la física y la astronomía en la mano, según he leído en el libro "El viaje al amor" de Eduardo Punset, si alguien tirara en el espacio una bola del tamaño de la Tierra nunca, en la eternidad, se chocaría con otro objeto. El universo es inmenso y está vacío. El efecto de ver tantas estrellas, es porque sus luces se superponen en la distancia, pero están a años luz unas de otras y nosotros de ellas. Por tanto estamos solos, muy solos. Y sólo nos tenemos los unos a los otras, las unas a las otras y los unos a los otros. Amémonos pues.

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miércoles, enero 09, 2008

Una vez un primitivo homínido al ver el Sol marcharse...


Una vez un primitivo homínido al ver el Sol marcharse pensó que tal vez mañana no volviera.
Y unas lágrimas gordas y saladas bajaron por su frondoso pelaje. Mientras más se ocultaba el Sol más crecía su angustia. Sentía pena de sí mismo, por su compañera y sobre todo por sus crías. Esa noche, bajo las gruesas pieles, necesitó de su madre, pero ella ya no vivía. Necesito de un padre, nunca conoció su progenitor. Y entonces se le ocurrió el mejor invento contra su miedo. Creo el Dios Sol, su protector, su salvador, el sustento de su existencia. Desde entonces tuvo dudas, pero no miedos. Comprendió que gracias al Sol la vida era posible. Creyó en él.



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lunes, enero 07, 2008

El faro de Chipiona punto cardinal del Universo.


Y vista, en un extraño anochecer, la luz del faro de Chipiona, me pregunté a quién o a que alumbraba. No creo que solo mande destellos al mar. ¿Será también ayuda de rumbo para los de tierra adentro?. ¿Os imagináis que la luz también se está mandando al universo?. También es posible ¿por que no?. Esa tarde noche de verano tardío el faro de Chipiona parecía poder guiar cualquier cosa, las dudas del destino de su luz están fundadas.

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Flora de Gerena, orquídeas silvestres.


Alguna vez pensé en patentarlas, pero caí en la cuenta que no las había inventado yo, tampoco descubierto, ni diseñado. Yo no elegí sus colores; el azul puro, el amarillo sugerente.
De buenas ganas me convertiría en una abeja para sumergirme en el festín de colores, aromas y belleza de las orquídeas silvestres.

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Caracoles frente la cueva de Periquillos de los Palotes

El verano de un caracol de la cueva Periquillo es largo, apiñados en lo alto de un poste, huyen de un posible incendio. En sus genes llevan escrito el mensaje del fuego, cerca del suelo es mortal, pero a media altura las posibilidades aumentan. Aguantan semanas, meses, duermen en el estío, esperan pacientes que lleguen las lluvias de otoño, si llegan...




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Una ventana cerrada


Una ventana cerrada al tiempo. Perenne huella de la que fue y ya termina. Ya nunca nadie la abrirá para que un suave aire la atraviese, ninguna enamorada mirará entre sus rejas buscando unos brillantes ojos. Ahí está, en la calle la Iglesia, muerta, cerrada al tiempo, con miedo a derribo.

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Un vigilante del Vínculo



Me llamo perro, vivo en la calle Vínculo, no me gustan los extraños, tampoco tú.
Te huelo, se que estás ahí, no te veo pero te siento. Soy un perro de la Brujera, ese es mi barrio.
No te acerques. Mi territorio está de la puerta pa dentro.
Me llamo perro. No soy de raza, sin pedigrí, sin collar, sin placa. Pero soy valiente, vecino del Vínculo. Como metas la mano no respondo.

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La luz nos deja


Cuando la luz nos deja, el pueblo parece cerrar los ojos y caer en algún lejano sueño de castillos, murallas, conquistas, batallas...´

Gerena empieza a dormirse en una fría tarde de diciembre, ajena al tiempo, sin importarle los años. Ella sabe que ningún humano de los que hoy la habitan vivirá lo suficiente para enterrarla.

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Gerena sobre un mar de trigo


¿Quién devolverá a mi pueblo el alma robada?
¿A cuento de que sueño nos fue vendida la mentira?
Es falso que este sea el camino de un mejor destino.
¿Cuándo se nos pidió permiso para quitarnos la identidad?
¿Por qué hemos sido la presa fácil de la pestilente boca del dinero?
¡Qué pena, qué daño a la mirada, qué dolor al oler tanto cemento!
¿Y llamaban a esto civilización? poeta amigo.
Esclavos de unos rincones que hicieron ricos a unos pocos.
Pordioseros del consumismo, regocijo de banqueros.
Mulos en la noria del ladrillo, mulos en la muela del euribor.
¿ Y Gerena?
¿De veras la hemos ofrecido en la cama y limpita al deseo ansioso del que no la quiere?
¿Quién son esos señores que por dinero la venden y desprecian?
¿Es a caso una fulana entregada al mejor postor?
¿Es víctima del más hábil y embustero de los parlanchines?
¿Dónde están los gereneros?
¿Se diluyeron ya entre el marasmo del progreso?
¿Queda alguno sobreviviendo en el pueblo dormitorio?
¿Nos convertimos ya en seres de cobre adosados?
¿O somos humanos en próxima promoción?
Y cuando a la vieja Gerena ya no le queden carnes que vender, sus proxenetas de bolsillos llenos marcharán en busca de otras inocencias. Y entonces, después del vendaval, buscaremos nuestro ombligo y ya no estará, se borró la huella de la unión a nuestro pueblo madre.
A buendía.

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