Fuera de tiesto
No deja de ser esto de los Blogs ese extraño lugar donde solemos hacer confesiones de amor. ¿Habrá algo mejor que hacer a estas horas tardías?
Lo mismo pude decir que me enamoré, hasta las trancas, de una preciosa criatura, o cuento que amé a un Chaplin, siempre tierno, o a un Sócrates valiente, decidido y entero. O que amo a mi pueblo, a sus plazas, a sus calles... Incluso puede servir estos de los blogs para decir que amamos los árboles, los insectos, las flores, las aves y los lagartos.
Es sobre todo eso; mandada al carajo la tele, nos sentamos delante del ordenador a decir que amamos los caminos, que amamos los libros... que amamos la poesía...
Queremos decir que los amamos y por eso escribimos. Amor, amor... ladrillos del mundo.
Pero también podemos decir qué odiamos. Podemos decir que odiamos la utilización de la madre Tierra como mercancía vendida al peso. O que odiamos que se contamine el arroyo y que no se siembren más árboles. Podemos decir que odiamos la pasividad, el borreguismo de salón, la falta de información. Que odiamos esta forma de entender el mundo. Que detestamos a estos perennes estraperlistas que comercian con las miserias ajenas, que construyen vistosas pirámides de especulación y mentira.
Es sólo una herramienta que está para quién la quiera, pero sobre todo para decir qué se ama y qué se odia.
Ahora, que nadie venga a mearse fuera del tiesto, que ese afine, por dignidad, su puntería, criatura que tanto gusta de regar orín como palabras de lija. Pues no haremos de esto, como bien dice un sabio, uno de esos lugares breves dónde pararse a pegar la hebra, a criticar por criticar, sin más misión que tirar por tierra a las personas.
Hablemos de las ideas, si se es valiente.
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