Sumergidos en su copa
¿Por qué
sufro,
mujer?
¡Si no dueles!
¿Si este deseo
emborracha?
Que veo
una foto
con tu boca
y mis labios
arden,
y los tuyos
se sonríen
sumergidos
en su copa.
Te pienso,
mujer…
y tu piel
de miel
se desnuda
sin un amo,
y así la amo.
Mi mano
en el sexo.
Y vienes tú
con un beso.
Caminito
de tus piernas
voy preso.
Encierren
en ellas
al obseso.
Y te oigo,
mujer,
en un gemido
tan profundo
despertando
los confines
de este mundo.
Y de castigo
tú me hicieras
el alimento
de las fieras.
Te bebo,
mujer,
en la saliva
humeante
y de mi blanca
que te manchara
de toda
la nata
derramada.
Te sé,
mujer,
como la mar
saliendo
de sus orillas,
y aquí
este esclavo
del dulce cepo
de tus rodillas.